Esto no es una crónica del concierto de Katy Perry en Barcelona… Esto es una crónica de cómo me hice fan de la diva en una noche realmente mágica.
Vaya por delante que lo que viene a continuación no es una crónica musical del único concierto que Katy Perry ofreció en España en su presente «Witness: The Tour«, que tuvo lugar ayer 28 de junio en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Y no es esta una crónica musical porque resulta que yo entré en el concierto como periodista dispuesto a tomar mis notas y a criticarlo todo de forma lo más sesuda posible… y, sin embargo, salí del recinto como un fan particularmente entregado de la artista. ¿Sabes cuando descubres algo que te mola fuertemente y te preguntas por qué carajo no le prestaste atención antes? Pues eso.
En mi caso en particular, admito que el único disco que he escuchado entero de Katy Perry es su último «Witness» (Capitol, 2017)… Pero también he de añadir que lo he escuchado y lo sigo escuchando con bastante frecuencia. Si el rollo «diva pop» es un género en sí mismo, en mi humilde opinión diré una y mil veces que «Witness» es el heredero de la corona que antes portó el «Dangerous Woman» (Republic, 2016) de Ariana Grande. A la espera de que alguien le tome el relevo en este año 2018, no hay aquí y ahora otro álbum de diva pop con más jitazo por metro cuadrado.
Y aunque este es un argumento que he esgrimido con frecuencia en el último año, tengo que reconocer que nunca me he considerado fan de Katy Perry porque, al fin y al cabo, siempre tenía excusas para seguir observándola con distancia irónica. Poco a poco, sin embargo, he ido sucumbiendo a la persona que rebosa una vez se desata el corsé de diva: su participación en el programa «American Idol» ha dejado un algunos momentos realmente gloriosos (y tronchantes) que, simple y llanamente, nos representan a todos. Vamos, es que Katy ligando con un concursante soy yo y eres tú y somos todos. Y lo sabes. Así que, poco a poco, he ido admitiendo eso que siempre han dicho los fans de Katy: que es una tía divertida que tampoco se toma demasiado en serio a ella misma.
Otro apunte: el anterior concierto de diva al que asistí fue el de Lana del Rey el pasado mes de abril… y casi muero de inactividad cerebral y aburrimiento supino por culpa de una puesta en escena a la que le faltaba sal y por una sosería insostenible por parte de una diva que precisamente se toma demasiado en serio su papel de lánguida heroína de la subcultura white trash yanki. Antes, recuerdo a Beyoncé petándolo en el Estadi Olímpic con un espectáculo epatante al que, sin embargo, le faltaba alma humana: la Knowles se toma tan en serio su papel de diosa de la cultura pop que no se permite ningún error, ninguna grieta en su imagen impoluta, ningún atisbo de humanidad. Y eso puede ser un poco cansino.
En contraposición, lo de Katy Perry en esta «Witness: The Tour» no podía ser más humano precisamente porque el show está construido a partir del mismo ADN de la artista: diversión pura y dura, actitud goofy, sexualidad exultante y colorinchis desenfadados. Antes del concierto, una amiga me advertía que los shows de esta mujer son fuertes por lo que tienen de señora cantando guarrerrías molonas delante de audiencias adolescentes pero todo envuelto con un lacito multicolor para que olvides un poco lo paradojal de la propuesta. Y tengo que añadir que, después del concierto de ayer, más que algo negativo, esta apreciación me parece realmente positiva.
Hacen falta más Katy Perrys en el mundo y menos Lanas del Rey o Beyoncés… Porque, mira, lo de tomarse en serio a uno mismo está bien. Pero está mucho mejor no hacerlo y pasarlo tan bien como se nota que se lo pasa esta mujer sobre el escenario. Ayuda, para empezar, un setlist pluscuamperfecto que no dio tregua ni un momento y que alternaba entre los nuevos temas (clásicos instantáneos como «Roulette» abriendo el concierto, «Chained to the Rhythm«, «Déja Vù«, «Pendulum» o, claro, «Swish Swish«, bish) con himnos antiguos que, en ciertas ocasiones, se reforzaban con una rítmica más machacona capaz de unificar, por ejemplo, el triplete magnánimo de «Hot N Cold«, «California Gurls» y «I Kissed a Girl» . Daba igual si conocías los hits o no, porque el bombo y el chunda-chunda estaban calculados a una velocidad constante para que no dejaras de bailar y bailar y bailar. Eso sí, bailar y bailar y bailar sin dejar de mira al escenario, porque allá tampoco había tregua para los ojos.
Para empezar, el propio escenario era un ojo gigantesco que remitía a la portada (y al imaginario) de «Witness» y del que surgía una extensa lágrima que no era otra cosa que la pasarela que se adentraba entre el público y que serviría durante toda la noche para aportar dinamismo al espectáculo. Y es que, si hay un término que defina el show de Katy Perry en esta gira, es precisamente «dinámico»: pasan cosas continuamente, ahora aparecen marionetas gigantes en forma de flamencos, ahora salen unos labios mastodónticos del centro del ojo y se tragan a la cantante en «Bon Appetit«, ahora suben plataformas, ahora bajan plataformas, ahora se disparan los lásers, ahora salta al escenario un tipo vestido de mosquito, ahora brotan flores primaverales en los laterales de la pasarela, ahora sale el tiburón a tocar un piano con los pies e intentar robarle el show a Katy, ahora la Perry vuela por encima del público sobre un planeta… Y todo ello acompañada continuamente por un grupo de bailarinas que, llamadme loco y enajenado, pero a mi me parece que lucían unos estilismos que eran un continuo homenaje a la estética drag de «RuPaul’s Drag Race» (¿hola? ¿El traje recortable de Milk en «All Stars 3«?).
Y así transcurrieron casi dos horas en las que muté de periodista a fan de forma nada paulatina: si es que en la segunda canción ya estaba entregado y tirándome la cerveza encima. (Real.) Así que no es de extrañar que, al llegar al grand finale de hits concatenados, me viniera tan arriba como para afirmar que, mira, si tiene que haber una diosa en el Olimpo Pop, prefiero que sea Katy Perry antes que Beyoncé. Por lo menos con Katy parece que te puedes ir de farra y te lo vas a pasar fetén. [Más información en la web de Katy Perry] [FOTOS: La Vanguardia]