¿Alguien recuerda que, hace un par de años, todos estábamos un poco locos del coño con todo aquel rollo balearic que nos estaba llegando, primordialmente, desde Suecia? La acumulación de hypes en la que vivimos inmersos, sin embargo, hizo que en menos de tres meses lo de balearic fuera una etiqueta genérica en desuso totalmente engullida por su sucesora: ese chill wave con denominación de origen yanki que, además de balearic, fagocitaba otras influencias y coordenadas que ampliaban el campo de batalla haciendo que las viejas fronteras sonaran a nuevos límites. Ahora, sin embargo, toca volver al presente y preguntarse: ¿qué pasaría si, buscando trazar con rotulador rojo una especie de triángulo hipnagógico situáramos sobre el mapa un nuevo vórtice en UK? Lo que pasaría es que necesitaríamos una justifación. Y esa justificación no acaba de aterrizar en el panorama musical pero sí que acaba de petar como quien explota un globo debajo del agua: el lanzamiento de «Equatorial Ultravox» (V2 / Music as Usual, 2011) ha sido un ¡plap! casi sordo que, un tiempo después, sale a la superficie en forma de sonoras burbujas.
Y hay que puntualizar que lo de Chad Valley no es algo nuevo porque ya dio muestra de genio suficiente hace unos meses con «Chad Valley» (Cascine, 2010), un EP que dejaba a las claras que al Hugo Manuel que ya conocíamos al frente de los indie-poperos con aromas worldmusiquistas Jonquil tiene un doppelgänger sintético: Chad Valley, al fin y al cabo, es el gemelo rubio y electrónico de la analógica de cabello negro de Jonquil. Lo que hay dentro de «Equatorial Ultravox» se antoja menos como un jugueteo caprichoso con las maquinitas digitales y más como un artista adoptado que por fin encuentra su hogar en el seno de una tribu de robots aficionados a las fiestas playeras a la hora del crepúsculo. Pero rebobinemos, que eso de los robots siempre lleva a engaño: no estamos ante un EP de electrónica pura y dura como la que se facturaba en los 90, sino más bien ante uno de esos dulce vórtices espacio-temporales en los que las dimensiones se solapan y la electrónica suena analógica mientras que lo analógico suena a sintético. Gran parte de la culpa de este cóctel la tiene, como se puede intuír en el primer párrafo de esta reseña, los ecos de balearic pop que llegan a través de los riscos de chill wave. Eso sin olvidar que, al fin y al cabo, no estamos hablando ni de una cosa ni de otra, sino que Chad Valley acaba llevando este «(not that) mad mix» hacia el terreno del synthpop británico de toda la vida. Ya se sabe: la tierra, tira.
Y es que el propio Hugo Manuel es el primero en reconocer que, con este «Equatorial Ultravox«, una de sus intenciones han sido hacer reverdecer las palmeras costeras de sus vacaciones infantiles. Un movimiento similar al que hace unos meses se marcaron Metronomy con su excepcional «The English Rivera» (Because / Warner, 2011), con el que este EP comparte un innato sentido de la elegancia y ese entornar de ojos tan típico cuando miras el sol ponerse desde la línea costera. Y poco más. Las referencias de Chad Valley se mueven en otra liga y, sobre todo, en otra direccion. Por poner varios ejemplos: «Now That I’m Real (How Does It Feel?)«, la apertura por todo lo alto del EP, es como si la escudería Sincerely Yours produjera el retorno de The Human League; la dulce «I Want Your Love» supone un cruce de caminos entre las bases sensuales de Junior Boys y la capacidad para la bruma morriñera de Washed Out; en «Fast Challanges» es inevitable pensar qué hubiera pasado con The Though Alliance si hubieran crecido en Inglaterra mamando sintetizadores ochentosos;»Shapeless» es la mañana siguiente después del subidón nocturno y fiestero de ceo; y la excepcional «Shell Suite» suena a Panda Bear ordenando sus esquemas mentales después de haberse pasado ocho meses, ni más ni menos, escuchando a piñón a Pet Shop Boys.
En todos estos temas hay algo que hace que «Equatorial Ultravox» se despegue de las señas de identidad tanto del balearic pop como del chill wave: si en el primero las voces eran algo testimonial (exceptuando a jj) y en el segundo la filiación bedroom pasaba por gargantas poco entrenadas, en el caso de Chad Valley es necesario reseñar el característico y certero timbre de Hugo Manuel, que se desvela como un digno heredero del pop más marica de los 80 para las generaciones que siguen esperando un nuevo disco de The Postal Service. ¿Será el adulterio del sonido chill con una voz más virtuosa el rasgo característico de este nuevo tentáculo británico del pulpo hipnagógico? ¿O será lo de Chad Valley una rara avis en un patio británico demasiado preñado de palomas gordas que van a lo suyo? Por ahora, disfrutar de «Equatorial Ultravox» debería aniquilar cualquier pregunta que aparezca en el horizonte del hype. Allá sólo hay espacio para el sol. Poniéndose. Sea. Sun. ¿And sex? ¡Neh! Que lo de Hugo Manuel va más hacia la melancolía y el bailotear con los pies enarenados y los ojos entornados… Sea, sun and chill. Pero chill bien entendido.
Now That I’m Real (How Does It Feel?) from chad valley on Vimeo.