¿Cómo llevan el confinamiento los músicos españoles? Hablamos con Apartamentos Acapulco, Mequetrefe, Chicharrón, Lúa Gramer y Rumia para que nos lo expliquen.
Día 18 desde la entrada en vigor del estado de alarma en España por la crisis sanitaria de la COVID-19. Casi tres semanas de confinamiento que han cortado de raíz rutinas cotidianas y nos han conducido a un decorado de ciencia ficción que se ha hecho realidad. Prácticamente hemos perdido la noción del tiempo. Estamos viviendo en persona y en directo una especie de experimento distópico que ha alterado y paralizado a toda la sociedad. La música, lógicamente, no ha escapado de este radical frenazo en seco.
Esta situación de imprevisibles consecuencias puede ser una profunda estocada que hiera todavía más a un sector de por sí vulnerable y maltratado. De ahí que hayan surgido multitud de iniciativas no solo para recordar su importancia en nuestro país, sino también para combatir el colosal embate de este tsunami provocado por el coronavirus que hace peligrar la supervivencia de la industria en cualquiera de sus niveles: compositores, intérpretes, discográficas, agencias de management, promotoras de conciertos y festivales, técnicos…
Eventos virtuales, campañas de apoyo para la compra de discos y charlas y actuaciones realizadas por bandas en redes sociales para sus fans han demostrado que la música -y, por extensión, la cultura, que se empeña en no quedar arrinconada- no para. Sin embargo, no se debe olvidar que detrás del nombre de cada grupo y de cada alias hay mujeres y hombres que piensan a la vez en el presente y en el futuro personal y artístico. Inevitablemente, surgen dudas y miedos, aunque en algunos casos no se quiere perder la esperanza.
Por eso en fantasticmag hemos querido contactar con algunos de esos grupos y solistas que, de un modo u otro, forman parte de la pequeña historia de esta web para conocer cómo están afrontando este difícil escenario de incertidumbre, qué reflexiones les produce este momento y qué creen que sucederá cuando se regrese paulatinamente a la normalidad.
ALBERTO, de CHICHARRÓN
A nivel individual, no puedo quejarme: mi compañera, mi hijo y yo tenemos salud. Vivimos en un pueblo, en una casa con jardín, así que el confinamiento es más fácil de llevar que para mucha gente. A diario trabajo por la mañana y después, por la tarde, salgo al jardín con mi hijo de tres años a jugar a lo que a él le apetezca. Después de acostarlo, Mara y yo aprovechamos para ver una peli, leer un poco o ensayar las canciones del próximo disco de Chicharrón, que ya tenemos escrito y en el que llevamos tiempo trabajando y pensando sin ninguna prisa (nuestro local de ensayo también lo tenemos en casa).
También he podido escuchar mucha música estos días y disfrutarla en vinilo, en el sofá. De las cosas que más me han gustado han sido la película “Retrato de una Mujer en Llamas”, de Céline Sciamma; el libro “Agosto”, de Miriam Ferradás; y el disco “Debris”, de Keeley Forsyth. Quién dude de que el futuro es de las mujeres, está muy equivocado.
A nivel colectivo, la cosa cambia. Siempre he sentido mucha empatía por la gente mayor y me provoca mucha tristeza el sufrimiento que, sobre todo en ellos, está provocando el virus, conjuntamente con este sistema que hemos creado. Porque, si para algo debería servir todo esto, es para darnos cuenta de que mucho de lo que está pasando es la innegable consecuencia del capitalismo salvaje en el que nos hemos instalado y, sobre todo, para iniciar un cambio urgente en nuestra sociedad. Más allá de no volver a caer en lo absurdo de recortes en sanidad, educación e investigación, creo que deberíamos empezar un cambio estructural y profundo.
A mí me encantaría que este fuera el inicio de cosas como el decrecimiento del que habla gente como el profesor de ciencias políticas Carlos Taibo y de muchas otras ideas anarquistas. O, al menos, de una socialdemocracia mucho más fuerte en la que, por ejemplo, se concediese una renta básica universal que garantizase la cobertura de las necesidades para todo el mundo. Y cuando hablo de universal, es universal. Nadie de nosotros debería conformarse mientras no se alcance el respeto por los derechos fundamentales de todas las personas. Y eso creo que es otra de las lecciones que deberíamos sacar de esto: que la globalización es imparable, pero que tiene que serlo en el mejor de los sentidos.
