Por ahí dicen que si te gusta el «Malamente» de Rosalía eres un hipster que te estás apropiando de la cultura flamenca… Pues, bueno, aquí os hablo de por qué esta canción me parece tan necesaria.
La cosa fue tal que así: el miércoles desperté y, al abrir el portátil, fui directo a buscar el nuevo videoclip para «Malamente» que Rosalía había anunciado que se estrenaría a medianoche. Allá estaba. Pulsé el botón de play… y entré en puro estado de shock. Primero, por culpa de la canción. Después, por culpa del videoclip. Y lo único que me pasaba por la cabeza en ese momento era, fundamentalmente, que «Malamente» es el lugar y el momento concretos a los que mi vida (como aficionado a la música) me ha estado conduciendo desde hace un par de años, aproximadamente.
Y es que «Los Ángeles» (Universal, 2017) se convirtió más que probablemente en uno de los discos que más escuché el año pasado de la misma forma en la que «Olé Lorelei» (Sony, 2018) de Soleá Morente va camino de ser uno de los álbumes que más estoy quemando en este 2018. Soy consciente de que las dos propuestas no podrían ser más antitéticas pese a partir del mismo substrato musical: lo de Rosalía consistió en acercar el flamenco a la sensibilidad del siglo 21 y la generación de tránsito entre la X y lo millenial; mientras que lo de Soleá Morente es celebrar la herencia del flamenco pop que tan pronto recupera a Las Grecas como a Lole y Manuel.
En ambos casos, eso sí, hay que reconocer una jugada común: el uso del flamenco como palanca para desestabilizar la jerarquía de géneros que la crítica musical lleva décadas intentando establecer de forma normativa. Los géneros cada vez tienen menos sentido, y estas diferentes aproximaciones al flamenco, sumadas a otras tan diversas como las que realizan artistas como El Niño de Elche o Dellafuente, han posibilitado que gente como yo, que de flamenco no tiene ni repajolera idea, se estén acercando a él con los brazos y la mente bien abiertos.
Oye, y antes de que lo digas tú, lo digo yo mismo: sí, toda esta historia que acabo de explicar ahora mismo hará que muchos me tachen de hipster que se está acercando al flamenco con la intención de convertirlo en algo cool… Y eso es lo que no estoy entendiendo al respecto de todo el debate que ha levantado el «Malamente» de Rosalía, al que se le acusa de ser monumento altísimo al que la hipsteria colectiva va a rendir culto (según algunos, absurdo) precisamente por ser algo así como la quinta esencia del nuevo flamenco capaz de ponerse una mantilla de trap y quedarse tan a gusto.
Dicho de otra forma: por ahí han tenido los santos cojones de decir que esto es apropiacionismo cultural para hacer que los hipsters pasen por caja. A lo que yo respondo, primero, que esta generalización del «hipster» (madre mía, que dentera me está dando usar este término de esta forma sin matices, que es como lo suelen usar los que pretenden cargarlo de despectividad) lo está caricaturizando como alguien sin escrúpulos cuando, en serio, ¿no puede un hipster emocionarse? ¿No puede gustarle de repente un género musical que antes no le gustaba? ¿Por qué esa necesidad de chotearse de unos supuestos hipsters que corren de una afición a otra como pollo sin cabeza?
Si te parece mal que, de repente, me guste el flamenco (o este tipo de flamenco), hablémoslo. Dialoguemos. Pero no intentes desacreditar mi opinión llamándome hipster… Sobre todo porque, mira, ya llevo casi 600 palabras intentando hablarte de esta pasión que me nace de algo muy hondo. Porque a lo mejor tú no te lo crees, pero este gusto por el flamenco (o, repito, este tipo de flamenco) no ha brotado en mi de la nada: soy hijo de un sevillano y una gaditana, crecí en un pueblo del extrarradio de Barcelona donde prácticamente sólo había familias de inmigrantes andaluces y pasé todos los veranos de mi infancia en Andalucía. Allá me llamaban «el Jordi«, vale. Se lo perdono. Pero algo se me quedó. A veces se me quedaba hasta el acento, pero muy dentro se me quedó el talante, la gente… y la música. Palmear cada vez que tenía ocasión. Viajar en el coche con la música a toda pastilla con un flamenco del que yo no tenía ni idea pero que ahora mataría por saber exactamente qué era.
