Entrevistamos a Confeti de Odio porque su disco «Tragedia Española» se ha convertido en nuestra banda sonora oficial de este año 2020.
A pesar de que no seamos conscientes, nosotros no elegimos el momento, sino que el momento nos elige a nosotros. Quizá sea producto del determinismo del universo, que nos conduce a un tiempo y a un lugar concretos según unas leyes físicas inquebrantables, aunque solemos enfocar ese proceso desde una perspectiva espiritual para pensar que se trata de la fuerza del destino. Empujado por esas energías invisibles, Lucas Vidaur (músico y escritor, también miembro de Axolotes Mexicanos) publicó el estreno en largo de su proyecto Confeti de Odio, “Tragedia Española” (Snap! Clap! Club, 2020), en plena pandemia del coronavirus, con todas las dificultades que esa decisión conllevaba.
Con todo, aquel complicado escenario podía convertirse, extrañamente, en una situación favorable. En cualquier caso, esa duda solo se resolvería a medida que fuésemos saliendo del túnel del confinamiento para iniciar la nueva realidad mascarilla en boca. Lo que sí se descubrió inmediatamente cuando “Tragedia Española” vio la luz fue una curiosa teoría: las supuestas propiedades adivinatorias de Lucas sugeridas por algunas de las letras contenidas en el álbum.
En realidad, esas canciones no poseían tal mágica cualidad, por mucho que el cerebro nos lo hiciese creer… Vamos, que fue una tremenda casualidad. Este detalle pareció provocar que muchos oídos se fijasen en el primer LP de Confeti de Odio, quien ya venía anticipando desde sus singles iniciales y su EP “Llorar de Fiesta” (Snap! Clap! Club, 2018) que su talento iba a explotar definitivamente.
“Tragedia Española” es un disco anclado en los postulados del pop-rock alternativo, pero su riqueza sonora ayuda a que el estilo imprimido por Lucas se expanda en varias direcciones. Gracias a la producción de Juan Pedrayes (Axolotes Mexicanos, Carolina Durante), resulta imposible imaginar que el trabajo fue gestado y registrado en su mayor parte entre las cuatro paredes de una habitación. Luego, los sinceros versos expresados a corazón abierto por Lucas, siempre recubiertos de una pátina cruda y derrotista, completan una obra tan sensitiva como visceral, un auto-exorcismo que tiene todas las trazas de convertirse en un disco generacional para los Z, los millennial y los de más allá. Sí, sí, “Tragedia Española» también está indicado para adult@s y madurit@s.
Como se suele decir, cualquier persona vive su propia tragedia. Después, cada uno y cada una le pone el adjetivo que quiera. Confeti de Odio apostó por definir la suya con un epíteto poético a la par que descriptivo. Introducirse en su drama individual significa identificarse con muchas de sus historias por lo que cuenta y cómo lo cuenta, sin necesidad de derramar lágrimas. Al contrario: el propio Lucas, aunque parezca el chico con la espina clavada en su costado, afirma que en el disco también hay luz (que nunca se apagará, se supone…).
Habrá que creerle antes de que nos explique y desentrañe el musical de (parte de) su vida llamado “Tragedia Española”, mientras lidia con la incertidumbre reinante para presentarlo en directo.
El hecho de que “Tragedia Española” se hubiese editado en plena pandemia fue una situación compleja… Sí, totalmente. Pero tampoco sabíamos cuánto iba a durar aquella situación y, fíjate, seguimos metidos en ese lío… Si lo hubiésemos publicado ahora, habría pasado lo mismo.
Es decir, con la fecha de publicación ya planificada, supongo que era mejor no retrasarla… Es que tampoco sé cuál sería la diferencia de haber esperado más tiempo. ¿Vender un par de entradas más para el concierto más inmediato? Bueno. Pero la gente ha escuchado el disco, lo sigue escuchando y, como estamos todos igual, no soy el único artista que no puede tocar. Al menos, cuando vuelvan los conciertos con normalidad, el público va a querer verlo todo.
Si vemos la otra cara de la moneda, durante el confinamiento la gente dispuso de más tiempo para escuchar el disco y prestarle más atención. Por supuesto. Mucha gente, por puro aburrimiento debido a la cuarentena, debió de decir “hostia, un disco nuevo al que le han dado un poquito de bombo, vamos a ver”. Estoy convencido de que el confinamiento hizo que más personas me descubrieran.
