¿Qué tienen en común Da Loma y El Grajo? Muy sencillo: que, bajo nuestra humilde opinión, son las dos nuevas grandes esperanzas de la música patria.
¿DE DÓNDE SALEN?
Da Loma, del seno de Limbo Starr. Y no nos referimos a que simplemente pertenezca al roster del sello madrileño, ya que bajo ese alias se esconde David López, su co-fundador y co-director -al lado de Carmen S. Ulla-, que decidió retomar su carrera artística con su proyecto más personal. Hace más de veubte años, David estaba enrolado en el grupo indie-rock Kebrantas, pero su salto al otro lado de la trinchera discográfica hizo que fuera relegando a un plano privado su trabajo creativo. Eso no impidió que, con el paso del tiempo, fuese dando forma a sus composiciones guitarra en ristre, luego acumuladas en cassettes y discos duros.
Así creció el bagaje musical del que todavía se hacía llamar Daloma, cada vez más interesado en las tareas de producción y grabación, que practicaba en su propio estudio casero. En 2015, David revisó todo el material registrado durante años de actividad doméstica para seleccionar aquellas piezas destinadas a entrar en un posible álbum. De esa manera, el plan de Da Loma empezó a desarrollarse, pero le llevó más tiempo del esperado conseguir el repertorio ideal y hacerlo realidad grabando él mismo todos los instrumentos. Eso sí, de la mezcla posterior se encargó Roberto Berlanga (Ornamento y Delito), quien finiquitó el alumbramiento del debut de Da Loma: “El Espejo” (Limbo Starr, 2019).
Por su parte, El Grajo procede de las cenizas de Los Claveles, aquel grupo que trajo al siglo 21 y actualizó el rock castizo, cañí y post-Movida. Tres años después del último trabajo del grupo (el EP “Ojos” -Sonido Muchacho / Gramaciones Grabofónicas, 2014-) y de su desactivación, su frontman Marcos Rojas despegó en solitario con una serie de demos publicadas a finales de 2018 en su Bandcamp. En aquel momento, quienes añoraran a Los Claveles tenían la oportunidad de resarcirse con los aleteos iniciales de El Grajo gracias a unas composiciones que conservaban el espíritu lírico, el cuerpo y el nervio de su anterior banda.
Con ese pequeño ramillete de canciones, ya se intuía que Rojas disponía de una base sólida -pero aún por pulir- para prolongar el camino abierto con Los Claveles, en el que sobresalía el tono áspero y brutalmente honesto de unas letras que, ya como El Grajo, reflejan las aventuras y desventuras y la visión de la vida de un outsider. O, dado su origen castellano-manchego, de un particular bardo quijotesco que se enfrenta a molinos interiores que se levantan como gigantes emocionales. Esta condición de Marcos Rojas como autor contracorriente (se debería grabar a fuego su frase “estoy orgulloso de no ser como vosotros”; llegado el momento, podría funcionar como su epitafio) explota en toda su dimensión en su estreno individual en largo, “El Grajo” (Sonido Muchacho, 2019).
NOS TIENEN TÓ LOCOS PORQUE…
El Grajo mantiene en su homónima ópera prima el carácter de su figura en la época clavel, definida por su sinceridad y oscuridad, rasgos primordiales de un retrato propio y ajeno que encajaría a la perfección en las pinturas negras de Goya por su realismo y crudeza. “El Grajo” es, básicamente, la proyección reflexiva de Marcos Rojas acerca de las relaciones y las conexiones humanas revestida del brío de un pop-rock robusto por dentro y resplandeciente por fuera. De este modo arranca el LP con “Acuérdate”, que ofrece el primer estribillo redondo del lote. Esta es otra característica del disco: sus ganchos entre estrofa y estrofa, cualidad que lo convierte en un certero cañón eléctrico (“Vendrán más Años Malos”, “¡Oh, Dios!”, “¡Que te Mejores!”) del que salen balazos líricos que atraviesan sin ambages el cerebro.
