Cerramos nuestras listas de lo mejor del año con los 25 mejores discos internacionales que lo han petado a base de bien en 2017 (y que, además, nos han viciado cosa mala).
Ya está. Se acabó. Con esto y un bizcocho, cerramos nuestras listas de lo mejor del año 2017. (Bueno, todavía nos queda la habitual selección de promesas musicales para el año que viene, pero esta se publicará en enero y casi que es una lista del 2018, ¿no?) Ha sido un viaje largo y apasionante, y le ponemos el punto y final como hacemos cada temporada: con esta lista de los mejores discos internacionales que siempre había sido, la verdad, la lista más importante de todas. Y, aunque en los últimos tiempos los discos nacionales le han ganado muchas posiciones, oye, sigue siendo una listaza muy tremenda.
Sobre todo porque, para nosotros, esta lista es una especie de panóramica apasionante del trabajo realizado durante todo el año. Cuando la vemos, puesta así en perspectiva, nos asombra no sólo la buena salud de la cosecha musical del 2017, sino sobre todo la variedad de las cosas que nos flipan… No avanzamos acontecimientos, pero aquí encontrarás de todo un poco. Sin vergüenzas, sin complejos. Simple y llanamente, los 25 discazos internacionales que en Fantastic Mag no hemos podido dejar de escuchar a lo largo y ancho de este año que estamos a puntito de cerrar.
25. ELECTRIC LINES / Joe Goddard. Voy a dejar por escrito algo que hace mucho tiempo que pienso pero que nunca me atrevo a verbalizar en voz alta (o en un artículo que vaya a salir publicado): el éxito de Hot Chip y de The 2 Bears se lo debemos básicamente a Joe Goddard, ¿no os parece? Si pensamos que los proyectos paralelos de los otros pesos pesados de esas dos formaciones (Alexis Taylor y Raff Rundell, respectivamente) son bastante anodinos, por no decir infectos, la conclusión evidente es que Goddard es la master mind detrás de ambos tinglados. Una sensación más clara todavía desde que Joe publicó «Electric Lines«, su primer álbum en solitario (pero con un buen puñado de colaboraciones) en el que se dedica a buscar el punto intermedio entre el pop electrónico de Hot Chip y el house bailable de The 2 Bears. Al final, por cierto, vamos que si encuentra el punto intermedio: lo encuentra, lo estimula, le mete dos dedos, le da una buena sesión de placa-placa y le hace llegar al orgasmo. Poca broma. [Raül De Tena]
24. YOURS CONDITIONALLY / Tennis. ¿Puede ser que la carrera de Tennis se haya visto minimizada por culpa de que desde La Biblia Indie (es decir: Pitchfork) nunca le hayan otorgado más de un 7 como puntuación en las reseñas de ninguno de sus discos? Sí, claro que puede ser. No seamos naifs: está claro que gran parte de la prensa musical internacional funciona por repetición, por pura mímesis, y si Pitchfork dice que Kendrick Lamar es lo puto más, antes optarás por un “no lo entiendo todavía, pero lo estoy intentando” que por un “esto es una mierda como una casa“. Y también está claro que, si en Pitchfork no le hacen ni puto caso a tus discos, es bastante difícil que sobresalgas en medio de la marabunta musical de la era de la infoxicación. [leer más]
23. TAKE ME APART / Kelela. Mira que Kelela lo tenía difícil, la tía. Para empezar, cualquier cosa que suene a nu-r&b ahora mismo suena un poquito pasado, como que da cosita, como que mola pero no, como que te gusta pero mejor no lo dices en voz alta. Y, sobre todo, ¿hola? ¿Existiendo FKA Twigs quién necesita a Kelela en pleno año 2017? Pues, mirad, todos. A Kelela la necesitamos todos y así lo prueba precisamente su pletórico primer álbum, «Take Me Apart«. Eso sí, un consejo de amiguis: este no es un disco que entre a la primera y te ultra fascine. No. Vamos, que no es un disco de Britney. Es más bien un trabajo que se cuece a fuego lento y va liberando sus aromas poco a poco. Está repleto de canciones de esas que mejor con auriculares porque tienen una gran parte de fisicidad, de cuerpo y fluidos corporales. De hecho, es un disco tan redondo que la que debería preocuparse ahora es FKA Twigs. Porque, después de algo tan maravilloso como «Take Me Apart«, ¿quién necesita que vuelva FKA Twigs? [Raül De Tena]