Curiosamente, los efectos del coronavirus y de la reclusión doméstica provocaron que se hablara de “Tragedia Española” y de sus canciones como premoniciones de lo que estaba sucediendo. Me llamó mucho la atención esa correlación. ¿Qué te parece que se hubiera vinculado el álbum con aquellas circunstancias por determinadas letras y temáticas? Evidentemente, no se escribieron con la pandemia en mente. Pero sí que lo entiendo, sobre todo por la canción “Todo Muere”, en la que se encuentra la frase “epidemia universal”. Hay cosas que sí parecen relacionadas. Pero, más que se vincule con la pandemia, lo que me parece bonito es que la audiencia pueda recordar este disco como el que escuchó durante aquellos momentos. Lógicamente, no es un LP sobre este asunto y cada uno lo va a relacionar con lo que sea. La pandemia es una situación triste, el disco tiene bastantes cosas tristes y la gente los asocia: habla de muerte y por culpa de la pandemia mueren personas, pues todo se conecta. Aunque, realmente, el disco es diferente. Me gustaría que “Tragedia Española”, al menos, hubiera podido entretener a alguien temporalmente durante ese período en el que todos estábamos hambrientos de distracciones. Un disco que sale en plena pandemia puede ser para mucha gente el recuerdo de aquel tiempo, dentro de lo horrible de las circunstancias.
El título del álbum, “Tragedia Española”, presenta dos enfoques. Primero, el tuyo personal. ¿En qué consiste esa tragedia para ti en el plano individual? El título fue producto de una sucesión de ideas que me llevaron a él y que me engancharon. Por un lado, por su sonoridad. Me encanta la estética de las palabras y cómo quedan. ‘Tragedia española’ es un concepto fuerte que no se olvida. También está el adjetivo ‘española’, que nos da como mucha rabia, y por eso me gusta.
A algunas personas incluso les puede resultar relativamente provocador… Claro. A la vez son unas palabras altisonantes. Al ser Confeti de Odio el proyecto de una sola persona, alguna gente puede preguntarse: “¿Este de qué va llamando a su disco con un concepto tan elevado, como si fuese la ‘Divina Comedia’?”. En las tragedias griegas, cada obra trata de unos personajes en concreto. El disco no está hecho pensando en la generación ni en el país a los que pertenezco. Esta tragedia es española porque yo soy de aquí, no tiene más connotaciones. Se trata de mi tragedia, la tragedia de una persona media.
A pesar de lo que comentas, y ahora viene el segundo enfoque del encabezamiento de “Tragedia Española”, ¿es posible extender esa tragedia privada al resto de la juventud de nuestro país? Cada uno puede identificarse con lo que escucha, aunque para nada tengo un target determinado. Recuerdo que alguien dijo en cierta ocasión que no era mi target porque tenía 60 años, pero que le encantaba mi música… Claro que es mi target. No hago música expresamente para los más jóvenes. Es 100% música para mí y eso es lo que hace que la gente conecte con ella. Yo mismo, cuando escucho música, me doy cuenta de que, si intentas hacer algo a propósito para que el oyente conecte o componer un himno generacional que englobe mucho, se acaba quedando en algo vacío, sin sustancia. He optado por lo personal, por lo que es muy mío. Como no dejo de ser una persona como otra cualquiera, resulta obvio que muchos problemas que tengo van a resonar en gente que los tiene o que ha vivido situaciones similares. Lo más importante siempre es ser tú mismo o intentar transmitir lo que te apetezca muy egoístamente. Si eso es genuino y puro, terminas conectando con la gente. Porque no somos tan distintos los uno de los otros.
Por lo que explicas, es inevitable pensar que tus canciones se basan entonces en hechos reales que han sucedido a lo largo de tu vida… Mezclé un poco de todo. Obviamente, hay muchísima exageración y no toco todos los temas de mi vida, el disco no abarca tanto. Pero sí que se basa en experiencias cercanas para tener unas referencias, jugar con más comodidad con las letras y hablar de algo que conozco. No he intentado hacer un disco, yo que sé, sobre cómo ser mujer, porque no lo soy [risas], y se notaría. Así que he hablado de los problemas que he vivido. Y eso hace que la gente que los haya padecido -o no, porque las canciones también pueden gustar a quienes no hayan pasado o pasen por ese tipo de problemas- lo note más puro y real.
