Nuestra crónica del concierto de Weyes Blood en Braga afirma que la noche la confirmó como una de las cantautoras más brillantes (si no la que más).
La cultura es la nueva religión en Braga, conocida como la ciudad de los arzobispos por su pretérito peso eclesiástico. El tercer núcleo urbano en importancia de Portugal, sin que se difuminase del todo esa herencia de su pasado (que, de hecho, se refleja a primera vista en su arquitectura histórica), ha apostado fuerte por erigirse en uno de los puntos calientes culturales del país vecino, de la península Ibérica e incluso de Europa.
Un signo de esa dirección que ha seguido Braga para inclinarse hacia la modernidad y la vanguardia es el centro gnration, cuya construcción plasma a la perfección la evolución de la vieja a la actual Braga: se levantó aprovechando un antiguo cuartel de la Guardia Nacional Republicana (GNR) hasta convertirse en un singular edificio de formas rompedoras y pasillos laberínticos que acoge todo tipo de eventos.
Su agenda para este último trimestre del 2019 constata la variedad y la riqueza de sus propuestas: exposiciones, instalaciones visuales, conversaciones sobre arte, tecnología, ciencia o sociedad, cine, danza, workshops educativos y, claro, música. Dentro del apartado sonoro, aparecen citas que se celebrarán, como el Festival Para Gente Sentada; y que ya se han realizado, como los conciertos de artistas de la talla de Kode9 o Cass McCombs.
Aunque la gran estrella del otoño del gnration ha sido (y, presumiblemente, será) Weyes Blood, que aterrizó en Braga el 5 de noviembre para cumplir con la segunda fecha en la Europa continental de “Something To Believe”, el tour de presentación de su excelso nuevo álbum, “Titanic Rising” (Sub Pop, 2019).
El espacio bracarense, sin embargo, no resultaba desconocido para Natalie Mering. Cuatro años antes ya había pasado por su escenario a solas, cuando aún vivía fuera de los grandes focos, con su segundo disco bajo el brazo, “The Innocents” (Mexican Summer, 2014). Eso sí, esta vez las circunstancias iban a ser muy diferentes, con la californiana consagrada como una de las cantautoras más brillantes (si no la que más…) del último lustro y acompañada por una banda que la arropó con el mismo nivel de exquisitez que de detallismo.
Pero, pese a su creciente éxito y a su fulgurante progresión creativa, Weyes Blood conserva una aureola de artista de culto que se multiplicó en Braga gracias a las condiciones de su actuación en el gnration, seguramente fruto de sus propios deseos: aforo reducido y atmósfera íntima, próxima… y muy cálida.
A ese ambiente tan recogido contribuyó la configuración de la Blackbox, un cubículo negro en el que, escuchando la maravillosa voz de Mering, era posible aislarse por completo y pensar que solo estaban allí ella y uno mismo, en conexión directa. Tal sensación se reforzaba con el escrupuloso respeto del público y el silencio sepulcral reinante durante su interpretación hipnótica, que oscilaba con dulzura entre el arrebato emocional y el susurro delicado. Mering, de impoluto blanco, pureza que se extendía a su música, parecía un ángel caído del cielo con el propósito de irradiar luz entre las sombras casi apocalípticas del presente (y del futuro) que revolotean sobre parte del argumento de “Titanic Rising”.
Esa lucha entre esperanza y pesimismo se fue decantando hacia la parte positiva gracias a su contenido más luminoso, como la suave solemnidad de “A Lot’s Gonna Change” y el sunshine pop de la pegadiza “Everyday”; y a los relucientes rescates de “Front Row Seat To Earth” (Mexcian Summer, 2016), que completaron (a pesar de la ausencia de gemas como “Be Free” o “Generation Why”) un setlist impecable y perfectamente secuenciado.
El romanticismo desbordante de la obra que encumbró hace tres años a Weyes Blood condensado en “Used To Be” y “Seven Words” se mezcló naturalmente con la sensibilidad de sus sucesoras más recientes, “Something To Believe” y “Wild Time” -que acariciaron el alma y purificaron el corazón-, la experimentación melodiosa de “Mirror Forever” -primera vez que Mering bajó a su particular océano mediante un sugestivo efecto visual- y la melancolía de “Picture Me Better” -con la que recordó a una persona muy allegada que se suicidó durante la grabación de “Titanic Rising”-.
El embelesamiento y el hechizo envolvieron un concierto que alcanzó la apoteosis en un extenso tramo final que provocó que un escalofrío recorriera el cuerpo de arriba abajo en cuanto Weyes Blood empezó a surcar el cosmos con “Andromeda” y cuando luego volvió a sumergirse en su océano en “Movies”, estallido en vivo del registro vocal de Mering y sublimación de sus virtudes compositivas recurriendo a los mitos fílmicos que moldean determinados esquemas de la vida moderna.
Hablando de cine: ¿no presenta ciertos paralelismos “Movies” con “Simple Song #3”, el tema principal de “La Juventud”, la película de Paolo Sorrentino? Su personaje protagonista, Fred Ballinger, afirmaba que “lo único que comprendo es la música. Y ¿sabes por qué? Porque no necesitas palabras ni una experiencia para comprenderla. Solo es”.
Igual que ocurre con la música de Weyes Blood, quien no precisó recurrir a fuegos de artificio para llevar a la audiencia al éxtasis en un bis en el que resumió sus diversas caras: la profundamente sentimental, elevada por una catártica “Do You Need My Love?”; la sorprendente, al hacer totalmente suya “A Whiter Shade Of Pale”, de Procol Harum; y la fiel a sus influencias, que mostró en todo su esplendor como cuatro años atrás, sola ante el micrófono, con su guitarra acústica y vestida -sin despojarse de su inmaculado traje blanco- con los ropajes de Joni Mitchell, Linda Ronstadt y Karen Carpenter para trasladar la esencia del Laurel Canyon de los 70 y exhibir su visión más ortodoxa del folk a través de unas deliciosas “In The Beginning” y “Bad Magic”, únicas incursiones de Mering en la etapa anterior a su explosión definitiva.
No hicieron falta palabras para entender el torrente de sensaciones que generó Weyes Blood. Simplemente, fue. Ese será el recuerdo que jamás se borrará de una mágica noche en Braga. [FOTOS: Iria Muiños] [Más información en la web de Weyes Blood]