Yokim protagoniza la nueva entrega de nuestra serie de artículos sobre las diferentes caras del arte del drag para aclarar que un drag no es tu payaso particular.
Puede que te ocurra con el vendedor del pan, con la dependienta del H&M y con el colectivo de taxistas al completo: das por supuesto que no solo tienen que ser cordiales contigo, sino que también tienen que entretenerte, bailarte el agua, reírte la gracia y estar siempre de buen humor para que se te contagie mínimamente y no acabes pensando “vaya sieso, coño, si va a trabajar de cara al público por lo menos que lo haga de buen rollo”. Y si solemos pensar todo esto del vendedor del pan, de la dependienta del H&M y del colectivo de taxistas al completo, imagina lo que pensamos de las drag queens.
Porque, a ver, por definición una drag queen tiene que ser una persona que esté alegre al 1000% las 24 horas del día, 7 días a la semana, toda su vida full time con el único objetivo de que tú te rías y pases un buen rato, ¿no? Pues va a ser que no. Y eso es precisamente lo que viene a matizar la poderosa y rotunda voz de Yokim en esta serie de artículos sobre las diferentes caras del arte del drag que estamos publicando Jon Gómez de la Peña (encargado de las fotos y de las entrevistas) y yo mismo (a los mandos a la hora de darle la forma final a los textos).
Ya era hora de que alguien matizara que una drag no es un payaso. Pero esta es una aseveración que merece ser explicada con detalle… Y para ello vamos a cederle la palabra a Yokim.
Yokim por delante
Aun así, empecemos por el principio: ¿quién es exactamente Yokim? “Yokim es una persona súper desastre que intenta compaginar su vida con lo que le gusta. He tendido a inspirarme en las cosas que me rodean: siempre me ha gustado lo gótico, desde los 15 años. He querido ser diferente de una forma u otra, y llegué a esto, que me define un montón. Yokim es esto, no como me levanto por las mañanas. Mi inspiración en la vida es esto, es una máxima expresión de mi ser artístico”. Pero, entonces, si Yokim es una máxima expresión y no un personaje que te quitas y te pones, ¿cuál es el momento exacto en el que suena un poderoso “click” y ahí está, ahí tenemos a Yokim? “Sería el momento en que me siento enfrente del espejo y me pongo la base. Me recuerda a cuando me ponía aquella base blanca de una tienda gótica con 15 años, que era pura mantequilla, que me ponía con la mano y quedaba más blanca que un folio A4”.
Más adelante volveremos sobre los orígenes góticos de Yokim, pero por ahora recapitulemos. Un poco más arriba, nuestra entrevistada ha dicho “Yokim es esto, no como me levanto por las mañanas”. Una verdadera declaración de intenciones que viene a aclarar que el drag no es solo un arte para complacer a un público: es un estilo de vida que una drag asume incluso cuando no está de cara a la galería. Y eso es algo que todos deberíamos respetar. Sobre todo para evitar situaciones como la que explica Yokim: “El otro día estaba en la Metro e iba montada, y se me acercó uno y me dice “con lo simpática que es tu amiga (que estaba a mi lado), qué seca eres tú”. Y es como, ¿perdón?, estoy de fiesta y a mi rollo. Estoy fuera de mi trabajo, y no tengo por qué sonreír a nadie porque a ti te parezca que debo ser maja con todo el mundo que se me acerque… Este estereotipo de que una drag te tenga que sonreír y ser un show me desestabiliza, porque nos ven como un producto y en realidad soy una persona más haciendo un trabajo como otro cualquiera. Que la gente te exija eso me altera: no soy tu bufón. Ahí lo llevo mal. Pero mientras hago mi trabajo disfruto mucho de lo que hago: me encanta presentar e interactuar con la gente, ahí sale lo mejor de mí, sobre todo en fiestas inclusivas en las que tengo el placer de trabajar y agradezco enormemente que cuenten conmigo”.
