Tras demasiado tiempo de silencio, Tame Impala tienen nuevo single: «Patience»… Pero aquí te explicamos todos los motivos por los que no da la talla.
Cuatro años ha tardado Kevin Parker en entregar la nueva canción de Tame Impala, “Patience”. Su título parece una pequeña broma sobre la paciencia a la que sus seguidores han tenido que recurrir para aplacar sus ansias por catar novedades sonoras del australiano. Eso sí, estos mismos fans eran conscientes de que esa demora se iba a alargar debido a que, en dicho período temporal, Parker estuvo muy ocupado en codearse con divas como Rihanna (quien versionó su “New Person, Same Old Mistakes”) o Lady Gaga, colaborar con Mark Ronson, SZA, ZHU o Travis Scott, remezclar a Miguel o a su compañero GUM, producir a bandas de diverso pelaje y girar por todo el globo terráqueo mientras saboreaba las mieles de su ascensión a la cima del mainstream planetario gracias a “Currents” (Modular / Universal, 2015), punta de lanza de la psicodelia del siglo 21.
Tan veloz fue su expansión, que Kevin Parker se disfrazó (sin quitarse su fular) de una especie de Rosalía de las antípodas con un insólito don de la ubicuidad que todo el mundo adoraba y al que cualquier bicho viviente quería arrimarse. Su estatus de estrella global hizo que cada uno de sus movimientos fuera de la esfera estrictamente musical se escudriñara al milímetro, ya publicase una foto en redes sociales del salón de su casa, se casase en una extraña ceremonia rematada con un banquete con 150 hamburguesas o escapase por los pelos de su lacia melena de los voraces incendios de California del pasado noviembre que calcinaron el set de grabación instalado en su residencia temporal de Malibú.
Pese a que, en ciertos momentos, Parker era carne del cotilleo más que de la actualidad artística, no se debía olvidar su mérito como adalid de la independencia contemporánea que había logrado que calasen entre la juventud estilos añejos de los 70 a través del pop y el rock en tiempos de dominio del neo R&B, el trap y otras músicas urbanas modernas. La vigente gran relevancia de Tame Impala se constató en cuanto “Patience” surcó la red y Kevin Parker se coló entre los TT de Twitter, algo difícil de creer antes de que existiera “Currents”. Un trabajo que, por otro lado, también provocó que muchos se bajaran del carro tameimpalero ante el cambio sonoro del grupo mediante el cual la electricidad lisérgica daba paso a un soft pop meloso. Pero, precisamente, en ese viraje se encuentra el punto de apoyo de la catapulta que impulsó a Tame Impala a un nivel superior de aceptación, inercia que ha aprovechado Kevin Parker -un compositor tan perfeccionista como inteligente- para prolongar su exitosa trayectoria.
Así como “Currents” continuó allí donde “Lonerism” (Modular, 2012) sugería un variante estilística en su bonus track “Beverly Laurel” (conocida por musicar cierto spot televisivo de un fabricante de automóviles francés), “Patience” retoma el punto donde acababa “Currents” para agradar los oídos sin sorpresas ni estridencias, con un sonido amable y glaseado. Sin embargo, a “Patience” se le presentan dos problemas desde el instante en que arrancan sus inciales notas de piano. Primero, la comparación con el single que presentó “Currents” en 2015, “Let It Happen”, el arrollador tema de alcance infinito que aún se considera la mejor pieza salida de la cabeza de Parker: como avance del futuro cuarto álbum de Tame Impala, “Patience” no da la talla y se reduce a una composición meliflua. El segundo de esos problemas es que, aun poniéndola del derecho y del revés, no posee el característico gancho sónico de Tame Impala, aunque Parker la maneja melódicamente con su reconocible voz.
“Patience” es la canción menos Tame Impala imaginable a estas alturas. De hecho, si nos dijeran que se trata de una colaboración vocal de Kevin Parker con Metronomy, Roosevelt o sus compatriotas Parcels nos los creeríamos. Es más, hoy en día hay grupos que reproducen su sonido con mayor fidelidad, caso de Pond, que han acortado distancias con respecto a su colega, curiosamente, con él mismo como productor. La inmersión de “Patience” en la disco music puede justificarse con los recientes escarceos de Parker con Theophilus London bajo el nombre de Theo Impala. O, simplemente, se deba a su afán por seguir revisando la década de los 70 fijándose en esta ocasión en Bee Gees para materializar un pop cada vez más blando y orgánico (aunque no faltan los sintetizadores cósmicos) y con aires tropicalistas (los timbales no engañan…) que termina por parecer música del crucero de “Vacaciones en el Mar” que ambienta una velada en la que los jubilados de a bordo se atiborran de cocktails.
Así de plana e insípida se muestra “Patience”, que ni siquiera pellizca después de varias escuchas. Quizá Kevin Parker esté jugando al despiste, pero esta vez no ha convertido en oro lo que ha tocado.