«Reina del Grito» de Desirée de Fez es mucho más que un retrato de los miedos femeninos a través del cine de terror… Es la vida misma.
No recuerdo qué edad tenía exactamente cuando vi mi primera película de miedo, pero lo que sí que recuerdo a la perfección es qué película fue. Si hago cuentas, me sale que debía tener unos ocho añitos y que iría yo a tercero de EGB. Por aquel entonces, ya estaba como una chaveta y me despertaba de madrugada para estudiar y, de paso, tomar café como un señor mayor. Repito: ¡estaba en tercero de EGB! Lo que ocurre es que mi nocturnidad precoz, además, me dio acceso a muchas cosas que me estaban vetadas durante el día.
Así es como «Pesadilla en Elm Street» llegó a mi vida. Lo típico en la infancia de cualquier niño de finales de los 80: padres, tíos y familiares que no dejan de hablar de una película y que, de hecho, te dicen que tú no puedes verla. Que eres muy pequeño. Que te vas a quedar traumado de por vida. Que de qué vas, piltrafilla. ¿Y qué haces tú? Aprovechas una de esas noches en las que todo el mundo está durmiendo y tú estás (presuntamente) estudiando, para introducir en el vídeo la cinta VHS de «Pesadilla en Elm Street» y tragártela enterita totalmente en silencio como un ninja. O como un ladrón. O como un pequeño psicópata en potencia. Que cada uno elija lo que crea más conveniente.
¿Resultado de mi osadía? ¿Era demasiado pequeño? ¿Me quedé traumado? Mira, no. De hecho, ahí empezó una afición al cine y a la literatura de terror que compartí de forma apasionada con mi amigo Miguelito. Que también era fan de Michael Jackson. Pero no se lo tendré en cuenta (aunque entonces sí se lo tenía en cuenta porque lo imitaba en el patio del colegio y yo me puto moría de la vergüenza, chaval). Así que a lo que iba: me tragué todas las pelis de terror que caían en mis manos y, por suerte, mis padres nunca vieron nada extraño en ello.
Obviamente, ahora mismo te estarás preguntando «¿qué carajo me está explicando este tío si yo he venido aquí a leer una reseña del «Reina del Grito» de Desirée de Fez?«. Pues, a ver, he decidido abrir este texto de esta forma tan poco habitual precisamente porque creo que es la única manera sensata de abordar un libro como este, en el que su autora se abre en canal y muestra sus (asustadizas) entrañas, dejando al descubierto sus miedos, claro, pero también sus inseguridades, sus paranoias e incluso su vida privada. Ante un ejercicio de sinceridad tan maravilloso, no vale hacer una crítica desde la habitual superioridad periodística: tienes que igualar su honestidad. De ahí viene mi chapa.
Porque «Reina del Grito» no es «un recorrido por los miedos femeninos encapsulados en un conjunto de películas de terror» según Desirée de Fez. O mejor dicho: no solo es eso. Es muchísimo más. Y, para empezar, es precisamente una especie de deliciosa autobiografía a través de la que conocer la propia historia de la autora. Porque todos conocemos a de Fez como firma imprescindible para entender el periodismo de los últimos años especilizado en el cine de terror. Pero poco conocen a la mujer que está detrás de esa firma y, sobre todo, pocos adivinan la forma en la que su trabajo y su biografía se trenzan de forma inevitable.
Con un estilo desenfadado y candoroso, la autora se autorretrata con muy poca piedad y con mucho cachondeo. Lo que, todo sea dicho de paso, resulta del todo sorprendente… Y vuelvo a hablar de mí para hablar de «Reina del Grito«. Hace años que conozco a Desirée. Primero, como lector rendido a sus textazos, que siempre me han parecido realmente elocuentes a la hora de exponer enfoques originales y únicos que sientan como un soplo de aire fresco en ese periodismo del cine de terror que siempre había sido un verdadero campo de nabos. Más adelante, y ya en persona, pude comprobar que detrás de aquellos textos se encontraba una persona agradable y risueña que siempre se alegra genuinamente de encontrarse contigo en cualquier sarao. Más todavía si es el Festival de Sitges.
Digo esto para constatar que la Desirée de Fez que he conocido en «Reina del Grito» no tiene nada que ver con el poderío de sus textos ni con la alegría de su persona. Que sí. Que claro. Que todo está ahí. Pero en su libro se atreve a mostrarse vulnerable, a exponer todo un conjunto de miedos que ha vivido desde que es pequeña, con los que sigue conviviendo a diario, y a vehicularlos a través de una impecable lista de películas de miedo. En el libro, una cosa (la vida de Desirée) no puede entenderse sin la otra (las pelis de miedo). Y viceversa.