A medida que avanza su minutaje, “El Grajo” muestra unas cuantas lecciones de vida en forma de cantos entre derrotistas y resignados (a la soledad, por ejemplo, en “Yo Camino Solo”, bajo una crepuscular atmósfera spaghetti-western), arrebatos de franqueza sentimental (“Amor de Segunda Mano”, de apariencia country-rock) y versos descarnados: “Algún día sabrás diferenciar lo que es valentía de lo que es temeridad / Verás que todo no se puede tener, pero si quieres tener algo hay un precio que pagar” abre “Un Proceso Lento”; y la rotunda y diáfana “No tengo cuenta naranja, no tengo móvil ni tarjetas, no tengo amigos ni familia, no tengo edad ni estatus social / Pero tengo una escopeta que te apunta a los cojones, si les tiene cierto aprecio vas a escuchar lo que te cuento” se cuela en “Canción del Grajo”. En esta última El Grajo abre, además, la puerta al aflamencamiento de su estilo, completado en “Otro Toledo” con Rojas vestido de anti-cantaor, eso sí, sobrado de duende y pellizco mesetario.
Da Loma también expresa desde una óptica muy subjetiva sus pensamientos en torno a la realidad, inspirándose sobre todo en sus propias experiencias, su trayectoria y, en definitiva, las vicisitudes vividas dentro y fuera de la esfera musical. En “El Espejo”, concepto que da título y vertebra el disco como reflejo del discurrir de la vida y del inevitable paso del tiempo, David López ejecuta una especie de centrifugado autobiográfico que emite un sonido directo, espontáneo y natural. En esencia, pop-rock marca de la casa Starr.
The Jesus & Mary Chain y The Velvet Underground actúan como principales faros guía -a los que hay que sumar los Spiritualized menos comatosos- de Da Loma en buena parte de “El Espejo”, como sucede en “Del Revés”, “El Amor, La Fuerza” y “Tus Mentiras”. Pero, yendo más allá del envoltorio del álbum, se debe prestar atención a lo que Da Loma nos canta a partir del corte de apertura, “El Espejo”, resumen del espíritu del disco y del propósito de David, que tanto se queda en el presente, al observar con distancia irónica el síndrome festivalero de cada verano en “En el Festival” y con cercanía el estado de su ciudad en la muy oportuna “De Madrid al Suelo”; como rememora el pasado, al recuperar el vibrante sonido del indie-rock ruidoso de los 90 en “Fin de Semana”, que guarda un mensaje más profundo de lo que parece a simple vista…
PREDICCIÓN DE FUTURO
Teniendo en cuenta cómo se gestó y se materializó “El Espejo”, no sería descabellado pensar que el siguiente capítulo de Da Loma tarde algunos años en ver la luz… Por lo pronto, David se encuentra en plena presentación del disco acompañado de su banda de directo, compuesta por el citado Roberto Berlanga, David Talbaila (también de Ornamento y Delito) y Mikel Sagüés (Purr, Green Bananas, Oso Miel Oso). Así que, mientras continúa con su trabajo al frente de Limbo Starr, su alter ego Da Loma se mantendrá activo en segundo plano hasta que asome de nuevo la cabeza en el momento que menos lo esperemos.
Ahora que El Grajo vuela alto, se ve con total claridad el valor de Marcos Rojas como verso libre que lleva la independencia -personal y artística- y el concepto de rock de autor al extremo, lo que le permite explayar a gusto su ideario y su imaginación. No resulta sencillo encontrar otro personaje dentro de la escena alternativa estatal con la poderosa singularidad de la que puede presumir El Grajo desde su particular nido… Ya estamos deseando que vuelva a alzarse discográficamente para seguir escuchando los crudos relatos de un hombre que se exhibe tal cual es, sin trampa ni cartón.
DOS Y DOS SUMAN CINCO. Rock and pop Starr + The Jesus & Mary Chain + experiencia(s) + The Velvet Underground = Da Loma / Pasado clavel + honestidad brutal + esencia mesetaria + frases disparadas a quemarropa = El Grajo
MÁS EN… el Twitter de Da Loma y en el Facebook de El Grajo.
MIRA… “En el Festival” de Da Loma y “¡Que te Mejores!” de El Grajo.