La relación entre música y fútbol ha dado canciones interesantes, casos curiosos y mucha sorpresa. Todo ello lo analizamos en este artículo que no solo se lee…¡También se escucha!
“El fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes”. Esta frase, de autoría indefinida, se suele utilizar para resaltar la importancia de ver a 22 personas en pantalón corto corriendo detrás de un balón con el objetivo de meterlo en una portería. Con idéntica intención, a veces también se recurre a esta otra afirmación de Bill Shankly, legendario entrenador del Liverpool: “Algunos creen que el fútbol es cuestión de vida o muerte, pero es mucho más que eso”.
Más allá de hipérboles filosóficas que tratan de justificar por qué se denomina el deporte rey, las consecuencias de la pandemia del coronavirus sufridas desde marzo del año pasado demostraron que el ser humano podía prescindir del fútbol. Bueno, en realidad, ese pensamiento fue efímero: en cuanto la pelota volvió a rodar sobre el césped tras el confinamiento, resurgió el entusiasmo.
Eso sí, ya nada volvería a ser igual, sin público en las gradas y con estrictos protocolos sanitarios. Pero aquí estamos, otra vez, en medio del fragor de una gran competición de selecciones, la Eurocopa, prevista para el 2020 y pospuesta a este año por razones evidentes. Este aplazamiento, según la supersticiosa opinión de muchos, hizo que esta edición naciera gafada, con sustos vividos antes y durante su arranque. Con todo, con el paso de las jornadas el campeonato ha ido creciendo en emoción hasta vislumbrar su final de este próximo domingo, que España no ha alcanzado tras quedar eliminada en semifinales contra Italia.
Pero nos olvidaremos de esa decepción y del torneo en sí para, como en anteriores citas internacionales, exhibir la otra cara del fútbol, que salta fuera de los estadios para convertirse en un auténtico fenómeno pop. Si hace tres años, con motivo del Mundial de Rusia 2018, hablábamos de cine balompédico, esta vez seguiremos profundizando en la fructífera conexión existente entre el fútbol y la música que empezamos a destapar a raíz del Mundial de Brasil 2014. De hecho, la Eurocopa es el acontecimiento ideal para demostrar hasta dónde llega esa relación, como comprobamos durante la Euro 2016 con las canciones oficiales que presentaron varias de las naciones, más preparadas para concursar en Eurovisión que para luchar por el trofeo.
Algo similar les ocurre a Bono, The Edge y Martin Garrix, autores del himno de la Euro 2020 que cumple con una norma obligatoria: incluir un soniquete que rebote en la cabeza durante semanas para tararearlo varias veces al día casi sin querer.
Si en lugar de la Eurocopa, se estuviese disputando el Mundial, seguro que a Carolina Durante no les gustaría esa canción, como dejaron bien claro en “El Himno Titular” hace tres años.
Sin embargo, esta vez la Eurocopa no es el evento músico-futbolero de la temporada, sino que lo ha sido un acontecimiento producido unas semanas antes de su inicio: la final de la Champions League entre el Manchester City y el Chelsea. O lo que es lo mismo: Oasis contra Blur, la batalla del britpop trasladada a un terreno de juego.
El enfrentamiento entre los equipos favoritos de los hermanos Gallagher y Damon Albarn, respectivamente, recordaba automáticamente a aquel más humilde pero más simbólico que 25 años atrás habían protagonizado Liam y Damon, cara a cara, en un partido benéfico con la rivalidad entre sus dos grupos en su máximo esplendor.
En Oporto, donde tuvo lugar el desenlace de la Champions, ambos se encontraban en las gradas. Y tampoco faltó el tercero en discordia: Noel Gallagher, quien aprovecha cualquier oportunidad para exhibir su forofismo citizen.
Pep Guardiola, entrenador del City, se contagió de esa euforia gallagheriana cuando festejó el último título liguero del club puro en boca y canturreando “Don’t Look Back In Anger”.
Por cierto, como en aquel primer asalto entre Oasis con el single “Roll With It” y Blur con “Country House” que inició la batalla del britpop, el que brincó de alegría fue Damon Albarn gracias a la victoria de su Chelsea.
El desencanto de los Gallagher por la derrota fue otro capítulo de su larga carrera como hooligans sobre y fuera de los escenarios, condición que les permitió no sólo conocer a varias estrellas del fútbol, sino también colaborar con ellas. La palma se la llevó Liam Gallagher, que invitó a Eric Cantoná, la figura durante los 90 de su archienemigo Manchester United, a protagonizar el videoclip de “Once”, uno de los sencillos extraídos de su disco en solitario más reciente.
Mucho antes, Oasis ya habían conseguido reunirse con el ídolo balompédico por antonomasia. Los Gallagher junto a Maradona, una estampa irrepetible.
El Pelusa es, probablemente, el futbolista más pop de la historia. O, mejor dicho, el más rock.