¿No temes que tanto drama llegue a considerarse exagerado, como has dicho, o incluso demasiado teatral e impostado? No me preocupa, porque todo ese rollo de ser real -en el sentido más rapero de la palabra- no me interesa. El arte también es fantasía.
Más bien me refería al sentido melodramático de las letras de Confeti de Odio. Es que el melodrama me mueve y me flipa. Lo que busco haciendo arte es afrontar la realidad con locuras y fantasías o escapar de ella. Con lo cual, todo vale, no hay ninguna clase de límite, no tiene que ser todo real. El estilo costumbrista no me atrae en absoluto si debo abordarlo yo mismo, pero me gusta en otros artistas.
Con todo, el disco posee un carácter muy realista, aunque no lo persigas de antemano. No hablo de dragones, al fin y al cabo. Pero, empezando por el título, “Tragedia Española”: ¿tragedia de qué? Si al final soy un tío con muchísimos privilegios si me comparas con otras personas y estoy en el perfil que mejor se encuentra en cuanto a muchos factores. Eso es “Tragedia Española”: que alguien como yo, que me va bien (según lo que se entiende por ir bien), puede tener una tragedia.
¿En qué se diferencia el personaje de Confeti de Odio de la persona de Lucas? Confeti de Odio es el outlet donde puedo amplificar todos los sentimientos y sensaciones que tengo. Pero no me obsesiono con la diferencia entre Confeti de Odio y Lucas. Tampoco he construido activamente un personaje con papel y lápiz. Simplemente es mi faceta artística y, en ella, todo vale para mí. Eso es liberador en muchos aspectos: en cuanto a los conciertos, el espectáculo, el vestuario, las sesiones de fotos… No es que me guste distanciarme de eso, sino que me gusta enfocarlo como un proyecto artístico. Por eso no me llamo Lucas como cantante, sino Confeti de Odio. Siento que me permite explorar y experimentar mucho más. Es como una carta para salir de la cárcel en el Monopoly. Así también puedo decir cosas que me dan vergüenza o no me atrevo a hacerlo siendo Lucas. Funciona como una vía de escape para dar salida a cosas que igual me las pensaría dos veces si tuviera que plasmarlas con mi nombre de pila.
En una de nuestras Fast Date, con motivo de tu anterior EP, “Llorar de Fiesta”, confesaste que tu talento secreto era, justamente, no tener secretos. ¿Es ese el punto de partida de tus canciones? Sí, va muy en la línea de la brutalidad honesta, es algo que también me mueve cuando saco una canción. En prácticamente todas mis canciones hay una frase, al menos, que me da como un poco de pudor expresar. Cuando me pasa eso sé que tengo que decirla más alto, porque sé que ahí es donde estoy entrando en algo con lo que me arriesgo, nunca voy a lo seguro. Lo seguro me aburre, me parece que voy a decir algo que ya se ha dicho antes mil veces e incluso mejor. En las canciones de Confeti de Odio hay frases que me provocan nervios al soltarlas. Y en este disco hay un montón de momentos como esos que hacen todo más excitante. Detecto que tengo un secreto en mi cabeza y me digo: “¿Por qué me da vergüenza hablar de ello?”. Ahí es cuando veo que tengo que hacer una canción que trate ese asunto.
En aquella Fast Date nos contaste también que, de tener un súper-poder, ese sería estar súper-bien. ¿Con “Tragedia Española” has conseguido desahogarte y acercarte a ese estado de equilibrio interior? El bienestar es como un unicornio. Con “Tragedia Española” he logrado alcanzar cierto bienestar, pero ahora tengo otras carencias que van surgiendo y ahí está precisamente la gracia. El día que no tenga nada más que decir, pues ya está.
Por eso se afirma con frecuencia que, en el pop, es más fácil escribir cuando se pasa por una etapa de dolor o inestabilidad que cuando se siente alegría y felicidad. Para escribir hay que encontrarse en un estado positivo. Se romantiza mucho la depresión como alimento creativo, pero cuando te sientes realmente mal no haces nada y estás bloqueado. En esas circunstancias no hago canciones, sino que me regodeo en mi pena y luego, poco a poco, me voy sanando. Una vez estás bien y lo has superado por la vía natural, puedes regresar a ese momento mentalmente y sacar la chicha de esa experiencia negativa y de ese aprendizaje.