Después de decir todo esto, viene la pregunta de si soy optimista. Y mi respuesta es que no. Visto lo visto en Europa esta semana, es imposible ser optimista a corto plazo. Y ya no hablemos de otra gentuza como Trump o Bolsonaro, en la que se fijan por aquí políticos de tan bajo nivel como Abascal o Casado (a los que millones de personas votan).
Cultural y musicalmente, más de lo mismo. Yo creo que la cultura debe ser remunerada para que sobreviva, y que es fundamental en una sociedad avanzada. Pero también creo que el sistema debe cambiar. No creo en las multinacionales, ni tampoco en los festivales patrocinados por otras multinacionales, ni en la política de subvención a los macroeventos… Creo en la necesidad de crear y consolidar un sistema alternativo. ¿Soy optimista? No. Sólo mirando cinco minutos las redes sociales creo que es fácil darse cuenta de que los poderosos aún serán más poderosos y de que el underground sufrirá… hasta la próxima. Chicharrón, por nuestra parte, intentaremos grabar y publicar nuestro próximo disco de la forma más coherente posible con lo que pensamos. [Más en el Twitter de Chicharrón]
BLANCA (RUMIA)
La verdad es que, ahora mismo, lo que más me preocupa es no poder saber cuándo todo volverá a la normalidad. En este trabajo siempre se planean las cosas con meses de antelación. Yo tendría que ir a Madrid a grabar mi siguiente EP, a mediados de abril, y no creo que vaya a ser posible. Lo malo es que, para planear promociones para la música que se va a sacar, hacen falta semanas de antelación y meses para reservar sala para los conciertos de presentación. Sacar música se puede retrasar, aunque no es lo ideal. Pero planear los conciertos ahora mismo es imposible al no saber cuánto tiempo vamos a seguir así.
Tengo la suerte de que, justo estas semanas, no tenía ningún concierto. No como otros muchos músicos, que han tenido que cancelar giras o ya las están posponiendo para después de verano. Habrá grupos que tendrán que esperar hasta el año que viene para dar conciertos, ya que las salas se quedarán sin fechas libres.
Por otro lado, es un buen momento para escribir más canciones.
Al final, lo importante es estar bien, estar protegidos y proteger a las personas de riesgo y que esto pase pronto. Esperemos que así sea. [Más en el Twitter de Rumia]
XAN, de MEQUETREFE
Llevamos ya unos cuantos días de encierro forzoso en nuestras casas y yo lo estoy llevando muy bien, sinceramente. Siempre he sido una persona muy casera y, en estos momentos, puedo trabajar desde casa. Además, tengo la ventaja de que este año estoy viviendo en casa de mis padres en una pequeña aldea de diez casas, en pleno campo, lo cual es una suerte para este tipo de enclaustramiento forzado. Vivir esta situación en un piso pequeño de ciudad sería mucho más difícil, evidentemente.
No me estoy aburriendo nada. Tengo muchas series y pelis que ver, juego mucho a la consola y también aprovecho para ir grabando material nuevo de Mequetrefe.
Me gusta mucho observar y analizar todo lo que veo, soy una persona muy crítica y llevo años fijándome en la decadencia en la que está envuelta este mundo, un apocalipsis lento pero imparable a todos los niveles: cultural, moral, económico, social, afectivo, recorte de libertades, autocensura, educacional, etc. Y lo que está pasando con el coronavirus es la guinda del pastel.
Creo que lo peor está por venir: habrá más diferencias entre pobres y ricos, más recortes de libertades, más autocensura. En resumen, una sociedad y un mundo marcados por el miedo, más si cabe todavía. Una esclavitud disfrazada.
