Dejemos de debatir si «The Witcher» es la nueva «Juego de Tronos»… Porque la nueva serie de Netflix es tremenda por sí misma. Sin comparaciones.
Pocos días después de su estreno en Netflix, «The Witcher» ya era mencionada como la sucesora ideal de «Juego de Tronos«. Y, de entrada, hay que reconocer que la comparación tiene sentido: ambas son fantasías heroicas medievales con castillos, dragones y una poderosa profecía articulando (aparentemente) el destino de todas las piezas dispuestas en el cada vez más complejo tablero de ajedrez de sus argumentos. También había quien apuntaba que, más que con «Juego de Tronos«, habría que emparejar esta serie creada por Lauren Schmidt Hissrich con la epopeya de ciencia ficción medieval por antonomasia: «El Señor de los Anillos«.
Al fin y al cabo, aquella saga literaria fue creada de forma horizontal (es decir: extendiéndose a través de numerosos libros) por J.R.R. Tolkien, mientras que «The Witcher» toma como punto de partida una serie de libros surgidos de la pluma del escritor polaco Andrzej Sapkowski. Lo que, de alguna forma u otra, viene a añadir más capas de locura a este juego de comparaciones, ya que los libros de Sapkowski también fueron el punto de partida de una saga de videojuegos que cuenta con una legión de fans casi tan irascibles como los de «Juego de Tronos«.
Lo jodido en este caso es que el debate de estas semanas se muestra encarnizado a la hora de dirimir si es mejor «The Witcher» que «Juego de Tronos» (algo difícil de aventurar si tenemos en cuenta que el mal sabor de boca que dejó la serie de HBO es casi tan inconmensurable como el sentimiento de orfandad que muchos pretenden llenar con esta ficción de Netflix), si «The Witcher» se parece a «El Señor de los Anillos» o no, si es mejor la saga de videojuegos que las serie… Y, al final, ¿no significa esto que estamos centrándonos en la relación de esta serie con otras ficciones cuando en verdad deberíamos estar considerándola en sus propios méritos?
Y mira que méritos le sobran. Para empezar, hay que reconocer que Netflix no ha escatimado en presupuesto. (Bueno, un momento, vale, sí que hay un momento en el que deberían haber metido más presupuesto y que resulta imperdonable. Aquí y ahora necesito mencionar el elefante en la habitación antes de seguir adelante: el dragón dorado viene a ser el equivalente a la cabalgata madrileña del «no te lo perdonaré jamás, Carmena«… Y, ahora que ya me lo he sacado del organismo, sigamos adelante.)
Cuando la cámara pasea por los escenarios del Continente, la fascinación en quien contemplar es equiparable a cuando el jugador pasea en estos mismos paisajes durante «The Witcher 3» (la última entrega de los juegos hasta la fecha y la única que he jugado, valga esto como una confesión a la que volveré más adelante). El vestuario es una maravilla que no se mira ni en «Juego de Tronos» ni en «El Señor de los Anillos» sino que, por el contrario, sabe sublimar a la perfección ese toque de Europa del Este de la ficción original de Sapkowski.
Y luego está el acertadísimo casting, con un Henry Cavill a la cabeza que parece haber encontrado el personaje por el que pasará a la historia (¿Superman? ¿Super-quién?). Su composición del icónico Geralt de Rivia es todo lo que podíamos esperar de ella: sexy, gruñón, huraño, seductor inconsciente, bon vivant a su pesar, separado del mundo de los humanos (porque es un Brujo, un ser mutante «creado» en la fortaleza de Kaer Morhen con toda una serie de cualidades sobrehumanas ideales para pensadas contra monstruos y seres bizarros) pero irremisiblemente atado a ese mismo mundo humano a través de su relación con todo un conjunto de personas que le acaban importando mucho más de lo que él mismo querría admitir.
Empezando por Ciri (interpretada con poderío por la joven Freya Allan), la Niña de la Sorpresa que es la protagonista de la gran profecía, a la que todos buscan pero que nadie parece saber para qué buscan por mucho que todos acepten que será la que lo cambie el todo (pero ¿todo el qué?). Siguiendo con Yennefer, la poderosa bruja con la que la actriz Anya Chalotra va a dar el campanazo de su carrera gracias a una interpretación chocante que sabe transitar desde sus inicios vulnerables (… y hasta aquí puedo leer) hasta una relación con el Caos (es decir: la magia ancestral) repleta de claroscuros. Y acabando, obviamente, con el trovador Jaskier, que más que probablemente haga pasar a Joey Batey a la historia de la televisión con uno de los personajes más tronchantes y divertidos de los últimos tiempos. (También como autor de esa «Toss A Coin To Your Witcher» que eres incapaz de quitarte de encima incluso semanas después de haber visto la serie.)
Pero si, finalmente, «The Witcher» se revela como una serie tan sumamente impecable en sí misma, sin necesidad de comparaciones, es más bien por su pericia narrativa a la hora de desplegar un argumento profundamente absorbente. Casi hipnótico. Y es que la serie de Lauren Schmidt Hissrich está jugando con el espectador desde el principio por mucho que él mismo no lo sepa. Los episodios están desordenados cronológicamente hasta que hacen «click» en el último instante. Siguen, eso sí, una elocuente intención narrativa, lo que puede entenderse como un guiño especialmente dedicado a los fans de la saga en su versión libro o videojuego. Al fin y al cabo, si ya conoces esta ficción, ver a Ciri pequeñita desde el principio será algo que hará que levantes una ceja si la última vez que te la encontraste fue en el juego «The Witcher 3«. Lo mismo ocurre con Yennefer.
Pero, cuidado, porque aunque la serie esté repleta de guiños a los fans originales, también se abre en canal para obtener toda una nueva legión de fans. Desde cero. Porque ya lo he dicho más arriba: mi único contacto con la saga «The Witcher» ha sido el tercer juego, así que puedo certificar que la fascinación que la serie va escarbando en ti es totalmente genuina y no depende de que conozcas los juegos o los libros. Tampoco de que lo compares con otras ficciones, ya que lo que ofrece es totalmente único…
¿Buscas llenar el espacio vacío que te dejó «Juego de Tronos» pero a lo mejor te gustaría un poquito más de humor? Esta es tu serie. ¿Te apetecen grandes luchas épicas (las batallas de Cintra y Sodden Hill son canela fina) y profecías que traen a todo el mundo de culo en un entorno de ciencia ficción medieval? Esta es tu serie. ¿Buscas seres mitológicos que a veces incluso dan un poco de cague (hola, la jodida striga… Y, bueno, ya he dicho que el dragón dorado aparecerá en mis pesadillas hasta el infinito y más allá)? Esta es tu serie. ¿Buscas personajes carismáticos que te enamoren, te lo hagan pasar mal y te hagan reír a la vez? Esta es tu serie. Así que, ¿para qué seguir con las comparaciones cuando lo que necesitamos ya es que se estrene la segunda temporada de «The Witcher«? [Más información en la web de «The Witcher» en Netflix]