Cómo puede cambiar la vida en un año… Dylan Baldi, otrora desaliñado demiurgo de Cloud Nothings, lo sabe muy bien: hace 365 días contábamos aquí mismo la manera en que él y sus secuaces habían pasado, en idéntico periodo de tiempo, de publicar una primera referencia (“Turning On”; Carpark, 2010) destartalada y absolutamente amateur que plasmaba sus interminables sesiones de ensayo en un garaje (o en cualquier otro polvoriento lugar; todo era posible…), a ofrecer un segundo álbum (el homónimo “Cloud Nothings”; Carpark, 2011) ágil y dinámico que, aunque no abandonaba los ideales rebeldes de Baldi, reflejaba que su fórmula se había pulido y domesticado irremediablemente en el estudio. Pasado otro año, el de Cleveland vuelve a variar la estética de su banda pero sin hacer que pierda toda su identidad. Eso sí, durante el proceso de semi-metamorfosis, Cloud Nothings se quitaron de encima definitivamente la etiqueta lo-fi para introducirse de lleno en el indie-rock compacto y pétreo de la mano de uno de los prestidigitadores más efectivos, duros y afamados del planeta alternativo: Steve Albini.
Baldi era plenamente consciente de donde se metía cuando contactó con el músico, ingeniero de sonido y productor californiano con base en Chicago: por un lado, cambiaría su modo de trabajar para obtener los resultados perseguidos por su nuevo guía espiritual según su peculiar libro de estilo (el de Cleveland declaró en una entrevista concedida a Pitchfork que no estaba seguro de si Albini recordaba si habían hecho una buena tarea porque este se dedicaba a jugar al scrabble on-line durante la grabación); por otro, transformaría su perspectiva del negocio, por aquello de pensar en ampliar sus miras y alcanzar una mayor y más diversificada audiencia; y, entre medias, debería tener en cuenta el efecto de todo ello en su propio entorno. De ahí que eligiera una ambigua frase para titular su tercer LP, “Attack On Memory” (Carpark, 2012), una especie de advertencia que indicaría su afán por transmitir a sus seguidores potenciales y a los de siempre que su grupo había mutado.
Lógicamente, no tardó en surgir la gran pregunta: ¿serían reconocibles los renovados Cloud Nothings? En parte sí, en parte no. Como era de esperar, a primera vista destaca la crudeza con que suenan sus canciones, en las que los golpes de batería y los acordes guitarreros marcan un ritmo marcial: “No Future / No Past” abre “Attack On Memory” para despejar cualquier duda al respecto martilleando el espíritu de los Pixies en medio de un halo derrotista inspirado en el discurso (post)grunge, con un Baldi que parece buscar los límites de su garganta hasta situarse a la altura de Frank Black en “No Sentiment”. La agitación y la fogosidad tan características de la banda aumentan en la sorprendentemente extensa “Wasted Days” (en la que los vibrantes riffs primero se aclaran y después se enmarañan según los cánones de Fugazi sobre una percusión tan firme y primitiva como la de los Sonic Youth más abrasivos) y se prolonga en la intensa “Our Plans”. Definitivamente, estos cuatro cortes ejemplifican que Cloud Nothings asimilaron sin rechistar los postulados de la escuela particular del profesor Albini.
No obstante, como sucede en toda academia, siempre hay momentos en los que los alumnos pueden sublevarse si se ven sometidos a demasiados cambios. En este caso, Cloud Nothings se levantan del pupitre para recordar a su mentor, con máximo respeto, que su nombre se asoció desde sus comienzos a la frescura adolescente y casi ingenua del irreverente noise de baja fidelidad, distintivo que Baldi y sus camaradas no quieren abandonar y que defienden con uñas y dientes a través de “Fall In”, “Stay Useless”, “Separation” y “Cut You”, en las que la banda sube y baja el piñón melódico y construye estribillos contundentes con la misma habilidad que había demostrado en sus anteriores trabajos. Estos cuatro temas contrastan con la otra mitad del conjunto (en total, ocho; se agradece la brevedad) pero, a la vez, pertenecen a un todo sin fisuras, que se deglute de una tacada, a toda velocidad, sin peligrosos empachos, tal como inculca en la mayoría de sus colaboraciones Steve Albini. Quizá a Dylan Baldi no le resultó fácil conectar con el productor automáticamente ni dar el visto bueno a todas sus propuestas, pero puede afirmar que, después de tan profunda experiencia, y a pesar de que aún presume de una insultante juventud (veinte primaveras), ya es un hombre hecho y derecho. Y Cloud Nothings, un grupo más impetuoso y robusto.
Cloud Nothings – Attack On Memory by Carpark Records