El mundo de la música también sufrirá un gran cambio. A corto plazo, los festivales y las giras serán los más perjudicados, evidentemente. Y muchos músicos profesionales, discográficas y organizadores de festivales irán a la ruina, porque en los últimos años la industria de la música se nutre exclusivamente de la música en directo. La situación económica empeorará mucho y mucha gente ya no se podrá permitir el lujo de perder pasta con la música (que somos la mayoría). Tampoco habrá pasta para locales de ensayo ni para instrumentos ni para otro tipo de material.
Está situación solo traerá consigo una cosa buena: que la música deje de ser un acto social, como se había convertido en los últimos años, y vuelva a ser un arte con el cual se vuelvan a hacer grandes canciones y grandes discos como un fin en sí mismo y no convertir la música como un medio para actuar en un festival o en otro o conseguir muchos likes que no valen para nada. Y, sin duda, el streaming va a ser el gran protagonista, incluso para mostrar procesos de grabación de discos. Se va a retransmitir todo, porque este no va a ser el último virus que nos ataque. [Más en el Twitter de Mequetrefe]
ISMAEL, de APARTAMENTOS ACAPULCO
El confinamiento lo estamos llevando bien. Haber hecho un concierto desde casa nos ha ayudado a ponernos una meta, incluso ensayar, y eso nos ha venido bien para ocupar el tiempo. Aparte de eso, estamos tirando mucho de Netflix, haciendo deporte en casa… Me imagino que como todo el mundo. Ahora aprovecharemos también para maquetar ideas.
Intentamos no pensar mucho en los efectos de todo lo que está ocurriendo, puesto que la situación es complicada y ni siquiera sabemos hasta cuándo va a durar. Nos ayuda no pensar en un futuro no muy lejano y así no le damos muchas vueltas. Ahora lo importante es la salud y que salgamos lo antes posible de esto. [Más en el Twitter de Apartamentos Acapulco]
SUSANA, de LÚA GRAMER
El pasado 8 de marzo, los miembros de Lúa Gramer volvíamos de dar un concierto en Vigo. Había salido genial, nos habíamos juntado con un montón de compañeros de otras bandas y estábamos contentos con la respuesta que estábamos teniendo hacia nuestro trabajo recién editado, “Destruir el Pop”.
En la furgoneta, entre risas y resaca, hablábamos de como afrontaríamos las nuevas fechas que teníamos por delante. Había que organizarse con familias y trabajos para los siguientes conciertos, lo cual no es una tarea fácil para nosotros. Lo hacemos con ganas e ilusión, pero todos sabemos el esfuerzo que conlleva.
Alguien mencionó que el asunto del coronavirus se estaba poniendo feo. En el festival en el que habíamos tocado había músicos que provenían de Madrid, que era el foco de la enfermedad en ese momento en nuestro país. Pero lo vimos lejano, como si no fuera con nosotros. Esa semana se confirmaría nuestra presencia en un festival de la región, nos habían convocado para la rueda de prensa donde se presentaría y otra vez tocaba decidir organización para la semana.
Pero la semana fue un caos desde que comenzó el lunes 9 de marzo: el Gobierno avisaba de que el virus se estaba extendiendo por el país. Se empezó a escuchar suprimir clases, paralizar actividad, cuarentena.
El sábado siguiente cayó todo. Y con ello cayeron nuestros próximos conciertos de presentación y las fechas de festivales. También se caen las ventas de nuestro disco, pues es en los conciertos donde más merchandising vendemos. Una vez que el público te ve en directo, se anima a apoyar a la banda comprándole su trabajo. Eso, para la banda, supone gran apoyo en todos los aspectos.
En estos días, en los que las emociones suben y bajan, Luis y yo nos entretenemos tocando canciones y subiéndolas a redes. Somos docentes, teletrabajamos desde casa y por las tardes agarramos instrumentos mientras lidiamos con los niños, así que algunas veces tenemos al público más exigente delante. Sabemos que cuando el encierro termine, volveremos a tocar, a juntarnos los cinco, a disfrutar con ello y a intentar hacer disfrutar a los que nos siguen. La música fluye y genera energía. La necesitamos. Y la gente que viene a vernos también la necesita.
Mientras, ya saben: no dejen de escuchar música. Nuestras canciones los están esperando. [Más en el Facebook de Lúa Gramer]