Mientras iba de camino a la madrileña sala Neu!Club iba preparándome mentalmente para lo que creía que depararía el concierto de Fernando Alfaro. Dos premisas tenía claras: el buen sonido al que esta sala nos tiene acostumbrados y la crudeza emocional que ha sacado a la luz Alfaro con su «La Vida es Extraña y Rara» (Marxophone, 2011).
Y lo cierto es que las dos premisas se cumplieron.
Lo primero de la noche fueron unos Sector de Agitadas que hacían su papel de teloneros ante una sala medio vacía y que, a pesar de sus muy cuidadas melodías e instrumentación, no lograron convencer. Las canciones empezaban siempre bien, de hecho muy bien, apoyadas por unos teclados estilo ochentero y una batería más que destacables, pero se perdían en el escaso recurso vocal del cantante. Finalmente, todas acaban por aburrir y por dejarnos con una sensación más bien fría.
A las 22.30, puntuales, se presentaron Fernando Alfaro y su banda en el escenario, ya con la sala llena, y empezando directos al grano con una fúnebre y terrible «Extintor de Incendios«, como quitándose de encima, a las primeras de cambio, lo que sería el único punto de tristeza del concierto. A partir de ahí, todo fue crudo, muy crudo, pero con mucho músculo y garra. «Gol Psicológico«, «Camisa Hawaiana de Fuerza«, «Hijo de Perra«, «Héroes Podridos«… Todas sonaron aun más enérgicas que en disco, con un Alfaro que no dejaba de confesarse muy a gusto con un público totalmente entregado.
Quizás por eso, el veterano cantante nos recompensó con una dosis de nostalgia al final del concierto: «Qué Condenadamente Negra», de Chucho, y llevándonos unos años más atrás, «Fuerte» de Surfin’ Bichos, con la que el público enloqueció literalmente (más de uno perdería la voz en su estribillo). Al final, todos salimos con una sonrisa de oreja a oreja, comprobando que aunque los años pasen por Fernando Alfaro, su garra y estado de forma no parecen bajar lo más mínimo el nivel: así lo demuestran su más que notable último álbum y sus incendiarios conciertos.
[Alejandro Masferrer]