Desde su fallecimiento el pasado 25 de noviembre, el astro argentino se ha convertido en mucho más que D10S. Con diferencia, ha sido el futbolista que, en vida, más homenajes musicales ha recibido. La lista de canciones maradonianas es amplísima: “Estadio Azteca” de Andrés Calamaro, “La Mano de Dios” de Rodrigo, “Y Dale Alegría a mi Corazón” de Fito Páez, “La Vida Tómbola” y “Santa Maradona” de Mano Negra, “Para Siempre” de Los Ratones Paranoicos, “Maradó” de Los Piojos, “A D10s le Pido” de Los Chikos del Maíz…
Aunque Maradona no se conformó con escuchar esos tributos e incluso interpretar algunos de ellos si la ocasión lo merecía, sino que también hizo sus pinitos en el estudio de grabación acompañando a Pimpinela. Estas alianzas ya no se ven hoy en día…
El caso del argentino resulta muy llamativo, pero no es una rareza. Dejando a un lado el ejemplo paradigmático de Julio Iglesias, en su día prometedor portero del Real Madrid que abandonó los guantes para iniciar su carrera artística debido a una grave lesión, algunos jugadores de reconocida fama se han disfrazado de cantantes dispuestos a reventar las listas de éxitos. Uno de ellos ha sido Pelé, que posee una voz destacable y una larga discografía a sus espaldas, extendida el año pasado con su colaboración con Rodrigo y Gabriela en “Acredita no Véio (Listen To The Old Man)”.
También el austríaco Toni Polster se atrevió a introducirse en el negocio musical con su banda Achtung Liebe. En Inglaterra, país proclive a esta clase de extravagancias, vivieron su momento de gloria Paul Gascoigne, probando el tecno-pop en “Fog On The Tyne” y el dance en “Geordie Boys”; y Kevin Keegan, embutido en pantalones de campana y con camisa de solapas anchas para ablandar corazones con el pop romántico setentero de “Head Over Heels In Love”.
Igualmente ha habido equipos que no renunciaron a enseñar sus dotes vocales en compañía. El Chelsea lo hizo guiado por Suggs de Madness (fan declarado del club londinense) en “Blue Day”. Si hacemos la comparación, el rap que se marcaron algunos jugadores del Barcelona cuando ganaron la Liga en 1991 parece una broma mayor de lo que fue en su momento. A pesar de todo, hace tiempo que este tema debería haber sido elegido como himno culé…
Menos mal que, tres décadas después, los chicos de Orsai mejoraron aquel recuerdo adornado con camisas de estrambóticos estampados noventeros. ¿Y quiénes forman este grupo? Óscar de Marcos, Mikel Balenziaga, Dani García, Asier Villalibre, Iñigo Lekue y Mikel Vesga, jugadores de Athletic Club de Bilbao que han demostrado que sus habilidades instrumentales no desentonan con las futbolísticas.
En sentido inverso, algunos músicos hicieron carrera en el mundo del fútbol antes de cambiar el balón por las guitarras. Sin salir de nuestras fronteras, Jero Romero la desarrolló en el CD Toledo cuando aún faltaba un trecho para que liderara a los añorados The Sunday Drivers. Jorge Martí, de La Habitación Roja, jugó en las categorías inferiores del Valencia (su padre lo había hecho en el primer equipo). Y, en Escocia, James Allan pasó por varios equipos locales sin saber que, poco después, añadiría a su biografía haber fundado la banda Glasvegas, cuyo disco de debut se abría con un corte de título elocuente: “Flowers & Football Tops”.
Estas excepciones confirman la regla que dice que los músicos, más que lucir su pericia futbolística, suelen mostrar cuáles son los colores que apoyan: Roger Taylor (Duran Duran) los del Aston Villa, Kasabian los del Leicester, Kaiser Chiefs los del Leeds United (para rizar el rizo, el nombre de la banda proviene del equipo sudafricano de donde había llegado uno de los mitos del club, Lucas Radebe), Johnny Rotten los del Arsenal, Robert Plant los del Wolverhampton, Norman Cook (The Housemartins, Fatboy Slim) los del Brighton o Antonio Luque (Sr. Chinarro) los del Betis. Mención aparte merecen Jorge Drexler, que escribió a su Peñarol “La Vida Entera”; y Los Planetas, cuyo amor por el Granada cristalizó en “Eterna Lucha”, el himno con el que festejaron el ascenso del equipo a Primera División en 2019.
En esta pieza colaboraron con J y amigos otras insignes bandas granadinas, entre ellas Grupo de Expertos Solynieve o Apartamentos Acapulco. Nos fijaremos en estos últimos, que han ilustrado las portadas de varios de sus trabajos con escenas futboleras: un joven aficionado de Boca Juniors, una jugadora a punto de chutar, George Best, Sócrates, Mágico González más Enzo Francescoli (a quien, a su vez, el propio Manu Ferrón dedicó “Cara De Astro”) y el puto amo, Robin Friday, emblema de la saga de mavericks que a lo largo de los 70 agitaron el fútbol británico con su rebeldía, sus melenas, sus borracheras y sus ligues. Por eso Super Furry Animals eligieron como portada de su single “The Man Don’t Give A Fuck” su foto más icónica.