Entonces, más que sentir alivio, has resuelto determinadas insatisfacciones personales. Sí, he saciado un deseo de expresar muchas cosas. Esa necesidad llegó después de publicar “Llorar de Fiesta”. Y ahora, publicado “Tragedia Española”, tengo otras que saciar. No sé si son muy diferentes o siguen un poco la misma línea. En todo caso, son el motor que me empuja a hacer cosas. No puedo parar de hacerlas porque, de momento, tengo cosas que decir. Espero que eso siga así siempre.
Repasado el disco, y teniendo en cuenta que es una materia fundamental en el pop, ¿es el amor (y el desamor) el principal argumento de tus letras? El amor lo mueve todo. Pero, en este disco, el amor casi nunca es el romántico estándar, excepto en una canción o dos. Casi todas las canciones hablan, sobre todo, del amor propio y de otro tipo de lazos -más de amistad y familiares- que del amor al uso de pareja.
¿Por qué tanta fijación con la muerte y los hospitales? Son las palabras que más pronuncio en “Tragedia Española” [risas]. El hospital es el sitio que más odio en el mundo, es el lugar de menos confort. Todos tenemos unos lugares favoritos y otros que odiamos. Mis preferidos son las piscinas; y los peores, los hospitales. Con lo cual, como es lo que más aborrezco y el disco es muy catártico, es el lugar que más he tenido que citar. Todos nos hemos visto obligados a estar en hospitales más veces de las que nos gustaría…
Pero esas menciones aparecen de una manera natural, no por buscar un significado concreto. No, no creo que el disco sea tan conceptual. De hecho, estoy pensando -aunque no sé si llegará a ser así- en un siguiente trabajo verdaderamente conceptual, con presentación, nudo y desenlace. Pero no veo “Tragedia Española” como una obra conceptual, sino que contiene una serie de conceptos que se repiten, lo que produce que sea un disco coherente. Aun así, mucha gente lo llama conceptual como si fuese una historia o una odisea, y no creo que sea así para nada. Es una serie de momentos de mi vida reunidos y, evidentemente, tienen cierta coherencia. Es más, hay canciones que se han quedado fuera porque me chocaban estéticamente con los temas del disco. Pero no ha sido una cuestión súper-activa de maquetar y pensar en el orden de las cosas que digo.
¿Incluirías tu música en ese concepto tan en boga en la escena alternativa española denominado ‘pop de bajona’? No sé… Lo que hacía antes era música con mucho rollo emo, así que nunca he notado que haga algo especialmente triste. Al calificarse ahora mi música como pop y al estar yo quizá en un círculo más pop, resulta más sencillo catalogar mi estilo como ‘pop triste’. No me parece mal el término, aunque tampoco sé cuánto de pop tengo. Esta es una palabra que me gusta mucho pero, al mismo tiempo, engloba demasiadas cosas.
Sí, suele usarse como una etiqueta muy difusa… Por mi relación con grupos como Cariño se me incluye en el pop, aunque musicalmente no nos parecemos en nada. Eso sí, pasamos mucho tiempo juntos y nos movemos en el mismo círculo.
Es probable que se establezca esa conexión con el ‘pop triste’ porque tu música alcanza a un tipo de oyente que parece buscar respuestas a sus sentimientos en tus canciones y tú se las puedes ofrecer. Está claro que mi música no es la más optimista del mundo [risas]. Juan, mi productor, bromea con lo que declaré en un par de entrevistas, que yo veía bastante luz en “Tragedia Española”. Y él se ríe de mí al decirme que en el disco casi no hay luz. Sin embargo, creo que en casi todas las canciones hay ciertos momentos de esperanza. Entiendo que la gente debe encajonar a los artistas para orientarse rápido y habla de Confeti de Odio como ese chico triste. Lo comprendo, no pasa nada. Pero, si ahondas un poco, escuchas que no es todo oscuridad ni soy un artista que se quede en la superficie.
Curiosamente, el sonido de “Tragedia Española” contrasta con esos versos afligidos. ¿Buscaste intencionadamente que ese sonido resultase, en general, épico y grandilocuente? Sí, totalmente. De hecho, tenía canciones que sonaban aún más grandes. En mi cabeza eran muy épicas, con muchas trompetas [risas]. Al final quedó un disco más rockero de lo que me esperaba. El siguiente será más orquestal.
