5 FACTS SOBRE EL ÚLTIMO CONCIERTO DE SHE & HIM EN BARCELONA:
1. She & Him gustan en España. Agotaron entradas en Madrid y en Barcelona casi revientan la sala Apolo (algo que yo no había visto desde el concierto de Devendra Banhart en el Primavera Club). Este hecho es importante porque, para ser un experimento paralelo de ambos, M.Ward y Zooey Deschanel despiertan mucho interés en la gente (más notable esto en Barcelona, donde hay menos costumbre de asistir a conciertos que en la capital). El público fue pintoresco, variopinto y variadito: mucha niña mona con los borradores de sus estilismos para el inminente Primavera Sound. El Retiro -donde es imprescindible aparcar antes de que empiece cualquier concierto para hacer la obligada cañita previa- parecía más un escenario improvisado de The Sartorialist que el Paralelo un domingo por la tarde. Muchas ganas de lucirse y de salir a la calle medio en pelotas. Es lo que tienen los inviernos largos. Entre las niñas monas, mucha inglesa precoz y la muchachada fashion barcelonesa. Parejas indies, de esas que al principio te parecen encantadoras porque piensas: “mira qué monos” porque cantan todas las canciones, se miran, se tocan… pero que hacia el final del bolo deseas matar de un hachazo de lo cansinos que son. Mucho treintañero soltero… y muy alto. ¿¿Desde cuándo los españoles medimos más de metro sesenta??
2. She & Him tienen un repertorio magnífico. Durante la hora y media del concierto repasaron intensivamente sus «Volume One» y «Volume Two» y, aunque el segundo tiene en estudio un toque mucho más spectoriano, el conjunto en general resultó muy homogéneo y acertado. Canciones como «The Thieves» (la segunda que tocaron), «Over It Over Again«, «Lingering Still«, «Why Do You Let Me Stay Here» o «Brand New Shoes» sonaron perfectas, delicadas pero consistentes. Supieron estructurar astutamente el concierto: durante el primer tercio desgranaron las canciones acompañados de una banda que no palidecía en absoluto al lado de las dos estrellas (mención especial para The Chapin Sisters), y que dotaba al conjunto de una energía que ganaba fuerza a medida que avanzabanlos temas. Hacia la mitad del repertorio, ella y él se quedaron a solas en el escenario para montarse el rollito íntimo que todos queríamos ver (seamos sinceros, lo de Ben Gibbard no nos casa). Él a la guitarra, ella ahora alternando la pandereta, el ukelele y el piano, con el momento álgido con ellos dos tocando juntos. En último tercio se permitieron el lujo de desbocarse y acelerar el ritmo folk que había predominado hasta entonces, rozando el rock sureño que tan bien se le da a Matt. Ward tocó su «Magic Trick» para delirio de los presentes y se permitieron el lujo de marcarse un «Roll Over Beethoven» que sirvió para romper el halo de delicadeza que podía quedar y poner un broche final enérgico y divertido.
3. She & Him son ella y él, pero en directo la cosa está montada para que sea más ella que él. Las actrices metidas a cantantas dan pereza. Por eso Zooey merece el reconocimiento que gracias a estos bolos está empezando a recoger. Si en el primer disco la textura de su voz puede resultar cargante y amateur, los avances de «Volume Two» tocan el cielo en directo. Zooey modula, canta y se esfuerza y los temas -escritos por ella- ganan en fuerza y mérito. Ward se limita a acompañarla a la guitarra, no le quita protagonismo en ningún momento y adopta un segundo papel muy de agradecer. Los egos no molan nada en estos casos.
4. M. Ward tiene mucho rollo. Ya lo pensaba viendo el vídeo de «In the Sun» (ese rollo de adolescente malote con Wayfarer, ¿¿ese paquete??), pero en directo gana puntos -aunque hay quien incluso sueña con cortarle el pelo-, es poquita cosa pero su presencia es más proyectada que física. Es un poco Dios, la verdad.
5. Zooey es divina, y las tías somos unas envidiosas y los tíos unos amargados. Seamos objetivos, no tiene una belleza canónica: tiene cara de loca, los brazos como palillos, las rodillas como las poleas de un pozo y las piernas torcidas. Pero es encantadora y es divertida -incluso cuando pide que no le echen fotos con flash-, y es prácticamente imposible no sentir adoración por ella. Y, sin embargo, a la salida del concierto todo eran comentarios del tipo: pues no es tan guapa, está flaca, es una sosa o no es para tanto. Decir esto después de la maravillosa actuación que ofreció, en el que lo único que se le podía reprochar fue quizá una preocupación excesiva en no equivocarse y no cagarla es poco menos que feo. Pero bueno, España es asíN, qué le vamos a hacer. It´s allright, it´s ok.