Tenemos que confesarlo: hace dos meses que vivimos a full en el mundo de «Monster Hunter: World»… Y aquí te explicamos por qué bien resumidito en cinco puntos.
Lo sabemos: «Monster Hunter: World» ya hace algunos meses que se lanzó y, sin embargo, aquí estamos, publicando un artículo al respecto aquí y ahora. Pero tened en cuenta una cosa: un juego normal y corriente exige una media de 15 o 20 horas para que puedas formarte una opinión coherente y completa al respecto. A las 15 o 20 horas de haber empezado a jugar a «Monster Hunter: World«, sin embargo, lo más normal es pensar que todavía ni ha arrancado lo bueno. De hecho, la sensación es que no has explorado ni un 2% de las posibilidades de este título.
Ese es el motivo por el que este texto sobre «Monster Hunter: World» ha tardado tanto en llegar… Porque necesitábamos muchas (pero muchas) horas de juego para sentir que podíamos hablar con propiedad del que sin duda es ya uno de los mejores títulos del año. Pero empecemos por el principio, porque a lo mejor os ocurre un poco como nosotros y no teníais muy localizada la saga «Monster Hunter» antes de que se lanzara esta nueva edición para Xbox One (que es la versión que hemos probado nosotros) y PS4. No sería de extrañar: esta siempre ha sido una saga un poco exclusiva para los fans más hardcore, sin demasiados tutoriales ni facilidades para los recién llegados. Y, además, los anteriores cuatro juegos solo se lanzaron para portátiles (PSP y 3DS, para ser más concretos).
«Monster Hunter: World«, por el contrario, parece haber nacido con la voluntad de llegar a un público mucho más amplio… Y desde la primera partida se nota cómo, en vez de repeler al jugador recién llegado, Capcom le está dando la bienvenido de forma cálida y confortable. El juego en general es más explicativo, tanto a nivel de menús y misiones como en el propio argumento… Porque, claro, a diferencia de anteriores entregas, aquí tenemos un argumento apasionante (muy JRPG) que engancha desde que terminas de crear tu avatar -y tu camarada- con el editor de personajes y te adentras en el argumento del juego.
Eres un cazador de la quinta flota y estás llegando a Astera en barco… Lo que ocurre es que el barco es atacado por un monstruo gigantesco y todo se va un poco de madre, así que tienes que luchar por sobrevivir desde un primer momento para llegar de alguna forma desde los restos del naufragio hacia la propia ciudad de Astera, que se convertirá en el centro de operaciones de tus aventuras. A partir de aquí, todo lo que sigue puede (y debe) ser abordado en forma de mundo abierto. Curiosamente, «Monster Hunter: World» no quiere que pierdas el tiempo con misiones intrascendentes tipo «recolecta setas en el bosque», y desde el minuto cero te azuza para que te metas en las cacerías de la línea argumental principal.
¿Entendéis entonces por qué llevamos dos meses viviendo por completo dentro del mundo de «Monster Hunter: World? ¿Todavía no? Tranquilos, que a continuación os lo explicamos en cinco puntos…
LA HISTORIA. Ya lo hemos dicho más arriba: la historia de «Monster Hunter: World«, sin ser un prodigio narrativo (eso se lo dejamos a otro tipo de videojuegos), te engancha desde el primero momento. Para empezar, por lo interesante de llevar siempre a tu lado a un camarada gatuno que tuneas a tu gusto al principio de todo y que, si le mimas de la forma adecuada (mejorando sus armas y armaduras), te acabará ayudando de forma maravillosa en tus cacerías.
Pero, sobre todo, porque el misterio de Zorah Magdaros y los dragones ancianos en el nuevo continente es algo que se va desarrollando poquito a poco, misión a misión: a medida que vas desbloqueando nuevas zonas del continente también vas encontrando nuevas bestias y, sobre todo, nuevos personajes que te irán introduciendo en una trama que no tira del delirio megalómano y puramente emo de, pongamos, Square Enix, pero que cumple la papeleta más que bien a la hora de conseguir lo que busca: hilar tus primeras 100 horas de juego (o más) para que, una vez superado el argumento, te quedes a vivir durante mucho tiempo más en el mundo de «Monster: Hunter World«. Porque, claro, la aventura aquí no se acaba cuando terminas el argumento. ¡Faltaría más!
LOS ESCENARIOS. Lo vamos a decir sin rodeos: el apartado gráfico de «Monster Hunter: World» es una jodida maravilla. Algo así como un «Skirim» pensado desde una desbordante mente nipona: el realismo medievalista se sacrifica para ofrecer al jugador la oportunidad de introducirse en un mundo de pura fantasía. Y es que, de hecho, esa sensación de «introducirse en un mundo» completamente nuevo es uno de los puntos más fuertes de este juego: el continente se divide en diferentes mapas, y cada mapa se divide en diferentes zonas que hay que explorar no solo en horizontal, sino también en vertical, ascendiendo a las alturas de los árboles a bajando a cavernas oscuras, por poner dos ejemplos concretos.