Es de esta forma tan magistral, trenzando vida y cine, como consigue que «Reina del Grito» se convierta en una valiosa obra universal que puede ser gozada a tres niveles distintos pero complementarios. Empezando, obviamente, por lo que ya ha señalado todo el mundo: la lectura feminista y empoderadora que se desprende de su lectura. Feminista porque la mayor parte de los miedos que de Fez expone (miedo a la sangre, a no volver a casa, a la mujer que hace lo que le da la gana…) son intrínsecamente femeninos. Muchos de ellos, relativos a la maternidad (miedo al embarazo, a explotar, a fracasar como madre…).
Pero es que quedarse con los miedos es quedarse con la mitad de lo que ocurre en «Reina del Grito«, un libro que se abre con una anécdota en la que Nico, la hija de Desirée, parece haber heredado los miedos de su madre. Pero también un libro que se cierra con Nico cantándole las cuarenta a su madre un año después y diciéndole que no puede vivir con tanto miedo. Rompiendo el círculo del miedo de una forma empoderada. De la misma forma que, a través de su autobiografía, de Fez rompe muchos otros círculos que se le han impuesto por ser mujer en dos mundos de hombres: el mundo en el que todos vivimos y el mundo del periodismo de cine de terror.
La segunda lectura de «Reina del Grito«, de hecho, tiene que ver precisamente con el periodismo del cine de terror. Y es que este libro ostenta una visión realmente desafiante contra muchos cánones que se consideran inamovibles en este tipo de cine. Desirée los desafía no como mujer, sino como periodista (por mucho que le haya costado precisamente que tengan en cuenta su opinión como periodista por ser mujer). Si eres aficionado al cine de terror, lo más probable es que, después de leer a de Fez, corras a revisionar todas las películas mencionadas por ella precisamente porque su visión te abre los ojos a todo un conjunto de detalles e interpretaciones que nunca habías percibido con anterioridad. ¿Existe algo más delicioso que descubrir nuevos pliegues inexplorados en las películas que adoras?
La tercera y última lectura que se desprende de «Reina del Grito» es puramente universal. Y aquí llega cuando vuelvo a mi apertura de esta reseña… ¿Recordáis lo que explicaba de mi infancia? Pues juro y perjuro que aquello me insensibilizó contra el miedo. Contra el miedo cinematográfico de forma absoluta. Y contra el miedo en la vida real en gran parte. Creo que nunca he pasado miedo de verdad con una peli y, en general, no soy una persona miedosa.
Por eso me resulta tan impactante sentir una honda sintonía con muchos de los miedos de Desirée, por mucho que yo nunca los llamaría «miedos» sino «preocupaciones». Así de gilipollas soy. Y así de educado en la masculinidad heteropatriarcal del siglo pasado. Puede ser, al fin y al cabo, que de Fez sepa atacar todos estos miedos que, de alguna forma u otra, son coyunturales al ser humano. «Reina del Grito» es capaz de explicarte lo que te está pasando con tus padres de una forma mucho más clara de lo que tú puedas llegar a articular nunca: «Había dejado de ver a mis padres como una entidad abstracta (la familia que te toca y aceptas precisamente por eso, porque es la que te toca, porque es la tuya) para verlos como adultos a los que no siempre entendía y que incluso a veces podían caerme bastante mal. Es una sensación rara, en ocasiones muy dolorosa, que no tiene tanto que ver con la maternidad como con hacerse mayor«.
Y también puede explicarte eso que nunca has tenido los cojones de admitir sobre varias de tus relaciones de pareja: «La mirada de Rosemary capta a la perfección cómo el embarazo intensificó en mí una sensación que ya había tenido en otras relaciones. Son esos momentos, a menudo inesperados e instantáneos, en los que miras al otro y no sabes si estás con él por cómo es o porque le has adjudicado la personalidad que en ese momento te venía bien. Es esa cosa de no saber si está queriendo o proyectando, un dilema tan sutil como incómodo que, cuando se sostiene demasiado tiempo, suele acabar en crisis o ruptura«. También puede revelarte muchas otras que no mencionaré para no seguir alargándome.
En definitiva, «Reina del Grito» propone tres lecturas que van de las más específicas a la más universal. Porque, al final, Desirée de Fez no solo habla del cine de terror y de su vida. Habla de todos nosotros como seres humanos. Y lo hace con una profundidad y una elocuencia mayor que el 85% de las novelas río que te venden como «más grandes que la vida misma«. Este libro no pretende ser «más grande que la vida misma«, sino que es «la vida misma«. Sin pretensiones. Un libro en el que verse reflejado como ser humano en unos tiempos en los que ser humano cada vez es más difícil. Y perdón por el juego de palabras facilón. [Más información en el Twitter de Desirée de Fez y en la web de Blackie Books]