Mucho ojo, porque Krizia Robustella acaba de dar un volantazo lejos de lo que muchos podrían esperar y, en vez de eso, engaña a tu mirada con las ilustraciones de Susana López.
El print siempre ha sido una de las partes más importantes de la espiral de ADN de Krizia Robustella: sus colaboraciones con diferentes artistas e ilustradores siempre han servido para ampliar las fronteras (sorprendente y dulcemente maleables) del mundo de la diseñadora, pero ajustándose a un imaginario profundamente reconocible. Es por eso que, de entrada, la omnipresencia de las ilustraciones de Susana López en «Trendy Flock«, la colección para el próximo otoño / invierno 2018-19 que Robustella acaba de presentar en el 080 Barcelona Fashion, no debería sorprender a absolutamente nadie.
O, por lo menos, a nadie que haya seguido mínimamente a la que sin lugar a dudas es una de las diseñadoras imprescindibles para entender la moda de la Ciudad Condal del siglo 21, no de esa Ciudad Condal que se quedó anclada en el siglo XX (y que, sin embargo, sigue teniendo cabida en la pasarela de -presuntos- valores emergentes). Sea como sea, en «Trendy Flock» ocurre una cosa mágica y deliciosa: que, de entrada, esta incorporación del mundo de López dentro del imaginario de Robustella no debería sorprender a nadie… Y, sin embargo, lo hace. Sorprende. Y sorprende big time, de hecho.
El motivo es que Krizia Robustella ha dado un vigoroso volantazo a su modus operandi y, de hecho, no nos encontramos ante prendas de lujo deportivo con estampados y tejidos sorprendentes: nos encontramos más bien ante un verdadero diálogo entre el estampado y el patrón de la propia prenda. Lo que ha hecho Susana López es dibujar una prenda dentro de otra prenda, y lo que ha hecho Robustella es ampliar sus siluetas habituales para jugar a un elecuentísimo trompe l’oeil en el que has de forzar la mirada para encontrar dónde acaba la prenda y dónde empieza el print.
Un juego estimulante que, además, tiene un punto de crítica irónica que siempre le ha sentado fetén a Robustella. No debería escapársele a nadie que esta es la aproximación de la diseñadora a una actualidad en la que el culto al fake, a la copia pirata, a la falsificación es casi mayor que el culto a la propia moda. Una celebración de las marcas y la logomanía que, al venir envuelta en un manto de colores vivos e ilustraciones que nunca pretenden ser realistas, sino más bien superponerse a la realidad como un mundo de fantasía, resulta doblemente impactante.
Y lo mejor de todo es que Krizia Robustella, siendo Krizia Robustella, consigue alejarse del discurso mordaz y oscuro que podría ser el imperante al tratar estos temas: lo suyo sigue siendo, más bien, la celebración technicolor. Ironía y crítica, sí. Pero ¿por qué vamos a parar la fiesta para ser irónicos y críticos cuando podemos serlo mientras bailamos y reímos? [Más información en la web de Krizia Robustella]