22. FUTURE POLITICS / Austra. La anarquista Emma Goldman afirmó en su día que “si no puedo bailar, esa no es mi revolución”. Austra capturan al vuelo esa sentencia y hacen que su synthpop sea un estímulo físico compatible con las inquietudes ideológicas y existenciales que genera nuestro presente, tal y como demuestran dos de los temas que forman parte del eje central de “Future Politics”: el titular, que aboga por un giro significativo en el mundo de la política para que las cosas, de verdad, cambien; y “Utopia”, reflejo del desencanto de Stelmanis por su ciudad, Toronto, cuya vacuidad le sirve para pensar en su propio lugar utópico. A su alrededor orbitan otras piezas de marcado carácter contestatario, ya sea llamando a la acción para acabar con el coma social (“We Were Alive”, cuya línea continuaron después Depeche Mode con su single “Where’s The Revolution”), apelando a la rotura de cualquier cadena o barrera (“Freepower”) o recordando el modo en que se está aniquilando el planeta (“Gaia”). [leer más]
21. FLOWER BOY / Tyler, The Creator. Para comprender las letras de este disco en su totalidad resulta necesario tener un master en “The Wire” (o haber conseguido ver la serie al completo sin recurrir a los subtítulos)… Y, aun así, reconozco que incluso a mi me interesan las letras de este disco originalmente titulado “Scum Fuck Flower Boy” (de verdad, con lo bonito que suena, tenía que venir la discográfica a joder la poesía de este título con su mojigatería). Me interesan por todo el tinglado que se ha montado alrededor de la sexualidad del propio Tyler, The Creator, señorito conocido por ser un bocachancla que se ha metido en más de un beef con los colectivos LGBTI y feministas y que, sin embargo, podría haber salido del armario a través de ciertos guiños sutiles en las letras de “Flower Boy“. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 20 al 16″ ]20. SOMETHING TO TELL YOU / Haim. Estamos aquí reunidos, hermanos, para sopesar “Something To Tell You” como la continuación de la que ya fuera la carta de presentación de Haim, el muy celebrado y todavía sorprendentemente vigente “Days Are Gone” (Columbia, 2013). ¿Tienen todas las canciones de este álbum un sonido común? Sí, claro que sí, pero eso nunca se ha percibido como algo negativo cuando hablamos de otros artistas que podrían ir desde Sprinsgteen a Bill Callahan. Yo qué sé. Más todavía: ¿suenan los temas de este disco igualicos a los del debut de las hermanas Haim? Mira, por ahí no paso. [leer más]
19. PLUNGE / Fever Ray. «Shake The Habitual«, el álbum con el que The Knife dijeron «hasta nunqui, un besi», fue una bendición a la vez que una putada… Una bendición para nosotros, claro. Y una putada para los hermanos Dreijer, ya que cualquier paso que dieran después de aquella obra maestra tendría que medirse con aquel álbum que fue mucho más que un álbum: fue todo un tratado de la vida moderna enfocada desde el prisma de una filosofía rupturista. Pero, ojo, porque el segundo álbum de Karin Dreijer bajo el nombre de Fever Ray no va por ahí, así que a lo mejor la medida de «Plunge» la deberíamos tomar con la mirada limpia y en base a su debut, «Fever Ray«, no a «Shake The Habitual«. De esta forma, veríamos que los ocho años que han transcurrido entre ambos trabajos han hecho que Karin abandone el rollo de akelarre oscurantista para pasar a engrosar las filas de un culto futurista de post-humanos aficionados a las luces de neón. La imagen no es gratuita: «Plunge» suena así. Y también suena jodidamente inmenso. [Raül De Tena]
18. PARTY / Aldous Harding. Si nos fijásemos en tres datos objetivos relacionados con Aldous (Hannah según su partida de nacimiento) Harding y su segundo LP, “Party” (4AD, 2017), resultaría bastante sencillo caer en otros tantos engaños: 1) fue producido por John Parish, con lo que podríamos concluir que vendría a ser la versión neozelandesa de PJ Harvey 2) el videoclip de uno de sus singles, “Blend”, nos empujaría a creer que Harding busca la provocación fácil 3) su título sugiere que su contenido se inclina hacia, precisamente, la alegría. Pero, lo dicho, cometeríamos tres errores que distorsionarían la visión sobre la excelsa figura de Aldous Harding, rebosante de personalidad, tendente a la tristeza y a la oscuridad y de estilo difícil de clasificar, aunque automáticamente se recurra al folk que estructuró su homónima ópera prima tres años atrás.
