Aquí va nuestra quiniela para Eurovision 2018: diez temazos acompañados de diez actuaciones bien fuertecitas entre las que no se encuentra la de España. Obvio.
Mañana 12 de mayo se celebrará Eurovision 2018… Y todo está listo para que sea una edición bien fuertecita. Para empezar, porque todos deberíamos haber asumido a estas alturas que Amaia y Alfred van a quedar los últimos. Pero, sobre todo, porque entre las canciones que han pasado el corte de las dos semifinales hay un buen puñado que son bien fuertecitas. Y son «fuertecitas» al modo en el que Eurovision entiende el «fuertismo»: bien de fuego, bien de show, bien de megalomanía.
Y en Fantastic Mag, donde nos pirra el «fuertismo» en general y en abstracto, no podíamos quedarnos sin hacer nuestra quiniela particular al respecto de Eurovision 2018… Vaya por delante una explicación: no somos expertos en este concurso, por lo que nuestra opinión tampoco es que vaya a sentar ningún tipo de cátedra. Y, sobre todo, tampoco pretendemos enfocar este Top 10 con distancia irónica: en serio que nos pirra el espectáculo multicolor y gozosamente (de hecho, auto-conscientemente) mamarracho de Eurovision.
Por eso mismo podéis creernos cuando afirmamos que las diez canciones que vienen a continuación realmente nos dejan muertos. Por un motivo u otro, pero nos dejan muertos. Eso sí, ni los tres primeros puestos de esta gloriosa lista nos quitan de la cabeza la idea de que España bien podría haber estado en este podio si, en vez de la mierda que hemos enviado, le hubiéramos dado cañita brava a «Lo Malo«. Y eso es así. [Más informació en la web de Eurovision 2018]
10. UCRANIA: «Under The Ladder», de Melovin. La canción empieza, vemos a un chaval atrapado en una estructura roja que se va abriendo poco a poco mientras la cámara se aleja. ¿Está dentro de un ataúd? No, está dentro de un piano. Y un resorte en su espalda le levanta poco a poco de entre los muertos y vemos que tiene un ojo de vampiro. No sé. En serio. Solo por esto, Ucrania merecía estar en esta lista. (Por la barra libre de fuego al final de la canción también, pero esa ya es otra historia.)
9. BULGARIA: «Bones», de Equinox. No entendemos nada: un chaval negro regordete con pinta de hipster empieza a cantar, pero luego se suman los tres tenores versión Europa del Este y al final todo el peso de la canción y la actuación recae sobre una choni de extrarradio que pasaba por allá. Una choni que, por cierto, lleva a la vez un piercing en el lateral de la boca y otro en la lengua como no habías visto desde 1995. Esto no es una canción para Eurovision, tías… Esto es un casting para una sitcom de la hostia.
8. SERBIA: «Nova Deca», de Sanja Ilić & Balkanika. Esta actuación / canción pasa por tantos estados diferentes que al final no sabes qué estás viendo. Al principio es como un ritual new age oficiado por tres sacerdotisas serbias. Luego sale un viejo con una flauta. Más tarde un calvo que parece salido de la peli «Underworld» y entonces la canción ya no es new age, sino turbo folk. El viejo de la flauta baila toda loca del coño en un pódium. Y todos cantan en serbio, así que no sabemos si hablan de sacrificar al viejo o de hacer botellón y parkineo. Pero mola todo igual.
[/nextpage][nextpage title=»Del 7 al 4″ ]7. DINAMARCA: «Higher Ground», de Rasmussen. Partamos del hecho de que Rasmussen estaría en esta lista ya por el mero hecho de ser algo así como un Jared Leto que se ha puesto hasta el culo de Donettes y que de repente tiene el pelo de Nicolas Cage (cuando se lo deja largo). Pero es que luego, además, la canción es puro pop vikingo con todo un grupo de vikingos vestidos de negro haciendo pasos de baile de marcha vikinga hacia el horizonte vikingo mientras las velas de los barcos vikingos ondean a su alrededor vikingo. Solo falta el tekno-vikingo. De quedarse tonto, vamos.