Ya está. Ya está dicho. Pero que nadie se confunda: esta opinión de Yokim no significa que, cuando está trabajando, no sea una verdadera gozada verla sobre un escenario. Puede gozarse de su presencia en “Axel, Believe, La Logia y, además, hago eventos esporádicos en distintas discotecas. Allí donde me llamen… También hago un bingo en una asociación cannabica y es todo un éxito”. Porque, al fin y al cabo, y por mucho que pueda salir montada de fiesta sin estar trabajando, la máxima expresión de Yokim es precisamente cuando está sobre un escenario: “Hacer un show me puede ayudar a expresarme en cuanto al tipo de música o baile que me gusta, mientras que hacer de host es más imagen, sonrisa y decir cosas graciosas para cumplir el típico cliché drag”.
Yokim por detrás
¿Recuerdas cuando Yokim mencionó la base blanca de maquillaje que le hacía evocar sus orígenes góticos? Es hora de abordarlos. Lo único que necesitamos es preguntarle por sus referentes: “Sin duda, Marilyn Manson. Yo era muy gótico con 15 años. Mi sueño era verle en concierto. Si no fuera por Manson, Yokim no existiría como es ahora. Es mi lado oscuro y donde me siento bien. Además, antes de estudiar diseño de moda en Barcelona, viví en Londres durante dos años haciendo bachiller de arte, y la verdad es que fue de las cosas mas enriquecedoras que hice”. ¿Por qué cambiar una ciudad como Londres por otra como Barcelona? “Lo de Barcelona fue algo aleatorio. Me vine a estudiar diseño de moda. En Londres no me pude quedar porque mi media no era buena y es muy complicado entrar en una buena universidad. Los requisitos son muy altos. Estaba hasta el coño de los británicos, de la comida y del frío, y me decidí por Barcelona. Soy de Bilbao y me encanta ver el mar. Pero me he quedado porque esta ciudad me encanta: aquí tengo todo lo que necesito”.
Lo que es indudable es que algo está pasando en la Ciudad Condal gracias, precisamente, a visiones tan poderosas como la de Yokim. Pero, ojo, porque todo boom puede transformarse en un bluff en un abrir y cerrar de ojos: “Ahora mismo en Barcelona hay como un «boom» drag. Muchas no se dan cuenta de que hay mucho trabajo e inversión detrás. Tu cabeza tiene que estar en constante creatividad y originalidad, tienes que saber de maquillaje, hace falta técnica y tiempo para tener buenos resultados. Está guay que, ahora, con tanta drag haya mas visibilización, pero no todo vale, no todo es arte y, al final, ellas mismas se dan cuenta y dejan de hacerlo”. ¿Cuál es entonces el método para que este boom no se convierta en un bluff? “Hay gente que lleva años haciendo la misma mierda, y yo creo en el dicho de «renovarse o morir”. Vivimos en una sociedad que está todo inventado y es muy difícil destacar e innovar. Las nuevas generaciones van pisando muy fuerte y cada vez se ve más talento, eso es un punto a favor. Además, que ahora parece que muchas fiestas empiezan a contar con artistas nuevas y a mover un poco este mundo que estaba un poco en el olvido y poco valorado”.
Renovarse o morir. Es un buen lema para cualquier persona. También para cualquier drag. Sobre todo si, como Yokim, vive con los pies bien pegados al suelo: “Vivo el día a día. Me parece muy ambicioso pensar en llegar a ser RuPaul o entrar en “RuPaul’s Drag Race”. Ni voy a llegar ni quiero ser Rupaul, quiero ser yo. No me planteo lo que voy a hacer mañana ni ser famosa. Sí que me gustaría un montón montar un local estilo cabaret con amigas… Me gusta el mundo artístico, pero no tanto lo comercial, esa no es mi meta. Se pueden hacer muchas otras cosas. Por pedir, me encantaría ser la musa de algún fotógrafo, por ejemplo. A lo Lucien Freud con Leigh Bowery”. Claro. Encontrar a un Lucien Freud siempre mola. Pero también hay que reconocer que Leigh Bowery fue inmenso con o sin Lucien Freud. De la misma forma que Yokim empieza a ser inmensa con o sin su Lucien Freud particular. [FOTOS Y ENTREVISTA: Jon Gómez de la Peña] [DISEÑO GRÁFICO: Miguel Cano] [TEXTO: Raül De Tena] [Más información en el Instagram de Yokim y en el de Jon Gómez de la Peña]