Entrevistamos a Ferran Palau para que nos explique con sus propias palabras algo que nosotros no podemos explicar con las nuestras: ¿de dónde sale un disco tan maravilloso como «Blanc»?
Qué difícil es expresar con palabras algo tan intangible como un momento de gracia, un instante de iluminación, un pedacito de eternidad encapsulada en un aquí y ahora imposible de delimitar de forma verbal o escrita. Dicho de otra forma: ¿cómo explicarle al mundo que un artista está en estado de iluminación, en un momento único y mágico en su carrera en el que los astros se han alineado y todo fluye con una perfección realmente inenarrable? ¿Cómo? ¿Cómo usar las palabras para explicar algo para lo que las palabras se quedan cortas?
Eso es lo que me ocurrió al escuchar por vez primera «Blanc» (Halley Records, 2018), el tercer disco en solitario en la carrera de Ferran Palau. Al fin y al cabo, puedo decir con orgullo de fan que he seguido su carrera desde hace ya casi una década, cuando fui fulminado por otro disco que mostró un estado de gracia de epifanía sosegada: el maravilloso «Himalaya» (Les Petites Coses, 2009) de Anímic, banda que Palau lidera codo con codo con su mujer Louise Sansom. Y es precisamente esta experiencia en su discografía en solitario y junto Anímic la que hizo que me bastara escuchar los primeros minutos de «Blanc» para darme cuenta de que esto no es un disco cualquiera. Este es un disco especial.
Este es un disco que va a marcar un antes y un después en la carrera de Ferran Palau gracias a sus letras metafísicas, sus ambientes preñados de nubes blancas, sus líneas melódicas vaporosas y acogedoras… Gracias a la ceguera por blancos que produce su escucha. Así es la ceguera que, cuando era pequeño, imaginaba que debía afectar a tus ojos antes de que estos se hicieran a la atmósfera preñada de luz en el Cielo. Luego dejé de creer en el Cielo. Luego me hice ateo. Luego me hice apóstata. Pero es gracias a discos como este «Blanc» que todavía sigo creyendo en cierta magia que recorre de forma subterránea la vida de las (buenas) personas.
Pero eso es otra cosa que no puedo explicar con palabras… Y, como ya se me empieza a acumular lo inefable, mejor hago lo que tenía pensado desde un buen principio: callarme yo y dejar que el que intente explicar toda la magia que rodea a «Blanc» sea el mismo Ferran Palau.
¿Cómo llevas esto de conjugar una vida de familia a tope con la carrera de Anímic y, ahora, con tu carrera en solitario cada vez más pujante? Ahora estoy en un buen momento: tengo un trabajo a media jornada que me gusta, una familia maravillosa, un disco recién sacado del horno y una buena temporada de conciertos con la banda de mis sueños por delante. ¡Es increíble la buena acogida que está teniendo «Blanc«! A veces es complicado hacer equilibrios entre tantas cosas, pero todo acaba saliendo de un modo u otro.
Una pregunta rara: al componer, ¿cómo identificas en tu cabeza “esto es una canción para Anímic” y “esto es una canción para mi”? ¿Es algo claro desde el principio o es algo que más bien se va perfilando poco a poco? Cuando empecé mi proyecto en solitario, a veces sí que tenía esa duda al componer canciones. Me pasaba pocas veces, pero sí que me pasaba. Ahora ya no me ocurre, porque en Anímic compongo las canciones con Louise, ella se encarga de las letras y melodías. En los primeros años de Anímic, cada uno componía sus canciones y luego las poníamos en común con el grupo. En el último disco empezamos a componer juntos, y eso ha acabado transformando la banda y dándonos mucho aire fresco.