6. FRANCIA: «Mercy», de Madame Monsieur. Solo los franceses son capaces de enviar algo a Eurovision en serio. Pero en serio EN SERIO. La canción de Madame Monsieur mola: es como si Alizée hubiera aterrizado en el siglo 21 y la producción se la hiciera uno cualquiera de la escena nu-r&b británica. Y, aunque al final se les va la mano con ese momento pensado para que el publico se vuelque con el tema, hay que reconocer que «Mercy» mola… ¡Si es que hasta los looks (pensados para entrar en Berghain en el año 2015) son un ejemplo de elegancia!
5. ESLOVENIA: «Hvala, Ne!», de Lea Sirk. Ainsh, de verdad, imposible que no se te parta el corazón al pensar en el caso de Lea Sirk. Allá va ella, que dice: «mira, me hago este peinado en homenaje a las peluquerías de polígono del año 1998 y salgo al escenario con cuatro bailarinas y nos hacemos unos bailes a lo Beyoncé sobre una canción con toques de baile electrónico«. Y entonces llega a Eurovision. Y ve la actuación de Chipre. Y se le cae el coño al suelo. Pobreta. Pero eso no quita que lo suye sea temazo, ¿eh?
4. SUECIA: «Dance You Off», de Benjamin Ingrosso. Muchos medios de comunicación llevaban meses preguntándose dónde carajo estaba Troye Sivan, que parecía haber desaparecido después de lanzar un temarral como «My My My!«. Hace una semana o así que publicó su nuevo single… Pero, mirad, ¿qué tal pasar de la realidad y vivir en una realidad paralela en la que le nuevo single de Troye Sivan suena tan maravilloso como el «Dance You Off» de Benjamin Ingrosso? Además es que la puesta en escena parece un videoclip en sí misma. Y los pasos de baile están destinados a triunfar en el Pride 2018. No hay duda.
[/nextpage][nextpage title=»Del 3 al 1″ ]3. MOLDAVIA: «My Lucky Day», de DoReDoS. ¿Hola? ¿¡Hola!? ¿¡HOLA!? La canción la hemos escuchado mil veces: turbo folk con toques balcánicos que no te pondrías por voluntad propia en tu puta vida… Pero… ¿La puesta en escena? Es como si los personajes de «Mad Men» se animaran a grabar una versión de los títulos de crédito de «La Tribu de los Brady» que al final acaba convirtiéndose en una de aquellas míticas escenas de puertas que se abren / puertas que se cierran / personajes que van de acá para allá tan típica de La Pantera Rosa y el Inspector Clouseau. Solo faltaría que al final los que se enrollen fueran ellos dos y se olvidaran de ella. Pesada. Chau.
2. CHIPRE: «Fuego», de Eleni Foureira. Que sí, que ya, que Eleni Foureira va a ganar Eurovision 2018 sí o sí… Pero eso no significa que haya que darle el número 1 en este top, ¿no? Vale, que lo tiene todo: está buenorra, su outfit es una pesadilla multicolor brilli-brilli capaz de hacer que tus ojos sangren purpurina, «Fuego» es un temón que hace pensar en David Guetta componiendo para una Sia gitana, las coreografías con las bailarinas son de infarto y al final hay fuego. Obvio. De hecho, hay MUCHO fuego. Pero, oye, aunque mola, ¿no lo hemos visto mil veces?
1. ISRAEL: «Toy», de Netta. Netta no solo es la ganadora #real de este Eurovision 2018, sino que también es la ganadora moral: es simpática, es una fenómena de la naturaleza, representa varias causas que necesitan urgente visibilidad en Eurovision (¿hola, body positivy?) y «Toy» es un temarral muy pero que muy tremendo. La puesta en escena, además, es una jodida maravilla millenial, con esas bailarinas postmodernas y las paredes de gatetes… Pero es una maravilla millenial destinada a no ser entendida por muchas de las viejarrascas que siguen controlando este cotarro, que seguro que al final acaban premiando el rollo más conservador de Chipre. Puta bida, tete.
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