EL JUEGO. Durante un tiempo, se creyó que «Xenoblade Chronicles» formaría parte de una de las sagas -dobles- preferidas por los jugadores del RPG japonés más hardcore: «Xenosaga» / «Xenogears«. Al final, sin embargo, la cosa no pasa de un sentido homenaje que, desde el título, ha querido llevar a cabo el equipo de Tetsuya Takahashi, responsable del juego que nos ocupa y uno de los grandes desarrolladores del género (estuvo involucrado tanto en «Chrono Trigger» como en «Final Fantasy VII«). Eso sí, la cosa no se queda en un tributo, sino que desde el principio «Xenoblade Chronicles» nacía para que, por fin, la Wii tuviera un RPG como Dios manda. Uno de los grandes… Basta una partida para comprobar que, más que probablemente, nos encontremos no sólo ante el mejor de su género en la máquina de Nintendo, sino también ante una piedra Rosetta que propone muchas innovaciones en un género al que le hace falta un lavado de cara urgente. Aquí hay soluciones. Aquí puede que esté el futuro.
PRIMERA PARTIDA. «Xenoblade Chronicles» arranca con una intro épica pero poco espectacular que nos da a entender que, en el inicio de los tiempos, sólo existían dos colosos gigantescos que lucharon uno contra el otro sobre un planeta totalmente cubierto de agua. Al acabar la contienda, los cuerpos de ambos quedaron allá, fosilizados, en posición de batalla uno contra el otro. A continuación, la acción se traslada a un campo de batalla en la que unos humanos («humas«) luchan contra una plaga de bichejos extraños y mortíferos a los que denonminan «mekon«: unos seres totalmente inmunes a cualquier ataque exceptuando al que un personaje llamado Dunban les inflinge con una espada a la que todos se refieren con reverencia como la Monado. Es esta una secuencia de introducción interactiva en la que unos tutoriales algo intrusivos y muy poco integrados (todo sea dicho) dejan bien clara una dinámica de combate innovadora y trepidante que, sin prescindir de las constantes vitales del género (RPG), consigue ser original y vibrante en cuanto pillas el truco (algo a lo que no ayuda el control con Wii Mando y Nunchaku: puesto que no se utiliza el sensor de movimiento para nada, al menos hasta donde yo he llegado en el juego, puede que todo el jaleo de botones de «Xenoblade Chronicles» fuera más intuitiva en un mando tradicional como el de Xbox 360).
La introducción acaba (de forma épica y misteriosa) y parece que es entonces cuando, por fin, damos con el que será el protagonista del juego: Shulk, un chico rubito y algo afeminado (dentro de los cánones nipones) que contrasta sobremanera con su mejor amigo, Reyn, un tiparraco grandote y algo garrulo que, además (en la versión que nos ha llegado a España de «Xenoblade Chronicles«), tiene un acento inglés que roza lo chav (algo que nos encontraremos de ahora en adelante en un reparto de voces sorprendente y profundamente british). La exploración del entorno inicial es suave pero interesante: Shulk pulula por un pueblo en el que, además, el jugador topa con un apasionante sistema de accesorios (que se intuye que traerá cola, ya que literalmente el personaje puede cambiar toda su ropa dependiendo de lo que le hagas vestir) y la que será una política de misiones completísima inaudita en los RPGs. Parece que la intención es luchar contra la linealidad de los argumentos de este género brindándole al jugador la posibilidad de embarcarse en diversas líneas argumentales y misiones que no afectan al hilo principal pero que añadirán interés al gameplay.
En esta primera parte, además, se realizan dos descubrimientos básicos: que el pueblecito de Shulk está situado por debajo de la rodilla de uno de los colosos de la leyenda (y que, por lo tanto, la humanidad entera debe vivir repartida por los cuerpos de los dos colosos) y que el protagonista es, además, la única persona capaz de empuñar la Monado además de Dunban. De hecho, podría decirse que el primer capítulo de «Xenoblade Chronicles» se cierra cuando, con la Monado en las manos, Shulk decide partir hacia el mundo ignoto a la búsqueda de venganza… ¿Venganza por qué? Eso es algo que no os revelaremos aquí.
¿QUÉ PASARÁ? Después de la primera partida, queda claro que «Xenoblade Chronicles» no va a dejarnos un vivo recuerdo gracias a sus justitos gráficos (será que estamos demasiado malacostumbrados a lo que nos ofrecen Xbox 360 y PS3; o será que recuerda demasiado a uno de los capítulos más aburridos de una de las sagas más eternas: «Final Fantasy XII«). Pero puede que, al fin y al cabo, se convierta en un juego histórico gracias al magistral equilibrio que consigue entre la sensación de libertad otorgada por el nuevo sistema de misiones y la fuerza de un argumento que, desde el primer momento, se intuye con la fuerza de los grandes del género. Necesitaremos muchas horas para ver si esta sospecha se hace realidad… Pero parece que serán horas muy pero que muy bien empleadas.
DISPONIBLE EN… Nintendo Wii.
[Raül De Tena]