Desde tus inicios siempre se te ha asociado a otro subgénero musical: el bedroom-pop. ¿Se podría seguir denominando así tu estilo? Me gustaba mucho antes de Confeti de Odio, en otros proyectos en los que tiraba por el rollo lo-fi americano. Parece que el bedroom-pop ha pegado fuerte en España, pero lo que se asocia ahora a esa etiqueta es música muy cool y es algo que me repele un montón. Odio todo lo que sea ‘cool’, ‘fresquito’ o ‘chill’, no puedo con ello, me parece anti-arte. Entiendo que el EP “Llorar de Fiesta” es bedroom-pop porque, literalmente, se hizo en casa de Juan, en su cuarto, pero no buscaba eso activamente. Al revés: con los recursos que teníamos, hicimos un EP, con todo sintético. El LP también lo es bastante, ya que el 80% se hizo otra vez en el cuarto de Juan, pero utilizando baterías reales y demás. Mi objetivo es que la gente crea que Confeti de Odio es un grupo o una entidad extraña con muchos instrumentos. Cuantos más recursos tenga, más voy a intentar sonar grandilocuente o a estadio, incluso.
En los inicios de Confeti de Odio transitaste por el rock, el pop acústico, el tecnopop y también la música urbana, pero en “Llorar de Fiesta” concretaste más tu paleta sonora. ¿Ese EP fue la base que te condujo a definir el molde de “Tragedia Española”? Bueno, ahí están “Tu Puta Barba”, muy punki-pop; y “Hoy Será un Día Horrible”, cuyo sonido es quizá el que más se aproxima al de “Tragedia Española”, al igual que sucede con “Para Mí”. En todo caso, me encanta jugar con géneros, algo que no pienso dejar de hacer, pero para “Tragedia Española» quería una coherencia. Como en lo que mejor me defiendo es en el mundo guitarrero, aun metiendo bastante violín y bastante piano, sabía que el disco iba a tener unos sonidos con los que me sintiese cómodo. Ahora que ya está publicado, y como hasta el próximo trabajo pasará un tiempo, seguramente vuelva un poco a la experimentación, a sonidos más electrónicos, porque no me quiero cerrar a nada. Es lo bueno de tener un proyecto personal, que puedo hacer los que quiera. Sí que sabía que no quería meter de repente una canción electrónica que sorprendiera demasiado o una súper-tonti o muy punk. Se quedaron también fuera algunas canciones por buscar una coherencia para que no marease escuchar el disco de pe a pa, algo que no sé si hace mucha gente hoy en día…
Aun así, tu pop-rock toma diversas direcciones. Se aprecia que existe una homogeneidad, pero tu sonido no resulta monótono. Creo que hay muchísima variedad dentro del disco, es bastante montaña rusa: desde canciones desnudas, de guitarra y voz, hasta otras orquestadas y alguna más punki, como “Todas las Cuchillas van al Cielo”, que también es más emo; o “Dale una Oportunidad al Amor”, que empieza con vocoder. Quería que el disco tuviese muchos tonos diferentes, pero sin hacer cortes brutales que provocaran que la cabeza colapsara.
Vamos a descubrir las posibles influencias de varios cortes de “Tragedia Española”, a ver si estás de acuerdo con ellas. Por ejemplo, “Muchísimo” y “Dale una Oportunidad al Amor” beben del rock británico. Sí, “Muchísimo” es bastante británica, derivada de grupos con mucho fuzz, tipo The Jesus And Mary Chain. “Dale una Oportunidad al Amor” se acerca a la típica épica punk-pop a lo My Chemical Romance, que me encantan. Quería hacer una canción más desenfadada, pero por su estructura entraban muy bien unos violines y pianos en plan locura, los cuales provocan que no se vea con tanta claridad que el tema iba a ser más punk-pop.
Como contraste surge “Triste de Verdad”, que tiene un aire sesentero. Las balabas antiguas americanas me encantan y quería hacer una canción así, con los coros del comienzo tan de rock de los 50. Es una balada a la antigua.
Por su parte, “Todas las Guillotinas van al Cielo” o “Mi Funeral” parecen inspiradas en Weezer… Me lo han dicho mucho, aunque no es una banda que haya quemado del todo. Obviamente, son unos referentes, pero como grupos que me pillan más cerca están los de la nueva ola emo norteamericana que, a su vez, maman un montón de Weezer.
