Las cerámicas de la exposición «Psicoplasmia» de Miguel B están a punto de llegar a Barcelona… Y, si fuiste un niño inadaptado, ojo, porque te romperán el corazón.
Que levante la mano quien tuviera una infancia feliz… Pues, oye, mira, resulta que tampoco hay tantas manos levantadas. ¿Será que, por mucho que nos pasemos el resto de nuestras vidas persiguiendo al unicornio de la eterna juventud, resulta que nuestra propia juventud fue menos feliz de lo que queremos reconocer? Es muy fácil haber sido un niño y haber sentido, fundamentalmente, que no encajabas en absolutamente ningún lugar. Y, de hecho, si te sentiste de esta forma en algún punto de tu infancia, prepara y protege tu corazón, porque las cerámicas de Miguel B te lo van a romper en pedacitos.
Y es que este ceramista jienense (madrileño de adopción) está a punto de aterrizar en Barcelona para presentar su nueva exposición bajo el nombre de «Psicoplasmia«. Así que empecemos por el principio: ¿qué es exactamente la psicoplasmia? Es un término usado por el Dr. Ranglan en la película «Cromosoma 3» (de Cronenberg) para referirse a un fenómeno que nos permite «manifestar físicamente en el cuerpo nuestros temores y odios«. En este caso concreto, Miguel B usa la psicoplasmia para crear una serie de cerámicas / personajes que manifiestan físicamente sus temores y odios de forma onírica, sugerente, inquietante y colorista.
Mike The Faggot, Freaky Mickey, Bobby Dump, Stincky Timmy o Donna Dumb son solo algunos de los personajes sobre los que, según explica él mismo, Miguel B ha vertido sus temores y odios de infancia: «Las esculturas son un retrato de nerds, freaks, maricas, matones y demás losers de patio de colegio y de su intento por encajar y sobrevivir en esa jungla despiadada que es la infancia. Uso piezas de torno que estaban destinadas a ser utilitarias y que son desechadas por estar mal acabadas, rotas o descentradas. Me sirvo de esta metáfora de deshacerse de lo “no útil” para plasmar sobre las piezas a inadaptados, marginados y diferentes. Niños y adolescentes que son rechazados, bien por otros niños y adolescentes, bien por los adultos, ya sea por su aspecto exterior y/o por sus cualidades personales e intelectuales. Para expresar esto superpongo y uno forzadamente las piezas, las perforo, las deformo, hago que se fagociten entre ellas, las atravieso con asas y le abro bocas inútiles haciendo que sangren, que vomiten, que lloren colores que muestran el a veces maravilloso y siempre terrorífico mundo que se esconde en el interior de cada uno de ellos. Dejando patente su incapacidad para “ser útiles” según las normas imperantes en la sociedad«.
¿Cómo no sentirse poderosa y emotivamente reflejado en el espejo que los personajes de «Psicoplasmia» están poniendo delante de nuestras narices? La exposición, por cierto, podrá visitarse en la galería barcelonesa Objeto de Deseo desde el 8 hasta el 28 de marzo… Y, en serio, que no se nos ocurre nada más maravilloso ahora mismo que esta mise en abyme que, a modo de juego de espejos infinito, usa cerámicas descartadas para crear niños descartados en los que ver reflejado el niño descartado que una vez fuiste. [Más información en el Instagram de Miguel B, en el de la galería Objeto de Deseo y en el evento de Facebook de la inauguración de «Psicoplasmia»]