Durante su gira por Asia, Lydmor escribió un diario que es pura sinceridad a pecho descubierto… Y solo vas a poder leerlo (en español) en Fantastic Mag.
DIARIO, CAPÍTULO 1: Montada en el avión desde Copenhague a Beijing. A veces tengo la sensación de que estar atrapada en el aeropuerto de Copenhague debe ser lo más parecido a sentirse encerrada en el armario de Narnia. Lo atravieso y es como internarse en un país de cuento de hadas en el que todo es posible. Todos los días comenzarán a despertar llenos de nuevas aventuras, en ellas me siento cada vez más fuerte. Más fuerte y mejor. Mucho más viva que en mi mundo cotidiano.
Ahora procuraré dormir algo, lo cual no es fácil. Estoy tan emocionada de regresar a Asia… Estas próximas horas de vuelo son solo un escollo del que evadirme.
En el tren desde Beijing a Shanghái tras mi primer bolo. Un mar de rascacielos se levanta violentamente entre tanta neblina contaminada. Mientras, el sonido del tren de alta velocidad resuena en mis oídos acompañado por la risa de unos niños. Mi pelo es un desconcierto y aún tengo puestas las gafas de sol. En ellas puedo ver reflejados los bolos de los últimos días, están ahí, nadie los ve ni oye, solo yo, murmurando silenciosamente dentro mi mente. De vez en cuando, levanto la mirada hacia una pantalla amarilla donde se muestra la velocidad a la que vamos disparados a través de China… ¡Nada menos que a 351 kilómetros por hora!
Ayer por la noche hicimos el primer concierto de esta gira. Fue en Beijing, la capital de China. Aterrizamos sobre ella por la tarde, y poco tardamos en respirar el dulce y enmarañado aire asiático. Pronto, tan solo seis horas después de haber aterrizado, ya estaba sobre un escenario en una sala repleta de personas sudorosas. Ah, y también estaba rodeada de fans a rebosar de entusiasmo. Dos horas después de aquello, me estaba emborrachando bebiendo varios Whiskey Sours junto a una joven dj china que pincha sonidos industriales y que, según me explica, también es además. Además de ser una erudita en música electrónica indie, era una persona entrañable. Encantadora. Tenía los labios pintados en púrpura y electricidad en los ojos. Voy a intentar involucrarla en mi música: quiero una remezcla suya para una de mis canciones. Me fliparía respaldar a chicas con talento como ella.
Ayer sentí tan buenas vibraciones, tanto amor. Nada más acabar el concierto, me pasé como una hora entera abrazando fans con los ojos húmedos. Al mismo tiempo, procurando decir siempre algo apropiado, la mejor salida posible cuando alguien se lanza sobre ti, te rodea con sus brazos y te grita “es que te amo, ¡te amo tanto!”. Soltar un simple “gracias” resulta demasiado poco para tanta efusividad. Debo seguir trabajando en ello.
Más tarde, en otro tren. Medito sobre mis amigos y Shanghai: “;e va a romper el corazón, me sucede siempre”. Es complicado comprender lo grande que es China.
Mis amigos de Shanghai no paran de enviarme mensajes. Viví en la ciudad en 2016, y en ese tiempo prosperaron amistades muy cercanas e intensas. Es una bendición a la vez que una maldición estar de regreso en la ciudad debido al tour. Por un lado, puedo encontrarme de nuevo con todas estas personas tan increíbles, pero tener que dejarlos de nuevo al día siguiente… me va a romper el corazón. Esto lo sé de buena tinta. Me sucede siempre.
De madrugada en el Hotel de Shanghái: “me siento como si le hubiese hecho el amor a la ciudad entera”. Música, miembros, champán y abrazos. Todo aquí es pura electricidad. Me siento como si alguien me hubiese arrojado a una hoguera. El público era ideal, mis amigos los mejores, el after party en aquel bar… una pasada. Ahora tengo un chupetón en el hombro, pudo haber sido cualquiera, perdí la cuenta e incluso la razón entre tanto abrazo, besuqueo y bailoteo. Me siento como si le hubiese hecho el amor a la ciudad entera.
Mañana por la noche tomaremos un tren nocturno hacia Guangzhou. Sumaremos otras 16 horas de viaje… ¡Pero será muy interesante!
Cada noche pinto mi cuerpo entero con pintura fluorescente para que se vea luego con la luz negra. Al final, siempre acabo en la cama durmiendo todavía con la pintura brillante. Las noches se alargan siempre, y están plagadas de aventuras. Me encanta pensar que estoy dejando tras de mí un rastro de neón manchando todas las sábanas de las camas de cada hotel por los que paso.
Todo ha sido muy intenso hasta ahora. No tengo ni idea de cómo acabará todo esto.
Muchos abrazos,
Lydmor
[/nextpage][nextpage title=»CAPÍTULO 2″ ]DIARIO, CAPÍTULO 2: En un avión desde Macau a Kuala Lumpur: «todos los humanos son la misma persona». En el ensayo “Sjælens Amerika” («Las Almas Americanas«) de Karl Ove Knausgård, el autor menciona cómo otro escritor descubre el verdadero significado de la igualdad mientras viajaba en tren. Resulta que tiene un breve momento de contacto visual con un hombre sentado justo en frente: en él ve que todos los humanos son iguales, y va todavía más lejos al afirmar que todos los humanos son la misma persona.
Eso fue lo que me leí en mi tránsito desde Guangzhou a Macao. Eso significaba que ese mismo pensamiento estaba fresco en mi mente cuando el tren se detuvo y tuvimos que cruzar la frontera china. Aunque el ensayo trataba sobre algo completamente diferente, fue la frase «todos los humanos son la misma persona» la que se alojó para siempre en mi cabeza.