“Party” va más allá, hacia un sonido distintivo e intransferible que amplía su abanico hacia, por ejemplo, el pop ribeteado con arreglos electrónicos de la mencionada “Blend”. En el lado más reconocible de la balanza del álbum aparecen “Imagining My Man” (con la participación de Mike Hadreas –Perfume Genius-, también presente en “Swell Does The Skull”) y “I’m So Sorry”, espléndidas expresiones del cariz sensible de Harding; o “Living The Classics”, que abre una pequeña rendija para que se cuele un suave rayo de luz en el interior del disco. “Party” se mueve así en un espacio repleto de contrastes (matices vocales que pasan de los graves a los agudos con total naturalidad, coros luminosos que rompen el tono solemne) que reflejan el complejo interior de su creadora, penetrante por defecto y magnética cuando se lo propone, hasta el punto de ganarse las alabanzas de compañeras de gremio alejadas de su universo como su compatriota Lorde. No hacen falta más pistas para corroborar la enorme talla y el largo alcance del talento de Aldous Harding. [Jose A. Martínez]
17. LUST FOR LIFE / Lana del Rey. “Lust for Life” es el disco en el que Lana rompe el cascarón de la crisálida de su personaje de diva y vuela libre hacia algo mucho más interesante: la artista que usa las canciones como lienzo o como página de una novela en la que escribir el relato de los Estados Unidos del siglo 21. Ya hemos visto que sabe usar el imaginario de su país de forma sublime, siempre a medio camino entre la melancolía y la decadencia. Pero es ahora, en este disco, cuando la decadencia gana terreno a la melancolía y se empiezan a dejar al descubierto (deliberadamente) las fisuras y las grietas de su discurso. La misma Lana afirmó que “Lust for Life” sería su disco más activista, una especie de respuesta a la situación socio-política tan compleja que nos ha tocado vivir en los últimos años. [leer más]
16. LIFE WILL SEE YOU NOW / Jens Lekman. Puede que el disco con el que mejor dialogue este sea precisamente con “Night Falls Over Kortedala” y su homenaje (a veces lateral, a veces literal) al pop de la era Carpenters. Como en aquel, Lekman enseña su cara más accesible, una cara que sabe cómo fabular el hit pop pluscuamperfecto dándole un vuelco desde otros géneros cálidos y húmedos como la tropicalia, el disco o la samba. Puede que la forma realmente veloz en la que todos estos hits se te enganchan a la primera resida en que, por vez primera en su carrera, el artista haya decidido trabajar con un productor. Y, de hecho, no ha sido un productor cualquiera, sino el mismísimo Ewan Pearson. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ]15. NEW ENERGY / Four Tet. Qué curioso resulta que el nuevo disco de Four Tet se titule «New Energy» y, sin embargo, suene tan poderosamente a los inicios de Kieran Hebden. A «Rounds» y a «Everything Ecstatic«, cuando los más valientes del lugar incluso se atrevieron a utilizar una etiqueta tan jodidamente ridícula como lo de «techno folk» cuando, en realidad, lo de aquel Four Tet era simple y llanamente una capacidad sublime para formalizar paisajes construidos en cristal. Después, Hebden fue pisando cada vez más el acelerador de la electrónica, musculando la parte física de sus canciones y discos y olvidando un poco la parte ecstática, el corazón contemplativo. Y, ahora, el regreso a los orígines, sí, pero con una nueva energía a la que alude el propio título del álbum: aquí vuelve a haber paisajes de cristal, pero por debajo de ellos reptan corrientes subterráneas de energía pura que, sin ser techno, sin ser de baile, convierten lo que podría ser un disco particularmente lacio en un corazón repleto de emociones. E emociones que se mueven en sístole y en diástole gracias a unos músculos poderosos pero para nada ciclados. [Raül De Tena]
14. THE WEATHER / Pond. Muchas veces se ha tomado a Pond como el reverso rock-garagero y alucinado de Tame Impala, como constató el álbum “Man It Feels Like Space Again”. Hasta que vio la luz “The Weather” (Marathon Artists, 2017), el LP que ha catapultado definitivamente a Pond gracias a que, curiosamente, suenan más cercanos que nunca al estilo pergeñado los últimos años por Kevin Parker, cuya producción satinada se sitúa a la altura de los mejores momentos de su “Currents”, hecho que beneficia a las prestaciones de Allbrook y compañía. Quizá esa evolución se observe como una dulcificación (como le sucedió a Tame Impala) de su derroche eléctrico, en ocasiones, incontenible. Pero, a cambio, permitió que Pond ampliaran su abanico de posibilidades hasta perfilar un disco sinuoso, lleno de matices, hipnótico, absorbente y salpicado de hits. [leer más]
