Hay veces que Kim Kardashian es un poco cansina… Pero hay que reconocer que esta sesión de fotos de David LaChapelle es una maravilla. ¡Puro arte!
Ha llegado un punto en el que hay que reconocer que Kim Kardashian tiene al mundo totalmente polarizado: hay quien piensa que es una diosa que ha venido a salvar a la humanidad del aburrimiento del siglo 21, pero también hay quien opina que es una mamarracha y una petarda que no es brillante en nada más que en aplicar las leyes del marketing salvaje sobre su persona y sobre su cuerpo. Ahora bien, tanto los que están a un lado como los que se quedan en el otro tendrán que reconocer una cosa: las nuevas fotos que le ha hecho David LaChapelle son puro arte.
Y eso que, igual que pasa con Kim, David tampoco es que se encuentre en su mejor momento: la relevancia que tuvo a principios de siglo se ha ido difuminando y apagando y, aunque se le reconoce un imaginario propio e influyente, su incapacidad para renovarse le ha relegado a un segundo plano en la era de Twitter. Sea como sea, esta confluencia del mundo de Kim y LaChapelle es una maravilla que viene a dar continuidad al primer encuentro del artista con la familia Kardashian cuando se encargó de la felicitación de Navidad de la familia en el año 2013.
La excusa para este reencuentro ha sido la última campaña de KKW, la marca de cosméticos de Kim Kardashian. Aunque, al final, da igual lo que nos estén vendiendo, porque las cinco fotografías que ha publicado ella en su Instagram son una maravilla absoluta que vuelve a juntar colores vívidos con imaginería religiosa. Ya sea en forma de lágrimas virginales o a través de la pose de Pantocrátor (paloma incluida), David LaChapelle vuelve al cristianismo para ligarlo a la nueva religión de este siglo: el culto a la fama encapsulado en la figura de Kim Kardashian. [Más información en el Instagram de Kim Kardashian]