En un momento en el que las tendencias apuntan de manera cada vez más descarada hacia los sonidos artificiales, en el que la inclusión de sonidos electrónicos está a la orden del día cuando se trata de la composición de tu nuevo álbum o en el que el productor de turno roba a menudo la personalidad de los grupos más nóveles, resulta sorprendente encontrarnos con una propuesta tan simple como la de estos jovenzuelos provenientes de uno de los hervideros de pop lo-fi más activos del mundo, la costa oeste americana, de la que también nos llegan propuestas más o menos afines como las de Julian Lynch, Beach Fossils e incluso Kurt Vile. Real Estate lo tienen claro: lo suyo es tan sencillo (y tan difícil a la vez) como tratar de encontrar el corte de pop perfecto, sin más ayuda que la de unas limpias guitarras y las cuidadas voces de Martin Courtney y Matt Modanille (del cual conviene por cierto revisar su proyecto en solitario, Ducktails, autor de uno de los temas más “verano” con el que nos hemos topado en mucho tiempo). El resto del conjunto que conforma este sophomore de los de New Jersey tampoco desentona: la belleza de la portada despide cierta monotonía e irradia simpleza sofisticada, en un claro guiño al patrón que corta cada una de las diez composiciones aquí contenidas, canciones que de primeras suenan realmente similares, pero que empiezan a desprender matices con cada escucha que les das, creando la sensación de que nos encontramos ante un álbum más complejo, en el buen sentido de palabra, que de lo que parecía a priori.
En cierto modo, «Days» (Domino / PIAS Spain, 2011) es la continuación perfecta para ese debut homónimo que causó sensación en el continente americano y que incluso los trajo al Primavera Sound barcelonés de la mano de Pitchfork en su primera visita a nuestro país. Lo es porque continúa el camino donde lo había dejado su predecesor sin tratar de inventar nada nuevo, pero ofreciendo unos cortes que rayan sin duda a la altura a la que lo hacían las aclamadas «Fake Blues«, «Beach Comber» o «Suburban Beverage» de hace dos años. En «Days» hay espacio para melodías juguetonas e inocentes como las que llenan los cortes más inmediatos: la inicial «Easy«, «Kinder Blumen» o esa «It’s Real» que abre con una guitarra muy del palo de unos Vampire Weekend en versión relajada e incorpora ese reverb tan de moda últimamente acompañando unos felices coros. Sin embargo, también tienen cabida canciones con desarrollos más largos como puedan ser «Out of Tune«, «Green Aisles» o, definitivamente, la final «All The Same» que justifican el porqué de su elección como teloneros de algunos primera división de la escena como puedan ser Girls o Bradford Cox y sus Deerhunter.
Que estos chicos quizás no se merezcan el crédito y la expectativa de la que gozan con una carrera tan cortita es algo que pocos discutirán, pero hay que aceptar también que es algo intrínseco a la situación que atraviesa la industria musical a día de hoy, que olvida rápido y encumbra a nuevas bandas todavía con mayor velocidad. Esto, de cualquier manera, no es culpa de nuestros protagonistas, pues ellos se dedican a crear bellas y sencillas composiciones pop sin más intención aparente que la de hacer disfrutar a un público todavía minoritario, que podría haberse encontrado con un disco que debería presentarse como la terapia perfecta para cerrar de manera definitiva este verano casi infinito.