13. MORE LIFE / Drake. La verdad es que, al pensar en Drake, es difícil no hacerlo en términos del hombre-meme en el que se convirtió tras el video de «Hotline Bling«. Pero su trabajo más reciente, «More Life«, puede ayudar a borrar un poco la imagen dorky que dejó tras de sí la pieza. Porque, si hay una palabra que describa bien esta playlist (ojo: ni una mixtape, que evoca piezas más bien cortas, ni un álbum, puesto que una de las cosas guays de ser un trabajo tan largo es que puedes pillar y hacer con las canciones lo que quieras, saltarlas, volverlas a mezclar…) es “sofisticación”. Así lo demuestran pistas como “Get It Together”, hilada por el productor de house Black Coffee, la sentimental “4422” en voz de Sampha o la aclamadísima “Passionfruit”, que te invita a bailar su-su-suave con lo que tengas más a mano (como si es un árbol). Y ahí están temas como “Madiba Riddim”, tan tropical como pegadiza, o “Free Smoke”. Pero también hay hueco para temas más cañeros, como “KMT” y “Portland”. El resultado final es un pupurrí en el que cualquiera puede encontrar algo en lo que regodearse. Un mix que, por lo menos en lo que a nosotros respecta, hemos bailado una y otra vez. [Patri di Filippo]
12. A CROW LOOKED AT ME / Mount Eerie. A Geneviève, la mujer del artista, le diagnosticaron en primavera de 2015 un cáncer de páncreas que está considerado de los más mortales que existen. El 80% de los diganosticados con cáncer de páncreas mueren en una ventana de tiempo nunca superior a un año. Para más inri, este tipo de cáncer suele atacar a pacientes entre los 45 y los 65 años, mientras que Geneviève contaba tan solo con 35 años cuando la enfermedad tomó su cuerpo… De hecho, el diagnóstico le llegó tan solo un año después de haber dado a luz a su primera hija. No es de extrañar, entonces, que Phil Elverum haya decidido alejarse de experimentación y ruidismo para recurrir al folk más frontal, más descarnado, más esquelético, que es precisamente la mejor herramienta cuando se trata de hablar de este tipo de vivencias puramente humanas. [leer más]
11. I SEE YOU / The xx. “I See You” es puramente The xx. De hecho, resulta curioso que, tras la apertura con “Dangerous“, el siguiente tema sea “Say Something Loving“, que viene a ser algo así como un “te ha molado el cambio en la primera canción, ¿eh? Pues ya verás como ese reajuste te hace pensar que todo lo que viene después es “diferente” cuando en verdad no lo es“. Lo dicho: el orden de los factores sí que afecta al producto final. ¿Se puede ser más The xx que estas guitarras espaciosas y este bajo como latido de un corazón herido que no quiere curarse? ¿Vamos a vivir en este año 2017 algún momento tan emocionante como ese en el que la canción parece detenerse y un zumbido mesmerizante se apodera de la escena mientras Romy Madley Corft y Oliver Sim cantan a coro lo de “Did you hear me say it?“? [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ]10. TURN OUT THE LIGHTS / Julien Baker. ¿Qué habría pasado si Julien Baker hubiese decidido seguir hace unos años enrolada en la banda rockera Forrister? Pues que, probablemente, nos habríamos perdido a una de las cantautoras más brillantes y arrebatadoras del actual folk-rock alternativo. Vamos, a una estrella en ciernes, como la definimos en los tiempos previos a que se publicase su segundo trabajo, “Turn Out The Lights” (Matador, 2017), su confirmación sin paliativos. En aquel momento había pocas dudas sobre la capacidad de Baker para romper todos los moldes, propios y ajenos. Pero esa explosión no fue demasiado ruidosa: aunque la describiéramos como tal, ella no es una estrella al uso, ya que resplandece con contención, sin exageraciones innecesarias, y son los que la escuchan quienes emiten -justificadas- hipérboles seducidos por su delicado cancionero. Y su progresión tampoco fue radical: pudo haber engordado el estilo eléctrico y minimalista de su debut en largo, “Sprained Ankle” (6131 Records, 2015), pero prefirió conservarlo tal cual para, eso sí, elevarlo a un nivel superior.