Y en “Última Visita al Hospital” vuelves al pop acústico y reposado. Es un formato en el que me siento muy cómodo. No deseo ser un artista de baladas, pero es cierto que me tira mucho ese estilo, principalmente por autores como Elliott Smith, que es como mi ídolo. Muchas veces tengo la tentación de componer un montón de temas acústicos, súper-desnudos, con voces bajitas. “Todas las Guillotinas van al Cielo” fue la última pieza que terminé porque comprobé que me estaba quedando un repertorio muy lento, debía meter alguna que subiera el tempo. Como compongo yo todo, a solas, cuando construyo una canción suelo recurrir a la guitarra acústica y, si me gusta cómo suena, ya está. Por mí, me quedaría con que todas las canciones fuesen acústicas solo con mi voz. Pero, claro, también me gusta que tengan muchos instrumentos y que suenen a lo grande. Es una dualidad que vive en mi interior desde siempre.
Ya comentaste antes que no catalogarías la música de Confeti de Odio como generacional. Sin embargo, con el paso del tiempo, si se acaba considerando de esa manera, ¿cómo te lo tomarías? No creo que me importe mucho. Dentro de un tiempo se me habrá olvidado el disco y estaré pensando en otras cosas. Cuando haces música, esta es tuya hasta que la publicas. Ahora el disco, a pesar de que es mío, lo siento más de la audiencia y ya tengo en la cabeza hacer otra cosa que me satisfaga. No hay que tener demasiado apego a la obra de uno mismo, sino pensar en lo siguiente que quieres hacer. Tampoco es nada malo que digan que es un disco generacional. Me parece guay, aunque no creo que llegue a tanto, solo el tiempo lo dirá.
De todos modos, si revisamos las redes sociales, se intuye que la gente que ha escuchado y escucha “Tragedia Española” tiene bien asimiladas e interiorizadas sus canciones, con lo que no hay duda de que el álbum puede perdurar en el tiempo. Antes del LP tenía un poco de público. He seguido unos pasos, no quería sacar un disco sin tener unas cuantas orejas que fuesen a estar esperando. Con “Tragedia Española” he ganado más público y, por lo que voy viendo, es muy entregado, muy emocional, algo que tiene sentido porque yo también lo soy, al igual que lo es la música. Me flipa mi público, quiero conocerlo y quiero tocar en conciertos porque, por los mensajes que me llegan, la gente ha conectado muchísimo con el disco y lo ha vivido. El mundo artístico es bastante frívolo, con personajes frívolos, y me alegro de que me haya tocado tener un público muy sentido.
Observada la evolución desde tus primeros singles hasta “Tragedia Española”, responde con la mayor sinceridad posible: ¿cuáles son tus ambiciones y aspiraciones como músico? Lo principal es subsistir indefinidamente. Las demás ambiciones son mis paranoias por hacer cosas, que van a estar siempre ahí. A nivel profesional, espero tener para vivir, algo que de momento he conseguido; volver a tocar en directo para prolongar esa situación; y, sobre todo, disponer del tiempo que realmente merece el arte, que no consiste en un trabajo más, consume muchísimas horas. De hecho, para grabar el disco tuve que dejar el trabajo que tenía, arriesgándome bastante, y me pilló la pandemia. Simplemente, quiero tener un mínimo de dinerito -tampoco gasto mucho, soy muy austero- gracias a la música, es toda mi ambición profesional. Luego, a dónde pueda llegar el proyecto, no tengo ni idea… Voy a experimentar siempre, hay un montón de cosas que quiero hacer y decir. En este sentido, mi ambición es más personal, en cuanto a sentir que he expresado todo lo que quiero contar y quedarme a gusto. Tengo muchas cosas dentro, mucha ansiedad por probar cosas, como si se tratase de una sed insaciable. Con que la gente me siga permitiendo hacer canciones y libros, seré feliz.
Es decir, que ser pragmático no está reñido con tus metas artísticas. Sí, pero lo que prima en esta vida es lo artístico. Quiero centrarme en saciar mi sed artística y en seguir aprendiendo y mejorar. Es un viaje interminable. [FOTOS: Clara Lozano y Zazi White] [Más información en el Bandcamp de Confeti de Odio // Escucha «Tragedia Española» en Apple Music y en Spotify]