«Ru» no es una novela río, sino un fresco arroyuelo que suena a canción de cuna en la que la vietnamita Kim Thúy canta sobre su triste y bello pasado.
La novela río (concepto que proviene del francés «roman-fleuve«) es aquella que, como un río alimentado por múltiples afluentes, se construye a partir de múltiples historias paralelas protagonizadas por distintos personajes que se van entretejiendo en una misma trama. En vietnamita, «ru» significa «canción de cuna». Pero en francés significa «arroyuelo». Y, teniendo en cuenta que Kim Thúy es una escritora vitnamita migrada a Canadá (país en el que el francés es una de las dos lenguas oficiales reconocidas junto al inglés), que su nuevo libro se titule precisamente «Ru» es algo que no podría tener más sentido.
Al fin y al cabo, una novela río suele ser un verdadero tocho de extensión considerable. Y lo de Thúy, por el contrario, es una pequeña novelita que no llega a las doscientas páginas y que, de hecho, está configurada no en base a larguísimos capítulos como ladrillos, sino más bien partiendo de gotas especulares que se van congregando para formar un arroyuelo que a veces puede ser tan solo un pequeño chorro de agua, pero que siempre es bello, fresco, revitalizante y elocuente. Un arroyuelo que corretea con un ritmo propio, con una cadencia ágil y musical que suena totalmente a canción de cuna.
Porque, ¿qué es exactamente una canción de cuna? Es una canción que sirve para transmitir conocimientos de padres a hijos. Puede que la letra sea más o menos poética, esté más o menos cargada de significado, pero lo que es innegable es que las canciones de cuna tienen una carga de arqueología genealógica considerable por el mero hecho de traspasarse de una generación a la siguiente. Son, probablemente, el primer recuerdo, la primera magdalena proustiana que nuestros padres introducen en nuestra cabecita para anclarnos a la familia, para regalarnos un lugar al que pertenecemos y al que no solo podremos volver siempre que queramos, sino al que podremos invitar a nuestros hijos para seguir escribiendo la novela río de la historia familiar.
Pero centrémonos: «Ru» no es una novela río, sino un arroyuelo y una canción de cuna. De entrada, resulta imposible no leer el nuevo de libro de Kim Thúy a la sombra de su anterior «Mãn» precisamente por la similitud de sus dos tramas. En ambos manuscritos, la protagonista es una vietnamita que se ve en la obligación de huir violentamente de su tierra natal para viajar a América del Norte. En su anterior trabajo, sin embargo, la escritora situaba a su protagonista en EEUU, donde abría un negocio de comida vietnamita que le servía para escarbar en su memoria a partir de los alimentos, los sabores y los olores de su infancia.
En «Ru«, sin embargo, no existe una trama tan clara. El libro se estructura en base a gotitas de memoria que van encadenándose las unas a las otras con la aleatoriedad que funciona el cerebro humano. Un recuerdo nunca nos conduce a otro de forma ordenada, sino de forma más casual que causal. De esta forma, la autora obliga al lector a implicarse de forma activa para ir (re)construyendo la trama de una mujer adulta que recuerda / explica su propia historia, su infancia como clase privilegiada en Vietnam, su huida del país, su recalada en un escalofriante campo de refugiados en Malasia y, finalmente, su llegada a Canadá.
Thúy exhibe una pluma privilegiada para atacar grandes temas en pocas líneas, casi a modo de aforismo ligeramente elongado. Pero lo que resulta francamente hipnótico es aquello que no se ve (ni se lee): los nexos de unión invisibles entre unas escenas y otras. El silencio del hijo autista de la protagonista se enlaza con el silencio de ella misma de niña cuando aterrizó en un país en el que no hablaba la lengua oficial y, por lo tanto, en el que fue muda durante un largo tiempo. Una palabra en francés le conduce a la polisemia de esa misma palabra en vietnamita y a todos los recuerdos que van asociados.
Y así, a golpe de recuerdo, «Ru» realmente se revela como el equivalente arroyuelo a las novelas río. Aquí hay múltiples tramas protagonizadas por diversos personajes. La familia de la protagonista se retrata en base a pinceladas de vivísimos colores: ese tío predilecto que murió joven porque siempre se negó a vivir como un adulto, esa tía con problemas mentales que se escapaba de la familia para vivir en una calla en la que nadie le trataba como a una tarada, la prima a la sombra de la que vivió tanto tiempo… A base de recuerdos ajenos, además, la protagonista (¿la autora?) se retrata a sí misma. Habitualmente, de forma lateral. Otras veces, con una frontalidad impactante (como cuando dice preferir mantener relaciones sexuales con hombres casados porque la alianza en su dedo anular le impide entregarse a ellos de forma rendida).
«Ru» es una especie de carrera de fondo que no tiene presentación, nudo ni desenlace. No sigue un camino prefijado. Obvia la narrativa lineal clásica. «Un horizonte oculta siempre otro y es así hasta el infinito«, escribe Kim Thúy al final de su novela. Porque un río suele correr lento y ancho hacia un único horizonte. Pero un arroyuelo corre tan rápido y vivaracho que te permite vivir perpetuamente fascinado al ir encadenando un horizonte detrás de otro. [Más información en la web de Periférica]