Te presentamos a cuatro nuevas bandas que son nuestras apuestas en firme para 2021: Bananagum, bdrmm, beabadoobee y Working Men’s Club.
Bananagum
¿DE DÓNDE SALEN? De Melbourne, meca contemporánea del rock psicodélico (australiano y global) de la que provienen también King Gizzard & Lizard Wizard. Que aparezca aquí el grupo encabezado por Stu Mackenzie para hablar de Bananagun tiene mucho sentido, más allá de que sean vecinos: ambos comparten una gran querencia por los sonidos lisérgicos clásicos y, más que bandas, son familias numerosas. En el caso que nos ocupa, Nick Van Bakel (cantante y multi-instrumentista) inició el proyecto en 2016 como una aventura en solitario que posteriormente se transformaría por completo.
Su single de debut, “Do Yeah / Top Cat” (Anti Fade, 2019) -publicado a principios de 2019 y reeditado el pasado septiembre por Full Time Hobby– era un anticipo del vibrante estilo de Bananagun, apasionados de la psicodelia de los 60 y 70, el afrobeat (Fela Kuti es uno de sus ídolos), el latin soul, el garage, el funk, el tropicalismo brasileño (vía Os Mutantes) y el high life. Por todo ello, el combo vendría a ser la versión groovy de los mentados King Gizzard o, sin irnos tan lejos de España, la versión oceánica de nuestros Bifannah. Su primer LP, “The True Story Of Bananagun” (Full Time Hobby, 2020), es la máxima expresión de la manera en que Bananagun sumergen el pop y el rock tradicionales en sonoridades de latitudes lejanas y muy calientes.
NOS TIENEN TÓ LOCOS PORQUE… Bananagun entienden la música como un acto celebrativo y hedonista. De ahí que el ritmo sea el centro gravitacional de sus movimientos y el ingrediente básico de unas canciones de aspecto vintage que mezclan tropicália con psicodelia hippy (“Bang Go The Bongos”) y con lisergia beatleliana (“She Now”) cuando los australianos viajan a Brasil. Y, cuando se van a África, exhiben su lado más exuberante y selvático (“People Talk Too Much”).
A lo largo de cada uno de esos trayectos, Bananagun se dan varios festines alucinógenos que los introducen en túneles caleidoscópicos que los llevan directamente al Verano del Amor de 1967 en San Francisco (“The Master”, “Freak Machine”, “Mushroom Bomb”). El clímax de “The True Story Of Bananagun” llega con “Out Of Reach” y su orgía de vientos, el hit del álbum que haría que Austin Powers sacara todo su mojo a relucir.
PREDICCIÓN DE FUTURO. King Gizzard & The Lizard Wizard son únicos e incomparables, así que Bananagun no pretenden seguir su estela, sino que les basta con ser ahora mismo uno de los grupos más singulares y refrescantes de Australia trayendo el pasado al presente para construir un estilo particular que no debería quedarse en flor de un disco.
DOS Y DOS SUMAN CINCO. Psicodelia austral + polirritmia africana + tropicalismo brasileño + pop-rock sixties = Bananagun
MÁS EN… el Facebook y en el Bandcamp de Bananagun.
MIRA… “Out Of Reach”
bdrmm
¿DE DÓNDE SALEN? De Hull, y son la última apuesta británica de ese género inagotable que es el shoegaze y que continúa dando buenos frutos a pesar de la irrupción de otras modas musicales. Ryan Smith, vocalista, guitarrista y líder de la banda completada por su hermano Jordan (bajo), Joe Vickers (guitarra), Danny Hull (sintetizadores) y Luke Irvin (batería), tenía entre ceja y ceja ese estilo cuando hace cuatro años escribió la primera demo de bdrmm.
Una ristra de singles editados desde marzo de 2018 y el EP “If Not, When?” (Sonic Cathedral, 2019) perfilaron el empeño del grupo por actualizar los postulados del shoegaze siguiendo derroteros conocidos pero aplicándoles unas buenas dosis de intensidad y delicadeza (los quebrantos sentimentales y otros asuntos emocionales protagonizan sus textos). Slowdive, Ride y My Bloody Valentine son sus referencias más claras, pero bdrmm no intentan copiarlas al dedillo, sino que las introducen en atmósferas dream-pop y las agitan con pulsos post-punk en un proceso que busca el constante equilibrio entre la energía desplegada y la sensibilidad de las palabras expresadas. Así se define “Bedroom” (Sonic Cathedral, 2020), su estreno en largo.
