Hasta esta mañana no había tenido una sensación cierta de regreso. Quedan aún cinco conciertos para terminar esta primera parte de la gira pero, ya irreversiblemente, dejaremos atrás el norte y las montañas dentro de un rato. Esta tarde tocamos en Madrid, y mañana y pasado mañana. Desde luego, será una vuelta a la gran ciudad en toda regla. Pero aún no hemos salido de este pueblo pequeño, muy cerca de la provincia de Álava, muy cerca de Soria. Huele chimeneas y la niebla que esta mañana, más temprano, hacía parecer espectros a los árboles que veo desde la ventana se ha disipado por completo.
Ya venía encontrándome regular desde Bilbao y, justo después del concierto de Pamplona, el malestar empezó a centrarse en mi garganta. No habría podido cantar el domingo si hubiera tenido que hacerlo. Afortunadamente, teníamos por delante tres días de descanso, que he dedicado a intentar recuperarme todo lo posible… Creo que estoy casi bien, ay. Veremos qué tal hoy.
Pero estos días hemos estado muy tranquilos, aquí en Ezcaray, que es un pueblo muy pequeño en el valle del río Oja a las faldas del monte de San Lorenzo, donde está la estación de esquí de Valdezcaray. Muy cerca de aquí queda la frontera entre La Rioja y Álava y, un poco más lejos, pero no mucho, empieza Soria. A pesar de lo que parecía cuando veníamos de camino, entre eriales y montes pelados de cereal cosechado, este pueblo está casi oculto dentro de los bosques que se extienden desde las montañas que circundan al San Lorenzo, y al Urbión, un poco más al sur. Hayas, Nogales, Castaños. La temperatura es considerablemente más baja aquí que fuera del valle del río; y en Haro, que está a sólo treinta kilómetros, ya hace mucho más calor.
En estos días hemos tenido tiempo de maquetar alguna canción nueva para el disco, además de preparar el set que haremos hoy en Espacio UFI. También hemos subido montañas y presenciado una fiesta local centrada en, como no podía ser de otro modo, el vino tinto.
Dejamos las montañas, nos vamos a Madrid.
Buenos días.
[Esteban R.]