Es fácil perderle la pista a Matt Elliott. Primero, porque parece que el hombre parece empeñado en operar en los márgenes de la industria musical tradicional. Pero, sobre todo, porque nos despista a base de bien: parecía que había dejado de lado a The Third Eye Foundation para centrarse en los discos de doom folk firmados con su propio nombre, pero de pronto volvió con The Third Eye Foundation para firmar el más que interesante «The Dark» (Ici D’Ailleurs, 2010) y, cuando creíamos que seguiría por ese camino, resulta que ahora nos acaba de plantar delante «The Broken Man» (Ici D’Ailleurs, 2012) de nuevo bajo el nombre de Matt Elliot. Quien le entienda, que le compre. Sea como sea, da igual cómo se empeñe en desaparecer: su música le hace volver a primer plano de actualidad se ponga el nombre que se ponga. Aquí está para probarlo «Dust, Flesh and Bones«, un desarmante tema que arranca como el Leonard Cohen más oscuro para, a la mitad, quebrarse en uno de esos lamentos circulares y obsesivos a los que ya nos tiene acostumbrados Elliott.