Viviendo en una casa rodeado de músicos, ¿cómo diferencias los flujos de trabajo cuando una canción es para Anímic y cuando es para ti? Louise no tiene por costumbre componer canciones en su día a día. Cuando siente esa necesidad, se pone a ello, escribe canciones y de allí acaba saliendo un disco. Ella pone el chip y el resto la seguimos hasta que todo empieza a fluir de nuevo. Por eso tenemos periodos muy activos y periodos más tranquilos. En mi proyecto personal es distinto: yo voy escribiendo siempre frases o grabando melodías, pequeñas maquetas con el móvil hasta que tengo diez canciones. Normalmente pasan unos dos años, y entonces me pongo a grabar el disco.
“Blanc” ya es el tercer disco de tu carrera en solitario y, por lo tanto, los caminos que transitas solo por un lado y con Anímic por el otro ya están más delimitados que nunca. ¿Qué dirías que diferencia tu sonido en solitario al de Anímic? Si comparamos «Skin» de Anímic con «Blanc«, parecen dos cosas totalmente opuestas… Pero en realidad forman parte de lo mismo. Quizás en «Blanc» buscaba mucho el flow y la atmósfera. En «Skin» me centré más en cierta búsqueda de una estética y un concepto, porque Louise ya se encargó sobradamente del componente emocional y el mensaje. Ella es muy pasional y yo más lineal… Eso se nota en nuestras canciones. También nuestra manera de escribir letras es muy diferente.
Creo que el título está súper bien escogido y que blanco (y puro y luminoso) es el ánimo que se te queda escuchándolo. ¿Fue por esto por lo que elegiste? Creo que sí. Fue muy intuitivo: de repente, solo funcionaba esa opción, así que empecé a pensar por qué. Las buenas cosas salen así, sin pensar demasiado. Es como una semilla que luego tienes que regar y cuidar para que salga algo bonito. Con los días, se me ocurrió que «Blanc» significaba la infinidad y la ausencia de materia a la vez, el todo y la nada… Es un título «recipiente».
También me resulta curioso que con Anímic cada vez estáis más nocturnos, pero “Blanc” es puro día, pura mañana con el cielo azul cuando todavía queda un poco de niebla en el ambiente. ¿No te parece? En este momento es así, tal cual, pero eso no significa que siga siendo así en el futuro. En Anímic somos muy impulsivos y emocionales. Los bolos de la última gira fueron muy salvajes porque nos sentíamos así, pero eso podría cambiar otra vez. El cambio es algo recurrente en el grupo. No solemos mirar hacia atrás. Todo dependerá de lo que nos pida el cuerpo a la hora de grabar otro álbum. Las canciones que escribo para mí proyecto en solitario no tienen esa urgencia, y la mayoría me siguen representando con el paso de los años.
¿Cómo refleja “Blanc” el momento de tu vida aquí y ahora? Pues no lo sé. No suelo pensar demasiado en los significado ni creo que se puedan interpretar mis letras en clave costumbrista. Para mí es pura evasión, abstracción, un universo flotante. Si se entiende lo que digo, ya no me gusta, lo veo demasiado evidente. Para mí, hacer canciones es como una habitación con burbujas que flotan y tú tienes la capacidad de manipularlas sin que revienten, y consigues hacer nuevas formas o convertirlas en algo distinto de lo que eran sin saber exactamente qué. Al entrar otra persona en la habitación, podrá interpretar esas formas a partir de sus referencias. Lo que significa que cada nueva persona implica un nuevo significado. O lo llamamos Pop Metafísico.
¿Y cómo refleja el momento de tu carrera en solitario? ¿En qué punto crees que te encuentras después de dos discos? ¡No tengo ni idea! Para mí, «Blanc» es un disco especial. La manera en cómo lo esta acogiendo la gente me hace pensar de esta forma, pero solo el tiempo dirá si es así. Tengo claro que esto es una carrera de fondo, y la clave está en el equilibrio de las cosas. Llevo quince años haciendo discos y compartiendo mi música. Y, joder… ¡Es una pasada! Me hace muy feliz hacer lo que hago.
Si tuvieras que convencer a alguien de que escuchara “Blanc” con una frase del tipo “te gustará si te gustan otros artistas como…”, ¿qué artistas mencionarías y por qué? ¡El Petit de Cal Eril! Él es mi hermano metafísico… Anna Romeu de El Segell me recomendó Andy Shauf y me encantó. Al escucharlo, pensé: ¡esta mierda es como la mía!