NOS TIENEN TÓ LOCOS PORQUE… “Bedroom” es un vergel de desarrollos melódicos progresivos, sintetizadores sugestivos y ambientes etéreos que construyen una autopista hacia el cielo entre guitarras más transparentes (“Push / Pull”) o más recargadas (la arrebatadora “A Reason To Celebrate”, que remezcló el mismo Andy Bell de Ride) y derroches de emotividad shoegazer (“Gush”). La fase central del álbum, que se desvía hacia el post-punk (“Happy” y su reverso comatoso e instrumental, “(Un)Happy”), adelanta el cambio de tercio de una segunda mitad en la que las descargas eléctricas se van rebajando hasta desembocar en pasajes más taciturnos que se introducen de lleno en la característica languidez del dream-pop.
PREDICCIÓN DE FUTURO. bdrmm han firmado el que, probablemente, sea el mejor disco de shoegaze en Gran Bretaña de este extraño 2020. Por la habilidad con que manejan la materia, los ingleses están en disposición de marcar el devenir del género si continúan la senda abierta en “Bedroom”. De acuerdo, a veces da la sensación de que al shoegaze ya no le queda mucho más por ofrecer ni exprimir, pero bandas como bdrmm poseen la capacidad de encontrar los resquicios necesarios para mantenerlo fresco y renovado.
DOS Y DOS SUMAN CINCO. Shoegaze + post-punk + dream-pop + intensa delicadeza = bdrmm
MÁS EN… el Facebook y en el Bandcamp de bdrmm.
ESCUCHA… “Push / Pull”
beabadoobee
¿DE DÓNDE SALE? De Londres, es de origen filipino, tiene solo 20 años y también se la conoce por Beatrice Laus o Bea Kristi. Pero su corta edad no debería engañarnos: en tres años de carrera, beabadoobee ya posee cinco EPs publicados, acumula millones de escuchas en Spotify y ha alcanzado la categoría de fenómeno en YouTube y TikTok. Un éxito global conseguido gracias a una canción: “Coffee”, cuyo alcance se multiplicó exponencialmente cuando el rapero canadiense Powfu la sampleó en “death bed (coffee for your head)”, tema que arrasó entre la generación Z a golpe de baile tiktokero.
Aunque detrás de tan deslumbrante fulgor viral se esconde el talento de una chica que sabe lo que tiene entre manos: buenas canciones, que llamaron la atención de figuras como Billie Eilish o Matty Healy de The 1975 (compañeros de discográfica), fans reconocidos de la londinense. Eso sí, a pesar de sus coqueteos con el pop más comercial, beabadoobee nunca ha ocultado su espíritu alternativo, que se aprecia desde sus inicios orientados al bedroom-pop hasta la posterior evolución de su sonido hacia el indie-rock que nutre a su primer LP: “Fake It Flowers” (Dirty Hit, 2020).
NOS TIENE TÓ LOCOS PORQUE… beabadoobee ya ha dejado claro a lo largo de su trayectoria que nada va a corromper su alma independiente. De hecho, en el EP “Space Cadet” (Dirty Hit, 2019) aparecía el corte titualdo “I Wish I Was Stephen Malkmus”, toda una declaración de principios que, de alguna manera, se vuelca en “Fake It Flowers”, por cuyas venas corre rock alternativo noventero y grunge convenientemente glaseado (o, dicho de otro modo, bubblegrunge) para que entre por los oídos con suavidad, tal como confirman “Care” (parece sacada de la BSO de “Dawson Crece”) o “Worth It” y “Together” (que suenan a Hole con Courtney Love empachada de gominolas y KAS naranja). En “Fake It Flowers” beabadoobee nos habla de su novio, de su infancia y, básicamente, de la vida de una veinteañera, por eso hay tramos en los que la chica se pone especialmente emo y sensiblera.
PREDICCIÓN DE FUTURO. Si nos ceñimos a la teoría, es posible observar a beabadoobee como sucesora natural de la Waxahatchee más eléctrica o de Mitski… Pero, dejando de lado las comparaciones, tiene trazas de ser la gran sensación neo indie-rock con aspiraciones de convertirse en estrella entre la juventud que, gracias a su música, descubre y explora los sonidos alternativos de los 90. Ahora mismo, beabadoobee puede ser lo que quiera y puede llegar hasta donde se proponga.