En la cola infinita de Macao. La frontera de Macao es sinónimo de largas colas, infinidad de señales, oficiales uniformados que nos van reuniendo a todos como si fuésemos vacas. Adelante, camina, espera, para, camina. Mogollón de gente, menudo bullicio. Qué curioso, yo era la persona más alta allí congregada. La que más saltaba a la vista. Mi pelo rubio platino y la piel pálida eran el centro de todas las miradas. Sí, todo el mundo me estaba mirando. Aun así, nunca me sentí como una forastera: me sentí en todo momento desconectada del entorno y caminando por el intrincado laberinto que son las aduanas de Macao. El aire era pesado y tremendamente húmedo. Llevaba a cuestas dos bolsas grandes con todo mi equipo, no paré de tropezar y hasta caer accidentalmente por culpa de ellas.
Pero el pensamiento «todos los humanos son la misma persona» siguió creciendo dentro de mí. Empecé a mirar a todos los que me rodeaban. Imaginando al mismo tiempo que eran el mismo ser que yo, simplemente que mirando a través de otros ojos. Que yo era todo el mundo y todos los demás eran yo. Fue un experimento muy interesante, un ejercicio de reflexión sorprendentemente fácil que pronto llamó mi interés con una inmensa sensación de admiración y conexión. Miré todas y cada una de las caras a mí alrededor, lo hice de una manera completamente diferente. Luego las tomé prestadas. La de un niño gritando a su madre. La de un anciano que saca lentamente sus gafas de una bolsa, se las pone y lee las instrucciones de un cartel de salida. Las de dos chicas adolescentes haciéndose un selfie juntas… No paran de estirar cada centímetro de piel de sus rostros haciendo poses muy ensayadas.
Han pasado ya tres noches desde que abrí por último vez mi diario, lo cual me hace sentir mal porque han sucedido muchísimas cosas. Tantas, que parece que en vez de tres días ha pasado una semana entera. A lo tonto es verdad que llevamos ya siete días de gira. Ahora escribo sentada desde el avión hacia Kuala Lumpur. Se acabó China. Ahora toca poner rumbo a Kuala Lumpur, Singapur y Bangkok.
No todo es coser y cantar. El verdadero ‘estado mental’ de una intensa gira. El verdadero ‘estado mental’ de la gira ha comenzado a establecerse. Al principio, uno está completamente abierto de miras: te empapas de todo lo que tienes a tu alrededor… Pero, pasada esa fase, y ahí es donde me encuentro ahora mismo, todo se vuelve mucho más duro. Demasiado difícil. Comienzas a tener la sensación de querer estar sola todo el rato. Las fiestas comienzan a pasar factura. Y el glamour se desvanece un poco en cansancio.
Hoy particularmente fue un día bastante duro. Ayer por la noche salimos con un diseñador de moda de Macao que también dirige el club en el que toqué. En la parte de arriba de la misma sala tenía un espacio a modo de exposición, además de una oficina, y allí terminamos sentados junto a un grupo de amigos bebiendo vino, fumando, probándonos ropa y tocando el piano hasta muy tarde. Por la mañana nos recogieron en el hotel y nos llevaron a un estudio fotográfico profesional donde hicimos una sesión de cuatro horas. Todo era a priori muy sofisticado, genial; y sin embargo yo estaba cansada y me sentí bastante introvertida, lo cual es el peor estado de ánimo para una sesión de fotos.
“Todo lo que podía salir mal…” salió mal. Finalmente fuimos al aeropuerto, donde tuvimos en todo momento el presentimiento de que cualquier movida que pudiera salir mal acabaría por salir mal. Así fue. Para empezar, tuvimos que pagar por exceso de peso en el equipaje. Tuvimos una extraña historia con un ticket que había desaparecido, pedimos algo de comida que resultó ser horrible y al final el vuelo llevaba retraso. Por momentos creí que me iba a sentar en el suelo y me iba a poner a llorar. Como si un ente maligno me hubiera robado todas las energías para gestionar esta crisis y me hubiese dejado conmocionada, en shock, tal y como le hubiese ocurrido a un niño pequeño. Pero esto forma también parte de una gira. Un tour es como una versión más condensada de la vida donde los máximos son picos mucho más altos y los mínimos están bajo el suelo.
Por ejemplo: ayer conocí a un fan que ha venido a verme tres veces ya. Una vez en Shanghai, otra en Serbia y finalmente en Macao. Su rostro al abrazarme al mismo tiempo que me contaba todo eso… era como una especie de pequeño sol que iluminó toda la habitación. No me canso de conocer admiradores que me inundan de amor. Todas las personas son la misma persona. Me siento tan conectada a todas ellas.
Para concluir, un poema…
“Alone in a hotel room”
Idle time
Scratches my skin comfortably once in awhile
Notice new things in well-known rooms
Think almost new spring morning thoughts
be solitarily sensual for no good reason
lazily
look at ceiling
walk barefoot on carpet
wiggle toes
dance fingers through intricate pretend-patterns on pillow
blink excruciatingly slow for a few seconds
notice breathing
stop time
dream the same daydream over and over until it becomes faded and grey
like a pink piece of chewing gum loses it’s taste after a while
discard then
Flirt with the lamp
turn off the switch and be a little comfortably heart broken
follow a grain of dust float around in a sun beam
Trick mind to change perspective.
Ceiling is now floor
wiggle toes on ceiling
practice cat purring
Lydmor
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