Durante la concepción de “Blanc”, ¿has tenido en la cabeza a algún artista como referencia que todavía nadie haya detectado y que te encantaría que la gente reconociese? No del todo. En los últimos años he escuchado mucha electrónica, hip-hop y vapor wave. Tenía claro que eso se tenía que filtrar en mi música, pero de forma coherente con mi yo más profundo. Eso no es nada fácil. Es como cocinar: si te pasas de azúcar o de hortera, la cagas. Puedo defender este disco con una guitarra acústica y funciona perfectamente, pero a la vez hay gente que detecta a C. Tangana o a Tyler, The Creator en las canciones.
Antes has hablado de Pop Metafísico… ¿Cómo definirías (no al modo de diccionario, sino de forma totalmente íntima y personal) el concepto “metafísica” que está presente en “Blanc”? Fíjate en el título del disco y en el de las canciones: «Blanc«, «Res«, «Miratge«… ¿Hay vacío? ¿O todo lo contrario? La idea del Pop Metafísico es muy volátil. De hecho, ¡explicar qué es no es nada metafísico! Creo que el arte, al igual que los sueños no hay que intentar analizarlo. Para mí, es una pérdida de tiempo intentar explicar por qué una canción es de una manera o de otra. Cuando veo a alguien explicando una pintura me parto el culo y pienso que seguramente se lo inventa todo. Los significados que puede entrañar una obra de arte normalmente escapan a la voluntad del artista. Creo que el arte no es nada hasta que lo compartes con alguien, y esa persona es la que realmente la convierte en algo, siempre lo que ella quiera. También digo a menudo que el Pop Metafísico es la antítesis de el Pop Costumbrista.
¿Crees que la metafísica es algo más fácil de conseguir a través de la música o de la palabra (o de la conjunción de ambas)? Si hablamos de Pop Metafísico, creo que sí es una mezcla de las dos cosas… Pero la idea metafísica puede funcionar (y de hecho funciona) en otros registros.
De hecho, me parece muy interesante que finalmente abraces la metafísica porque, pensándolo en retrospectiva, tu carrera (tanto en solitario como con Anímic) siempre ha estado muy ligado a este concepto. ¿No te parece? ¡Claro! ¡Es algo que tenía dentro pero no lo sabía! ¡Jajajaja! Con el tiempo, me empiezo a entender un poco a mí mismo…
¿Cómo llevas “Blanc” al formato directo? Espera, antes de responder, otra pregunta: por favor, ¿puedes hacer una gira por capillas y lugares de elevación mística para que lo escuchemos en directo tal y como se merece? Me encanta tocar en iglesias y capillas. Lo he hecho muchas veces y seguiré haciéndolo, seguro, pero yo solo, sin banda. Piensa que los ritmos tienen que sonar muy secos, y eso en espacios tan grandes es imposible. Igualmente, ¡me apunto tu petición! Ahora me apetece que llegue el verano y tocar en piscinas, que también son espacios de elevación mística! ¡Jajaja!
¿Qué es lo próximo para Ferran Palau (en solitario o en banda o como padre y marido o como lo que sea)? He aprendido que no vale la pena hacer planes ni intentar controlar las cosas. La vida fluye mucho mejor cuando te dejas arrastrar por el caos. Amar a mi familia y amigos, ¡dar y recibir amor es mi plan! Y no parar de hacer música, claro. Desde que decidí dedicarme a esto, la vida es maravillosa. La música me ha dado todo lo que tengo.
¿Te imaginas cómo será tu futuro en solitario? Tu sexto disco, por poner un ejemplo concreto… ¡Pues no me lo imagino! Vete a saber por lo que me va a dar en un futuro lejano. Seguramente el vestido será distinto, pero el fondo será el mismo. [FOTOS: Martina Matencio] [Más información en la web de Ferran Palau // Escucha «Blanc» en Apple Music y en Spotify]