«Emperatriz Cixtitis» de Anne Simon es un cuento infantil en el que las mujeres son poderosas y entienden el sufrimiento de los hombres.
Hace más de dos años que, en mi reseña sobre la serie de cómics «Leñadoras», yo mismo lanzaba al aire la siguiente reflexión: «¿Es este el cómic que no solo debemos leer y gozar nosotros, sino pasar a las nuevas generaciones para que lean y gocen y crezcan en un clima de diversidad e inclusividad en el que nosotros no tuvimos la suerte de crecer? Va a ser que sí. Y va a ser que sí, sobre todo, porque sus autoras no olvidan nunca que “Leñadoras” es un cómic y no un panfleto feminista. El discurso revolucionario está ahí, como la capa interior de una cebolla con miles de capas. Pero, en la superficie, no deja de ser una vibrante ficción repleta de misterios, aventuras, criaturas fantásticas, referencias culturales deliciosas y una trama que se va haciendo cada vez más y más compleja. Si nosotros no hemos salido tan mal habiendo crecido con “Los Cinco” y con “Los Goonies”, imagina el maravilloso futuro que nos espera con generaciones que hayan crecido queriendo ser “Leñadoras”.«
Pero había algo que, embargado por subidón de toparme con una serie como aquella, no tuve en cuenta. Y es que, tal y como afirmó John Donne, ningún hombre es una isla. Tampoco ninguna mujer lo es. Lo que viene a decir que la existencia de «Leñadoras» era ilusionante… pero, vista desde la distancia, existía un panorama todavía mejor que el que yo imaginé en aquella reseña. Un panorama que se puede resumir en otra pregunta: si un futuro con generaciones que han crecido con «Leñadoras» puede ser bueno, ¿no sería mucho mejor un futuro en el que esta serie no es la única de su especie sino parte de todo un ecosistema de cómic diverso e inclusivo?
Desde entonces, se nota que muchas son las autoras que han tomado la viñeta para hablar en femenino. Ahí está, por ejemplo, Tillie Walden y sus cómics en los que los hombres no existen («En Un Rayo De Sol«) o en los que, cuando existen, es solo para encarnar el papel de villanos que unan a las mujeres en su lucha («¿Me Estás Escuchando?«). Y algo parecido ha hecho en nuestro país, por ejemplo, Genie Espinosa en su reciente «Hoops«, en el que plantea un mundo en el que los hombres desaparecieron en una misteriosa partenogénisis. Por poner como ejemplo a dos autoras con propuestas imprescindibles para entender el panorama comiquero actual.
Pero volvamos a «Leñadoras«, que es un cómic para niños pero disfrutable por adultos. Un cómic que inculca ciertos valores positivos en su lector y que lo hace sin necesidad de enarbolar banderas extremas. (Que, a ver, no estoy diciendo que las banderas extremas no sean necesarias, sino que junto a ellas está bien que existan también otras opciones.) Un cómic que por fin tiene hermanas tan interesantes como «Les Contes du Marylène» de Anne Simon, una serie de la que La Cúpula ya publicó una primera entrega («El Cantar de Aglaé«) hace un tiempo y que ahora acaba de editar su secuela: «Emperatriz Cixtitis«.
Y es que, si «Leñadoras» era una revisión de los cuentos de aventuras tipo «Los Cinco» pero en clave femenina e inclusiva, puede decirse que «Les Contes du Marylène» está haciendo lo propio con esa ciencia ficción repleta de reyes y reinas que pueblan mundos de fantasía en los que no operan las leyes de la realidad. «El Cantar de Aglaé» ya asentó las bases de un mundo, el país de Marylène, en el que Aglaé arrebata la corona al tirano Von Krantz para imponer un nuevo reinado en el que las mujeres llevan la voz cantante.
En «Emperatriz Cixtitis» (con esa referencia a algo tan femenino ya en el propio título), las cosas no pintan bien para Aglaé y sus súbditas, ya que la Emperatriz Cixtitis ha capturado a (casi) todos los hombres de la región y amenaza con castrarlos. La reina ha conseguido esconder a un pequeño grupo de hombres, pero Cixtitis los descubre en una visita oficial… Y hasta aquí puedo leer, porque como siga caeré en el terreno del spoiler. Lo importante es que esta segunda entrega de «Les Contes du Marylène» está poblada por seres fantásticos pensados para estimular cualquier mente infantil: un ejército de patatas fritas, un cocodrilo cocinero, una gran batalla entre dos ejércitos despiadados, una lucha por la corona, dos damas de honor obligadas a alimentar (literalmente) a su emperatriz, una buena ración de conspiraciones… Y un buen puñado de locuras que, de nuevo, son disfrutables para los niños, a los que nunca trata como idiotas (sino todo lo contrario), pero igual de gozosas para los adultos.
Anne Simon está construyendo poco a poco algo así como la versión femenina de la mítica «La Mazmorra» de Joann Sfar y Lewis Trondheim. Su estilo gráfico juega a una fantasía animal antropomórfica que se aleja de la realidad y reafirma la cualidad de leyenda de todo lo que explicado. Y, aunque pudiera parecer que la trama de «Les Contes du Marylène» da para un encendido alegato feminista, resulta interesante cómo la autora construye más bien un mundo en el que las mujeres pueden ser fuertes sin necesidad de contraponerse o antagonizarse contra los hombres.
«Defiendo los derechos de la mujer, pero también soy capaz de entender el sufrimiento de los hombres«, dice Aglaé al final de todo después de que, hacia la mitad de «Emperatriz Cixtitis«, haya parafraseado la «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana«. Y estas palabras dan el tono a un cómic (y a una serie de cómics) que, si acaba en la librería de cualquier niño junto a «Leñadoras«, ayudará a construir un futuro mejor para todos. Lo interesante es que ahora sabemos que ningún cómic es una isla… Y que, si ya tenemos estos dos ejemplos entre nosotros, los que seguirán llegando van a ser maravillosos. [Más información en el Twitter de La Cúpula]