En cada uno de los mapas hay significativos cambios de paisaje, además de una fascinante variedad de flora y fauna que merece hacer un alto en el devenir de las misiones para ser explorado en profundidad, tan solo por el mero placer de ver todos los recovecos de este riquísimo mundo de «Monster Hunter: World«. Para ello, por cierto, podremos dejarnos guiar por una novedad de esta entrega particularmente útil: los lafarillos, una especie de insectos verdes fosforescentes que se agrupan para formar rastros que te guíen a través del mapa, ya sea a la búsqueda de monstruos en concreto (para ello, tendrás que haber encontrado antes un número concreto de «pistas» que ayuden a los lafarillos a perseguir al animal en cuestión) o revelando plantas y bichos a tu alrededor que te pueden ser de mucha ayuda en tu aventura.
LAS CAZAS. Este es el corazón de «Monster Hunter: World«… Y resulta que es un corazón musculado, evidentemente, pero también repleto de una sangre calenturienta que bombea a mil por hora. El funcionamiento básico de las misiones de «Monster Hunter: World» es aparentemente sencillo: en Astera te encargan dar caza a un animal (a veces te piden que lo mates, otras que lo captures), así que te preparas (chequéas tu armadura y arma y las de tu camarada, te zampas algo en la cantina para que te sirva de aumento temporal de tus cualidades, etc.), sales de caza, cazas al monstruo y regresas a recolectar tu recompensa.
Lo que ocurre aquí es que la parte de «cazas al monstruo» nunca es tan sencilla: te suelen dar 50 minutos para completar el encargo, y te podemos asegurar que esos 50 minutos se te van a quedar cortos siempre. Primero, porque los jodidos bichos parece que tienen una vida infinita y los vas desgastando realmente poco a poco (mola, además, ver cómo van viéndose afectados por la paliza: de repente van cojos, les has cortado la cola u otros detalles realmente fascinantes).
Pero, sobre todo, porque aquí no sirve llegar y liarse a palos: las cacerías son pura táctica. Tienes que estudiar al monstruo, comprender sus patrones de ataque, revelar sus debilidades… Y, a partir de ahí, meterte en la batalla hasta que el bicho se canse y escape a otra zona del mapa. Entonces toca perseguirlo hasta allá y repetir este proceso varias veces antes de poder cantar victoria. ¿No te parece que 50 minutos es realmente poco tiempo?
EL MULTIJUGADOR. En el punto anterior deberías haber comprendido una cosa muy básica en «Monster Hunter: World«: este no es un juego de partidas rápidas, sino más bien de pasar largas tardes y noches en su compañía. Así que ¿por qué no pasar estas tardes y noche en la mejor de las compañías? No te asustes: si eres de esos jugadores a los que el rollo online les horroriza porque consiste en esperar una eternidad para jugar una partida de tres minutos en la que lo más probable es que te maten a los 20 segundos, «Monster Hunter: World» puede llegar a ser el juego que haga que te pirres por el multijugador.
Para empezar, porque aquí el multijugador es sencillísimo: cada vez que tengas que abordar una misión, puedes hacerlo por libre o uniéndote a alguna misión ya abierta. Y, si vas por libre, en cualquier momento puedes lanzar una bengala y verás como en tres minutos tienes a varios jugadores ayudándote a darle para el pelo al bicho de turno. Pero sobre todo, el multijugador de «Monster Hunter: World» mola lo más grande porque es un verdadero alivio. Ya lo hemos dicho: las cacerías son particularmente duras, así que siempre es bastante molón que de repente entre alguien de nivel 20 y te ayude con la tarea, ¿no te parece?
LA DIFICULTAD. Un último apunte por si no ha quedado ya bastante claro: «Monster Hunter: World» no es un juego fácil. Para nada. Y no solo porque las cacerías sean un puro infierno (muy gratificante una vez sales victorioso, eso sí), sino porque el juego pasa tres pueblos de meterse en ese rollito que llevan otros juegos en los que acabas de empezar y de repente ya eres nivel 10.
Aquí esto no va así. Aquí la fama cuesta. Para subir de nivel, tienes que completar muchas (pero que muchas) cacerías, que es lo que te permitirá mejorar tu equipamiento para ser mejor en la batalla y así conseguir más puntos. Sin embargo, ahí está el acierto de esta dinámica: ¿sabes lo bien que te sientes cuando ves que tanto esfuerzo merece la pena? Pues eso. [Más información en la web de «Monster Hunter: World»]