Eduardo Navarrete ha sido el cuarto expulsado de «Maestros de la Costura»… Y aquí reflexionamos sobre por qué esta expulsión pone de relieve todo lo que no funciona en el programa.
Eduardo Navarrete ha sido el cuarto expulsado de «Maestros de la Costura«, el talent show de La 1 que ha calcado el formato de «Master Chef» y todavía no ha decidido si quiere aplicarlo a la moda y al diseño o a la costura y la artesanía. Este es uno de los múltiples engranajes del formato que, simple y llanamente, no funcionan… Lo peor del caso es que, para muchos (entre los que me encuentro yo mismo), uno de los escasos motivos para seguir mirando este programa semana tras semanas era precisamente la presencia de este concursante.
Así que empecemos por el principio: ¿qué era lo que aportaba Edu a «Maestros de la Costura«? Está clarísimo que cada uno de los concursantes ha sido elegido en base a un cliché que dé juego dentro del programa: la pija insoportable, el modistillo laborioso, la andaluza folclórica, la ama de casa, la inadaptada de pueblo, la niña con ilusiones pero sin facultades… También elecciones absurdas como la maestra de religión o los gemelos religiosos, solamente justificables en una cadena como La 1 que ha de cumplir (o eso parecen pensar desde dentro) cierta cuota de caspa rancia españolita. Todo vale a la hora de acaparar tantos nichos de audiencia como sea posible.
Encuadrado en este panorama (o, más bien, en este páramo), el papel de Eduardo resultaba francamente difícil y, sobre todo, incómodo: ¿representante de la moda (real) emergente, gay, extrovertido y sin pelos en la lengua? Porque a lo mejor esto se les ha escapado a muchos, pero Navarrete no ha salido de la nada: pertenece por derecho propio al círculo de la moda barcelonesa, es modelo habitual en los desfiles de Brain & Beast bajo su alter ego La Nenuco y dirige su propia firma, con la que está explorando los límites del gender-free a través de jugadas tan libres, elocuentes y estimulantes como su colección «Demencia» (mira este link con el fashion show de presentación y entenderás de lo que estoy hablando).
Muchos serán los que habrán pensado que Edu es un tío antipático, además de tendente al desdén y al pasotismo. Pero, ojo, porque esta percepción externa es el primer síntoma de que algo no funciona en «Maestros de la Costura«. Para empezar, por la relación de Navarrete con sus compañeros: viniendo de la moda y la creatividad, ¿cómo tener una relación fluida con un conjunto de personas que se excitan ante la perspectiva de coserle el hábito a una monja? Cuando eres un crío y te sientes diferente, tiendes a pensar que eso es algo negativo y, por lo tanto, te retraes. Cuando ya has entendido que la diferencia es símbolo de distinción positiva y has encontrado tu gente y tu lugar en el mundo, verte en un casting como el de «Maestros de la Costura» tiene que ser una pesadilla, una regresión totalmente desquiciante.
Una regresión agravada por el propio formato. Por un lado, por la edición del propio programa: todos sabemos que el 80% de este tipo de talent shows consiste en editar con gracia y con ansia manipulativa todo lo que caiga en tus manos. Y es inevitable pensar que «Maestros de la Costura» ha querido encasillar a Eduardo Navarrete en un rol y, por lo tanto, lo ha «pulido» y «falseado» cuanto haga falta para que encaje en el hueco que para él tenían reservado. Pero volvemos a lo mismo: ¿para qué crear un hueco para un rol concreto como este cuando resulta que lo único que haces es sacarte de la manga pruebas de hacer hábitos a monjas, trajes regionales, celebraciones del flamenco y similares? ¿Cómo no va a haber desidia ante este tipo de mamarrachadas cuando tú crees que has ido ahí a hacer, qué sé yo, prendas genderless y siluetas officecore?
Ya lo he dicho al principio: «Maestros de la Costura» todavía no tiene claro si va de moda o de costura. Pero, si va de costura, en el futuro debería huir lejos de perfiles como el de Edu para evitar frustraciones como la que acabamos de vivir… Y, sobre todo, debería mitigar otro de los síntomas que la expulsión de Edu ha puesto de relieve de forma flagelante: la priorización del espectáculo por encima del talento que debería ser la base de todo talent show. Dicho de otra forma: la estructura de los episodios (innecesariamente largos) y las normas del programa rozan el absurdo más recalcitrante.