DOS Y DOS SUMAN CINCO. Generación Z + espíritu noventero + indie-rock juvenil + fenómeno viral = beabadoobee
MÁS EN… el Facebook y en el Bandcamp de beabadoobee.
MIRA… “Worth It”
Working Men’s Club
¿DE DÓNDE SALEN? De Todmorden, el pueblo donde creció su fundador, Sydney Minsky-Sargeant, que recurrió a la música para lidiar con el aburrimiento y el aislamiento de su vida entre campos y valles. Aunque su mente estaba a unos kilómetros al sur, en Manchester, donde encontró inspiración en los legendarios grupos de la ciudad, desde Joy Division y New Order a 808 State, pasando por Happy Mondays y The Stone Roses. Y en Sheffield, tierra de Cabaret Voltaire. Aunque Working Men’s Club también se fijan en el techno de Detroit y el acid house, géneros que, combinados con el post-punk, el dark y new wave y la electrónica industrial, contribuyen al potente, robusto y espartano sonido de la banda.
Las connotaciones de su nombre ya indican por donde se mueve el remozado combo (sólo queda Sydney de su alineación original): a través de los 80 británicos más grises y golpeados por el thatcherismo, cuando la derecha neoliberal aplastaba a la clase obrera con puño de hierro y la juventud sólo podía evadirse con el fútbol y las raves. De hecho, el tecnopop madchesteriano de Working Men’s Club podría ser el que hubieran facturado Joy Division si todo hubiese ido con normalidad y no hubiesen tenido que transformarse en New Order: su música retumbaría en fiestas ilegales celebradas en naves abandonadas con la peña luciendo camisetas de “Unknown Pleasures” y danzando como Ian Curtis.
En esa historia imaginaria hallaron Working Men’s Club su sonido ideal, que explotan en su estreno en largo, “Working Men’s Club” (Heavenly, 2020), tras esbozarlo en su primer single, “Bad Blood / Suburban Heights” (Melodic Records, 2019), y desarrollarlo con el posterior “Teeth” (Heavenly, 2019), la señal de que estos chicos estaban listos para hacer saltar la banca.
NOS TIENE TÓ LOCOS PORQUE… Parece mentira que estos jovenzuelos ejecuten con tanta fuerza y precisión un estilo de tan marcadas reminiscencias ochenteras que evocan la época dorada de Factory Records y The Haçienda. Hasta tal punto, que “Valleys” colaría como la “Blue Monday” de Working Men’s Club en su función de bombástica apertura de un hipotético disco perdido de 1986 que anticiparía la eclosión del Segundo Verano del Amor en Manchester.
Aunque el grupo no sólo sigue las directrices de New Order (por mucho que la portada del LP lo sugiera automáticamente), sino que también aprovecha la veta del p-funk (inyectando esteroides a Tom Tom Club en “John Cooper Clarke”), del pop new-wave de la ola C81 (la excelsa “White Rooms And People”) y del post-punk joydivisioniano (“Tomorrow”). Entre medias, se cuelan contundentes latigazos dance-punk-rock que culminan en “Angel”, desenlace de más de doce minutos de duración que condensa la fiereza de Working Men’s Club hasta convertirse en la “I Am The Resurrection” del siglo 21.
PREDICCIÓN DE FUTURO… Muchos equiparan el apoteósico advenimiento de “Working Men’s Club” con el del homónimo debut de The Stone Roses. Suena exagerado, pero el tiro no va nada desencaminado… No hay duda de que este disco ha propulsado a Working Men’s Club a velocidad supersónica como dura competencia de tótems de la talla de LCD Soundsystem. Ah, y el año que viene, el grupo teloneará a New Order en Manchester en uno de sus conciertos más esperados en 2021. Ese encuentro en vivo entre abuelos y nietos musicales quizá signifique un histórico relevo que marque para siempre a Working Men’s Club.
DOS Y DOS SUMAN CINCO. New Order + dance-rock + post-punk + Madchester = Working Men’s Club
MÁS EN… la web, en el Facebook y en el Bandcamp de Working Men’s Club.
MIRA… “John Cooper Clarke”