La banda galesa liderada por Gruff Rhys nunca ha ocultado su pasión por el fútbol, sentimiento que llevaron a la práctica patrocinando al equipo de su ciudad, el Cardiff City, en 1999. Aunque suene un poco extraña, esta es una costumbre bastante arraigada en el Reino Unido en las ligas modestas, nivel donde se hallaba el Clydebank FC cuando Wet Wet Wet pusieron su nombre en sus camisetas.
Tan en serio se toman en las islas británicas el asunto de las camisetas, que estas también sirven para homenajear la música nacional. El Manchester City rindió tributo a la época Madchester inspirándose en la decoración de la discoteca Haçienda. Y el Coventry City hizo lo propio recordando la relevancia del movimiento 2 Tone con The Specials a la cabeza.
En España, por desgracia, nunca se ha llevado a cabo este tipo de iniciativas, aunque sí se ha tenido en cuenta a uno de los principales versos sueltos de nuestro fútbol: Diego Tristán, de quien en su etapa en el Deportivo de La Coruña se esperaba con la misma ansia un gol suyo que un rumor sobre alguna aventura extradeportiva. Un genio de mecha corta que protagonizó la carátula del primer disco de Autoescuela, “Recopa”, en el que había más referencias balompédicas en forma de canciones como “Yo Fui Edwin Congo” o “Distopía Madridista”. La sombra de Diego Tristán es tan alargada que también atrapó a Boyanka Kostova, el dúo trap gallego que le compuso el himno perfecto con “D. Tristán”.
El vídeo tan cachondo como costumbrista de Boyanka Kostova encaja a la perfección con el tono desenfadado que se suele aplicar a este tipo de clips futboleros, que pueden adquirir diversas formas. Como la de la pachanga que organizaron Hinds para “New For You”.
Por otra parte, sin perder sentido del humor, el noruego boy pablo sacó a relucir su amor por el balón derivado de sus raíces chilenas -de hecho, ha vestido con orgullo en varios conciertos la elástica de la selección de Chile con el número 9 a la espalda- en el partido que acompaña a “hey girl”. Bueno, ahí también muestra otro tipo de amor: el que siente por una chica a la que quiere dedicarle un gol. ¿Qué jugador adolescente con las hormonas hirviendo no ha soñado con hacer algo así?
Aunque no todo van a ser risas… Asian Dub Foundation recurrieron a la pelota hace más de dos décadas para denunciar el racismo, la discriminación y la desigualdad presentes entonces y vigentes todavía en Reino Unido en “Real Great Britain”, otra prueba de cómo los músicos británicos son únicos a la hora de mezclar sus sonidos, sus letras y este deporte para describir la realidad.
Como The Fall en 1983, cuando ya observaban que el fútbol inglés se alejaba de los aficionados para convertirse en un negocio que mangoneaban los directivos de los clubes y de la Football Association, a los que Mark E. Smith daba una patada en el culo en su acertada profecía.
Siguiendo esa estela, Manic Street Preachers profundizaron en la leyenda negra del fútbol inglés a través de “S.Y.M.M.” y “Liverpool Revisited”, dos canciones que recuerdan una tragedia que dejó en shock a toda una generación: la avalancha de aficionados sucedida en el estadio de Hillsborough de Sheffield en 1989, que acabó con 96 seguidores del Liverpool fallecidos sin que la justicia resolviera satisfactoriamente el caso entre acusaciones a la policía y al gobierno de Margaret Thatcher. 30 años antes, el desastre aéreo de Munich había golpeado dramáticamente al Manchester United, un hecho que Morrissey plasmó poéticamente en su etapa de resurrección artística gracias a “You Are The Quarry” (Sanctuary / Attack, 2004).
La alegría de la victoria y la tristeza de la derrota, risas y lágrimas, mitos eternos, estrellas a las que se les apagó el brillo antes de lo esperado, equipos que muy por pequeños que sean presumen de grandeza… La música siempre ha sabido captar la esencia del fútbol, el de antes y ¿el de ahora?
Ese asunto lo discutiremos en una siguiente entrega de música y fútbol… y viceversa, para la cual aún quedan muchas canciones futboleras ya compuestas (y las que nazcan en el futuro) por revisar si no surge otra pandemia que mande al garete el Mundial de Catar 2022. Hasta entonces, citando al maestro Eduardo Galeano, no olvidemos otra popular frase balompédica: “El ser humano puede cambiar de pareja, de sexo o de religión, pero nunca de equipo de fútbol”.