Lo dijeron algunos de los concursantes tras la expulsión de Eduardo: no se explica que alguien como él, que ha demostrado su valía continuamente (y contra el viento y la marea de todas las voces del programa, profesores y compañeros incluidos, empeñados en fomentar esa visión negativa de él), esté fuera del programa… Mientras otros que no dan pie con bola sigan dentro a base de capear el temporal y salvarse milagrosamente. La explicación de la expulsión de Navarrete es la siguiente: contra su voluntad, le ponen al frente de un equipo de gente con la que no se lleva bien para hacer una tarea que acaba siendo desastrosa. La decisión del jurado es mandar a la prueba de expulsión a los responsables de los dos equipos: una decisión tomada en base a lo que va a ser espectacular de cara a la audiencia en vez de lo puramente justo.
El planteamiento de las pruebas es surrealista, y la valoración de las mismas ya cae directamente en lo onírico. No lo sé, me gustaría ver a Lorenzo Caprile intentando hacer un traje chaqueta en 30 minutos acompañado de un equipo formado por dos costureros sin brazos y otros dos ciegos. Sería espectacular, ¿verdad? Y, oye, cuando el resultado fuera una mierda bien olorosa, pues le echamos la culpa a Caprile, porque él era el jefe y no ha sabido coordinar a los lisiados con la suficiente solvencia como para llevar a buen puerto esta tarea tan sumamente sencilla.
Este despropósito ha sido el culmen de esta tendencia de «Maestros de la Costura» a la hora de priorizar el espectáculo, el twist y la sorpresa por encima del talento. Llamadme naif, pero es que yo realmente esperaba ver talento en este programa: esperaba que los concursantes aprendieran y evolucionaran mientras yo aprendía y evolucionaba. Pero lo único que estoy viendo es cómo los jueces se sacan de la manga pruebas complejamente absurdas (ellos dicen que es porque en un taller hay que saber trabajar bajo presión, pero es que tener a Fernando Albizu sobándote y diciendo gilipolleces mientras intentas hacer algo que no has hecho nunca en un tiempo salvaje no es presión, sino directamente tortura innecesaria) y, al final, premian como «talento» la capacidad para poner volantes de faralaes a una prenda… Lo que me lleva al último síntoma nefasto que la expulsión de Edu ha puesto sobre la mesa: el propio jurado.
No pude evitar observar cómo Maria Escoté se despedía de Navarrete como dos colegas que saben que se van a ver e breve. Y seguramente así sea porque ambos pertenecen al mismo círculo de moda española. No me queda tan clara la relación de Edu con Palomo Spain y, sobre todo, con Caprile: el bromance que se traían los dos me hizo gracia durante un tiempo pero, ya en este cuarto capítulo, más que bromance parecía otra cosa indefinida y potencialmente inquietante. Sea como sea, lo que está claro es que el jurado tampoco ha sabido manejar a una figura como la de Eduardo, básicamente porque continuamente se le ha juzgado con un doble rasero particularmente hipócrita: hola, mira, somos el jurado y no vamos a tolerar tu actitud de querer llamar la atención porque es una falta de respeto pero lo único que hacemos nosotros es tomar decisiones que precisamente buscan dar el cante para mantener la atención del espectador.
¿En qué quedamos, entonces? ¿En que queremos llamar la atención (y que por lo tanto deberíamos dar alas a un personaje como este) o no? Que, a ver, espero que nadie me malinterprete: Eduardo Navarrate, tal y como le hemos visto en «Maestros de la Costura«, es bien fuerta. Pero también es mucho más interesante a nivel «talento» que el resto de concursante. Y es que me imagino a mi mismo en un entorno como ese, en un programa como este, y creo que incluso saldría peor parado que él. No sé ni cómo ha durado cuatro programas… Lo que está claro es que, para mi, este ha sido el final de «Maestros de la Costura«. Hasta nunki. Un besi. [Más información en la web de «Maestros de la Costura»]