Exacto, el sonido de Julien Baker continuó basándose en “Turn Out The Lights” en el austero esquema voz + guitarra eléctrica (adornado con piano). Con esos elementos perfectamente ejecutados y dosificados, Baker se bastó para hacer un canto poético, frágil, transparente y extremadamente sensible a sus sentimientos más profundos, dolorosos, melancólicos e hirientes que atrapa, conquista y, una vez asimilado, incluso reconforta, pese a su descarnado tono confesional. Por momentos, da la sensación de que su alma va a resquebrajarse y de que su cuerpo va a descomponerse mientras hacemos nuestros sus lamentos. Al final, todo ese proceso se reduce a un acto de enorme generosidad emocional. Algo muy fácil de plantear en la teoría, pero complicadísimo de llevar a la práctica. Y Julien Baker lo ha logrado con “Turn Out The Lights”. [Jose A. Martínez]
9. UTOPIA / Björk. Todo “Utopia” es tal que así: pura exuberancia instrumental y musical que parece remitir a una concepción de la música fuertemente anclada en las vanguardias post-clásicas del siglo XX. Hay aquí composiciones que se construyen en base a las imperceptibles evoluciones de la atonalidad, algo que resulta particularmente sensible en la mareada de vientos en “Tabula Rasa“. Y hay, sobre todo, una voluntad de construir paisajes, de describir con la música cómo es la “Utopia” a la que remite el propio disco: una utopía de exuberancia selvática (expresada a través de la ya mencionada exuberancia instrumental y musical), un paraíso poblado de aves que cantan de forma exótica, de arpas que flotan en el aire, de flautas que se buscan y se encuentran en un proceso de aprendizaje y también de una biblioteca de sonidos digitales que suelen brillar cuando aportan violencia y solidez, cuando dan corporeidad al ruido y a la furia. Porque sin ruido y sin furia no hay humanidad, y el paraíso de Björk, por mucho que algunos digan lo contrario, rebosa de humanidad. [leer más]
8. MELODRAMA / Lorde. “Perfect Places” representa el pop en su más certera y maravillosa acepción en 2017. Existencialismo post-adolescente, sinergia de alegrías y tristezas en tres minutos y medio, voces angelicales, melodías infalibles y bases rítmicas sincopadas como si de una puesta a punto de The Neptunes se tratara. Se cierra así “Melodrama” con probablemente la mejor canción de todo el disco. O, al menos, con la que mejor sintetiza la dinámica del disco. La evasión de una realidad que nos parece difícilmente soportable y el regreso ulterior a dicha realidad, en un viaje que nos ha hecho quizás algo más sabios, pero igual de desdichados. [leer más]
7. SLOWDIVE / Slowdive. En cuanto “Slowdive” (Dead Oceans, 2017) arranca en medio de la algodonada y melancólica nebulosa en la que flota la excelsa “Slomo”, se aprecia que Slowdive estaban plenamente convencidos de que su anhelado regreso debía servir para romper las barreras que el paso del tiempo les había puesto frente a “Just For A Day” (Creation, 1991) y “Souvlaki”. Y así sucedió, con un sentido y una sensibilidad propias de aquella época. De hecho, da la sensación de que Slowdive han despertado incorruptos de su largo estado de hibernación. Es más, parece que lo hicieron dispuestos a expandir los límites de su magnético universo, en el que los elementos pueden desplazarse también con ímpetu, como el que desprende la dupla “Star Roving” y “Everyone Knows”, súmmum del shoegaze canónico de ritmo dinámico que atraviesa la piel. [leer más]
6. A DEEPER UNDERSTANDING / The War on Drugs. The War On Drugs es, en esencia, el gran plan de un individuo (basta con ver las portadas del disco que nos ocupa y de su predecesor) empeñado en hallar el sonido ideal, que en “Lost In The Dream” cuajó en todo su esplendor. Y “A Deeper Understanding” no se distancia un milímetro de ese proceso, en el que Granduciel se ocupó de parte de la instrumentación (a pesar de contar con su habitual grupo de compañeros de eficacia probada) y se centró en conseguir -otra vez- una producción pulcra, detallista y calculada. Esta obsesión, sin embargo, no chocó con el hecho de que The War On Drugs fueran a entregar su primer trabajo para una major, la discográfica Atlantic, por lo que Granduciel dio rienda suelta a su ambición compositiva y aprovechó su inspiración hasta reunir un conjunto de canciones que rayan a una altura similar a las de “Lost In The Dream”. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ]5. DAMN. / Kendrick Lamar. Y entonces llegamos a “DAMN.” y a sus mayúsculas y a su punto y final. Desde el momento en el que “HUMBLE.” aterrizó entre nosotros, quedó clara la intención de Kendrick Lamar: seguir siendo historia negra y viva, pero esta vez menos enfocada a derecho social y atacando directamente a la intrahistoria del rap como género. Si hasta el momento las canciones de Lamar buscaban el cielo y se escurrían entre las manos, ahora son más bien como rocas que caen en esas mismas manos a la espera de ser arrojadas. Kendrick se ha marcado un disco en el que cada canción es un hit a la manera clásica del hip-hop, y eso implica una variedad de registro tan bestia como el que va desde el beat enloquecedor de la mencionada “HUMBLE.” a la balada a rebosar de swag (bien entendido) “PRIDE.“. [leer más]
4. 50 SONG MEMOIR / The Magnetic Fields. A estas alturas, estamos ya tan metidos en el particular mundo interior de “50 Song Memoir” que The Magnetic Fields haciendo una canción de música disco (“’76 – Hustle ‘76”) se convierte ya en una de las primeras favoritísimas. Todo va liso como la seda hasta que en “’77 – Life Ain’t That Bad” ocurre un error narrativo magistral e imperdonable y se rompe toda la magia que se había ido erigiendo: en esta otra perla (una especie de invectiva muy Morrissey cabreada), se nos canta: “When I write my memoirs / wich will be of course in verse / on the subject of you and how awful you are / I will be infinitely terse”. Tras diez canciones en las que, cual buena autobiografía, los eventos eran narrados en retrospectiva, ahora va Stpehin y escribe en presente, como si faltaran aún treinta años para escuchar esas memorias de las que habla. [leer más]
3. CIGARETTES AFTER SEX / Cigarettes After Sex. “Cigarettes After Sex” es un álbum ideal para ponértelo de banda sonora mientras te desperezas por la mañana, mientras curras, mientas lees, mientras respondes mails repletos de gifs animados cachondos, mientras cocinas, mientras miras videos de gatetes en el iPad, mientras estás tirado en el sofá sobeteándote con quien sea… Es un disco ideal para cualquier momento porque resulta que es uno de esos trabajos destinados a ser tachados (por los más desalmados) de excesivamente homogéneos, en los que las canciones parecen solaparse unas sobre las otras, buscando una atmósfera común más que un rasgo de identidad que las haga únicas. Pero, espera, ¿por qué habría de ser eso algo negativo? En la era del “préstame tu atención durante tres segundos”, Gonzalez apuesta por un disco que, para ser entendido (y admirado y adorado), hay que escuchar como un conjunto que dura 50 minutos. [leer más]
2. DEDICATED TO BOBBY JAMESON / Ariel Pink. En apariencia, “Dedicated To Bobby Jameson” prolonga las virtudes de “pom pom” y expande el caudaloso torrente creativo de Ariel Pink, guste más o menos su forma de proceder y de materializar sus ideas en una eterna baja fidelidad. Pero, cuando se rasca su superficie, se descubre que, además, es uno de los LPs mejor rematados del californiano. Tomando el sentido contrario de la cruel dirección que siguió Bobby Jameson, Pink ha logrado subirse a una nueva cumbre discográfica desde la que canta a la vida y a la muerte y captura sensaciones que se pierden como lágrimas en la lluvia en el sinuoso tránsito que lleva de la una a la otra. [leer más]
1. ARCA / Arca. Cualquiera podría decir que la voz en castellano y las referencias a géneros del pasado han acabado con la post-geografía y dinamitado la pegada del discurso “post” de Arca. Pero más bien ocurre lo contrario. En la era de la globalización, las referencias ya no son una chincheta en el mapa: ¿acaso crees que cuando alguien de 15 años escucha reggaetón piensa en Sudamérica? ¡Claro que no! Para ellos el sonido es algo global, sin etiquetas. O, como máximo, con post-etiquetas. Y, a ese respecto, “Arca” finalmente ha conseguido ser mas “post” que nadie al concretar el trabajo en proceso de sus anteriores trabajos añadiéndoles el factor sorpresa e inesperado de la voz fantasmática que se escucha como un eco de sufrimiento pasado. No sé si así va a sonar el siglo 21… Pero así es como yo quiero que suene mi siglo 21. [leer más]
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