No deja de ser complicado enfrentarse a un trabajo de las características del que nos ocupa… Para los despistados, se trata de la última referencia en la dilatada -pero relativamente poco prolífica- carrera de la británica Kate Bush, una mujer que suele gozar del beneplácito inmediato de la mayor parte de la crítica musical no sólo de su país (ya sabemos como son en las islas), sino también de los Estados Unidos, donde suelen mostrarse más reacios a reconocer el talento si surge en una tierra lejana. En cierto modo, la de Kent se ha ganado este tratamiento, pues guste o no, lleva más de treinta años publicando trabajos que se han colado al menos entre las diez primeras posiciones de las listas británicas. Este último (el décimo), titulado «50 Words For Snow» (Noble & Brite, 2011) no ha sido menos, lo cual dice bastante del por qué de ese respeto que se ha ganado: principalmente, por la profunda personalidad de la Bush hace gala a la hora de escribir sus composiciones.
Y es que a nuestra Kate le resbala el que la canción más corta de las siete que componen su «50 Words For Snow» sume más de seis minutos o el que su single de presentación, «Wild Man» sea una intrincada composición de más de siete, pues sabe (y juega con ello) que siendo fiel a su ya definidísimo estilo tiene los halagos ganados. Esto, sin embargo, no impide que resulte algo largo y tedioso la escucha del tirón su último trabajo, sobre todo si realmente no hemos seguido su carrera o si no prestamos la atención suficiente que se requiere para desgranar un disco de estas características, de más de una hora de duración y con un tempo tirando a pausado, de corte más bien depresivo, en la línea de sus anteriores entregas. Si conseguimos hacerlo, gran esfuerzo mediante (todo sea dicho), nos encontraremos, una vez más, ante un notable conjunto de canciones que, en esta ocasión, Kate ha orientado acertadamente hacia la estación en la que estamos a puntito de entrar: el invierno. Desde la descriptiva portada hasta los argumentos de sus canciones: ese ‘apasionante’ viaje, (en el participa su hijo Albert Bush) de un copo de nieve desde su creación en el cielo hasta su llegada a la tierra («Snowflake«) o esa fantasiosa relación entre un muñeco de nieve y una mujer de «Misty«, todo gira en torno a la época más fría del año. Hay cabida, además, para una colaboración estrella en «Snowed In At Wheeler Street«, quizás una de los mejores cortes del disco, en el que participa discretamente Sir Elton John, ayudando en la narración de una relación imposible entre dos amantes atemporales.
Más allá de pecar de densas y complejas, por momentos estas cincuenta palabras para la nieve conforman, superados los mencionados escollos iniciales, un disco notable: otro más en la exitosa carrera de una Kate Bush que sigue envejeciendo magníficamente, manteniendo un alto nivel década tras década e influenciando a generaciones venideras, pues no seré el único que piensa que uno de los discos de este año, ese «Let England Shake» (Vagrant / Universal, 2011) de Polly Jean, tiene mucho que deber a esta mujer. Todas estas razones deberían ser suficientes para obsequiar la décima referencia de Kate con unas atentas escuchas pues, aunque sólo sea por trayectoria, bien merece la pena dedicar, de cuando en cuando, algo más de tiempo a un trabajo tan exigente con el oyente como este «50 Words For Snow«.