Quiero pensar que algo de todo eso se te queda. Y es eso lo que me vibra desde hace unos años con todo este nuevo tipo de flamenco que no puedo dejar de escuchar. Así que vuelvo a lo mismo: si quieres desacreditarme llamándome hipster, hazlo. Que me da igual. Lo que no entenderé es que se intente desacreditar algo como este «Malamente» de Rosalía porque, sinceramente, la primera vez que la escuché no pude quitarme de encima la sensación de estar chocando contra algo totalmente nuevo, algo que ya íbamos necesitando en la escena musical de este país con una urgencia que escocía.
Algo que, por cierto, el videoclip de Canadá ha sabido trasladar al mundo de las imágenes de forma pluscuamperfecta: un nazareno skater, Rosalía sobre una moto viéndose toreada por un chaval con un capote, una ascensión religiosa ayudada por un toro de carga, un skate park coronado por una cruz gigantesca… Todo esto, de nuevo, ha sido criticado como apropiacionismo cultural por un lado y, por el otro, como intolerable para los anti-taurinos. Partiendo del hecho de que yo mismo soy anti-taurino, sin embargo, me parece que sería surrealista negar el atractivo del imaginario taurino y, sobre todo, negar que ese imaginario forma parte intrínseca del espíritu español. Que sea anti-taurino no va a hacer que me líe la manta a la cabeza y pida que se quemen todas las copias existentes del «Matador» de Pedro Almodóvar por glorificar el imaginario taurino. Ni mucho menos.
Y por eso mismo no me parece para nada mal este abordaje del imaginario flamenco y taurino por parte de Canadá en el vídeo de «Malamente«… Más todavía: me parece que ya iba siendo hora. Hace mucho tiempo que pienso que, en la era de globalización, nos hemos entregado demasiado fácilmente a asimilar la cultura foránea como algo mucho más fascinante que la nuestra propia. Conozco más el imaginario de «Mad Men» que el equivalente en aquella época en España, por poner un ejemplo. Y no sé cómo se puede conseguir tal cosa, pero me gustaría que en nuestro país fuéramos igual de capaces que en EEUU de celebrar nuestro propio pasado sin caer en catetismos ni en españoladas. ¿Por qué me parece más interesante que Michael Chabon me hable en sus libros de los judíos en EEUU que un autor que me hable de una familia gitana andaluza en términos no folclóricos, sino puramente literarios?
Ya lo he dicho: no sé cómo puede conseguirse tal cosa… Pero, si lo conseguimos, será de una forma muy similar a como Canadá acaba de hacerlo en «Malamente«. También será de la misma forma en la que Rosalía lo hace en esta canción en la que usa expresiones como «illo», «tra-trá», «mu mal» o el propio «malamente» del título (que, recordemos: sería una variante incorrecta de «mal» que, sin embargo, deberíamos interiorizar como normalizado por su propio uso, ¿o es que eres de los que siguen negando la evidencia de que «la lengua es uso»?). Todo sobre una base musical que puedes identificar como flamenco (las subyugantes palmas omnipresentes), como trap (la base) o incluso como esa capacidad que tiene El Guincho, aquí a la producción, para convertir una canción en una narración cerrada en sí misma.
Hace unos meses, el Sónar 2018 anunciaba la actuación de Rosalía en el festival como la presentación de un disco que estaba grabando junto a El Guincho que supondría un cambio sonoro en su carrera. Como siempre, el festival barcelonés demostraba tener un ojo visionario a la hora de seleccionar sus artistas. Ahora, aquel disco ya es una realidad cercana: se titulará «El Mal Querer» y, la verdad, si va a sonar tan glorioso como «Malamente«, estad preparados para que cambie por completo la geografía de la industria musical en nuestro país. Porque aquí ocurre otra cosa (y os prometo que con esto acabo ya): que el trap de nuestro país bien y tal, pero ¿qué lo diferenciaba del que se hace en EEUU, en UK o en Albania? Absolutamente nada.
Y aquí recuerdo lo que dije un poco más arriba, que necesitamos celebrar nuestro propio imaginario, nuestras propias raíces, para producir una cultura que hable de nosotros y que no hable de alguien de Nueva York. Para mi, esa cultura es la que produce Rosalía. Y, llamadme hipster, me la pela… Porque esta cultura me representa lo más grande. [Más información en el Facebook de Rosalía // Rosalía presentará «El Mal Querer» en el festival Sónar 2018]