Nuestra lista de las 20 mejores películas del 2017 no solo contienen los títulos imprescindibles de la temporada… También contiene alguna polémica.
Nuestra lista de las 20 mejores películas de 2017 necesita dos explicaciones urgentes… La primera de ella es: ¿por qué 20 películas y no 25? A diferencia de otros casos a los que nos hemos enfrentado este año en Fantastic Mag, la reducción desde los 25 títulos habituales hasta las 20 presente no tiene una razón depurativa en la que nos esforcemos por dejar solo lo imprescindible. De hecho, nuestra intención era que esta lista estuviera formada por 25 films, pero al final han sido 20 debido a una realidad preocupante: el nivel cinematográfico de este año ha sido, a nuestro entender, muy inferior al de temporadas pasadas.
La segunda advertencia tiene que ver con la primera cinta que veréis cuando sigáis leyendo: «Pieles«, que ocupa el número 20 de nuestra lista. ¿Por qué hablar de ella aquí y ahora? Pues porque, básicamente, es un film que ha creado un cisma interno entre los colaboradores de cine de nuestra web. Os lo juramos: hubo quien dijo que «si esa peli sale en la lista, yo me desentiendo«. Y otros se mostraron igual de inamovibles en la certeza de que es una película que debía estar en la lista sí o sí. Así que, si explicamos su presencia antes de entrar en materia es porque, mirad, algo que suscite tanto odio como amor debe ser algo relevante en el año cinematográfico, ¿no os parece?
Sea como sea, nos dejamos de rollos y damos paso a lo que verdaderamente os interesa: nuestra selección con las 20 mejores películas del año. Y, como siempre, te recordamos: si no está en la lista, no es que nos hayamos olvidado. Es que no hemos querido incluirla. Y ya.
20. PIELES (Eduardo Casanova). Lo que quiero decir es que “Pieles” tiene personalidad, no que sea un peliculón. Reconozco que es pretenciosa, que busca la provocación tanto a través de los temas que aborda (pederastia, prostitución, homosexualidad, una madre que odia a su hijo, etc.) como por lo escatológico de algunas escenas… Sí, “Pieles” es todas esas cosas, pero tampoco sé por qué todo lo dicho tiene que ser necesariamente negativo. Creo que una de las peores críticas que se le puede hacer a cualquier obra artística es que no tenga personalidad. Sí es cierto que el debut de Eduardo Casanova esa personalidad está algo impostada, pero la voluntad de crear un mundo con una estética definida, visualmente impactante, con sentido del humor y que entrañe una reflexión no me parece un mal punto de arranque en la carrera de un artista. [leer más]
19. TONI ERDMANN (Maren Ade). “Toni Erdmann” aloja por su propia naturaleza argumental una profundidad implícita que remueve nuestra conciencia, principalmente a partir de la compleja relación paterno-filial que se relata y cuyo conflicto queda resulto mediante dos hermosísimas catarsis, si bien también pone sobre el tablero cuestiones como la trágica percepción de uno mismo, el influjo del entorno sobre esta percepción y los mecanismos de ruptura de dicho influjo, en una especie de emancipación moral de nosotros mismos. Y toda esa amargura, toda esa reflexión vital, recibe un tratamiento de comedia bastarda, donde se dan la mano un fino humor casi dadaísta y una gestualidad grosera (con una dentadura postiza como elemento hereditario que acaba resultando clave en el devenir del destino de los protagonistas: Dentium Ex Machina): un auténtico slapstick del alma. Desde luego, si “Toni Erdmann” ha jugado a ser la comedia más triste de la historia del cine, por momentos lo ha conseguido. [leer más]
18. LA REGIÓN SALVAJE (Amat Escalante). Como hizo hace algunos años su compatriota Carlos Reygadas en la increíble “Post Tenebras Luz”, Amat Escalante también parece querer hacer un tratado sobre el mal inherente al ser humano y el terror que se oculta en la naturaleza a través de los secretos que esconde la burguesía mexicana en su entorno familiar. Pero Escalante aborda la naturaleza de su obra de forma muy distinta: si Reygadas diluía todos los géneros, “La Región Salvaje” los concentra en uno, creando quizás la horror movie más atípica (y sí, más interesante) de la década. [leer más]
17. THE SQUARE (Ruben Ostlund). “The Square” es un film que se disfruta de forma bien profunda en sí misma, sin complicaciones. Es una comedia pluscuamperfecta pero ciertamente oscura a la manera de, por ejemplo, Maren Ade o Ulrich Seidl (no, no voy a empezar a hablar aquí de la nueva comedia que nos viene del norte de Europa, aunque bien podría hacerlo y tendría para otra buena chapa). Está magistralmente dirigida, con unos planos secuencias sublimes que sirven a diferentes propósitos (a veces se busca la tensión dramática, otras la distensión narrativa) y con algunas composiciones de cuadro que, curiosamente, homenajean a lo pictórico (como ese momento en el que el protagonista se ve en medio de un centro comercial que más bien parece un carrusel humano). [leer más]
16. EN CUERPO Y ALMA (Ildikó Enyedi). El cuerpo y el alma, el paradigma de los opuestos vitales complementarios. La fotografía y su negativo, lo indivisible pero incoalescente. Es este juego de opuestos el que pavimenta no sólo la progresión en la relación de los dos personajes, sino la forma en la que la directora húngara Ildikó Enyedi ejecuta la narración de su película, con la interposición de las composiciones oníricas que finalmente resultan cruciales para el devenir de la historia y las crudas imágenes de la realidad en el matadero. Ahí, en un matadero, epítome de lugar donde se pone fin a la vida, empieza por así decirlo también la vida para Mária y Endre, dos personas a simple vista (en cuerpo) opuestas, como hemos dicho, pero de alguna forma unidas por una hiperconsciencia (en alma) de sí mismos, de su falibilidad, emparentadas en una cierta atonía vital, cuyo encuentro sirve para ordenar los factores necesarios para su progresión personal interna. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ]15. LA IDEA DE UN LAGO (Milagros Mumenthaler). Milagros Mumenthaler plantea con “La Idea de un Lago” un puzzle susurrado sobre la memoria y la pérdida, un diálogo entre nuestro pasado y nuestro presente, alejado de falsa nostalgia pero sinceramente conmovedor. De una liviandad sólo aparente en sus formas, las imágenes de “La Idea de un Lago” trascienden lo material en etéreo y se fijan en nuestra memoria sin que apenas nos demos cuenta. Una película que hace enorme lo minúsculo, que duele tanto como cura. [leer más]
14. EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ (Lynne Ramsay). Supongo que muchos podrían discutir la presencia de «En Realidad, Nunca Estuviste Aquí» en una lista de las mejores películas del año, pero para un servidor un ejercicio de estilo tan radical y absorbente como el que propone la cineasta Lynne Ramsay en su último largometraje bien merece la reivindicación. La sinopsis de la película se podría resumir fácilmente en dos líneas y no es nada que no hayamos podido ver en numerosas obras del género…. El gran valor de la cinta, sin embargo está en todo lo que la envuelve. La cámara de Ramsay sigue a su protagonista (un inmenso Joaquin Phoenix) que se mueve como un espectro durante toda la película y logra -curiosamente, tal y como reza el título- ser esa presencia que nunca está ahí cuando, como un ángel vengador, acaba con la mugre de una sociedad que se manifiesta en forma de seres poderosos y perversos que rigen un mundo podrido. La directora utiliza elipsis y rupturas de la música a través de un montaje que, sin mostrar explícitamente su violencia, logra una atmósfera asfixiante y deja entrever ese oscuro mundo lleno de traumáticos personajes. Es «En Realidad, Nunca Estuviste Aquí» la victoria de la forma sobre el fondo, una victoria ciertamente discutible como lo son todos los saltos al vacío que suele ofrecer de vez en cuando este medio, pero al mismo tiempo un alegato inequívoco de una cineasta que no es una novata y que no es la primera vez que propone un reto similar. [Isart Armengol]
13. JACKIE (Pablo Larraín). El pasado, el presente, el futuro del reino de Camelot se construye en un solo plano. Breve, sutil y al mismo tiempo devastador. Un plano que resume las sonrisas románticas de un pasado en el que todo era posible, un presente devastado al que no le queda más que el recuerdo y un futuro (sentimental) apenas vislumbrado pero tan implacable como el tiempo que se avecina, como las manecillas del reloj. Este plano-resúmen, esta deconstrucción temporal aparentemente simple pero de compleja estructura conceptual no es más que el colofón final a un proyecto, a un film que renuncia desde el principio a ser un biopic en el sentido habitual del término y también a ser la hagiografía a la que el personaje se presta. “Jackie” no pretende ser de ninguna forma ese metódico y rutinario despliegue vital más o menos cronológico ni tampoco ese rise & fall & rise again tan moralizante como inútil. Pablo Larraín está más bien interesado en las entrañas, en la devastación, en el conflicto, porque entiende que solo desde el dolor se comprenden mejor las complejidades del alma humana. [leer más]
12. EN LA PLAYA SOLA DE NOCHE (Hong Sang-soo). Esto ya no va de bucles. Esto va de reflexiones. Esto va de libertad o, mejor dicho, de su búsqueda. Hong Sang-soo crea un artefacto cinéfilo que, a través de la visión femenina, es repaso, meditación y crítica al respecto de toda su obra. Un film que recupera tanto las pulsiones formales iniciales del director coreano como su posterior estilización dramática de los mismos. «En la Playa Sola de Noche» es belleza depurada que no renuncia, desde a veces una simpleza aparente, articular un discurso complejo al respecto de temas como el amor, la soledad y la creación artística. Un film que se presenta como punto y aparte en filmografía del director y lo hace posicionándose como un manifiesto no solo artístico, sino también declaración de intenciones y defensa de la política autoral preocupada por su público. [Alex Pérez Lascort]
11. DOÑA CLARA (Kleber Mendonça Filho). En su anterior film, el excelente «O Som ao Redor«, Kleber Mendonça Filho ya ponía el dedo en la llaga de la obsesión por la propiedad privada, por defenderla en contra de la amenaza exterior en una sociedad obsesionada con lo de «el hombre es un lobo para el hombre». En «Doña Clara«, el director le da la vuelta a esa obsesión por el espacio propio para convertirla esta vez en una defensa a ultranza de la arquitectura como vasija en el que habitan nuestros recuerdos y, por lo tanto, nuestra identidad. En un momento en el que nos preocupa extremadamente que a alguien le roben el móvil porque con él le han robado todos sus recuerdos, una película como «Doña Clara» resulta ser más necesaria que nunca al recordarnos que, mientras nos preocupamos por guardar nuestros recuerdos en la nube, en el mundo real hay todo un conjunto de desalmados a los que no les importa que una mujer madura no quiera abandonar la casa en la que ha vivido toda su vida… La humanidad contra la especulación inmobiliaria. Esto debería interesarte más que tu feed de Instagram. [Raül De Tena]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ]10. EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO (Yorgos Lanthimos). A estas alturas, creo no exagerar al decir que Lanthimos se mueve como pez en el agua en ambientes donde lo importante es crear esa incómoda sensación opresora y agobiante que le caracteriza. En el caso de “El Sacrificio de un Ciervo Sagrado“, lo consigue trasladándonos al núcleo de una familia (formada por Nicole Kidman, Colin Farrell y sus dos hijos) que ve violada su convivencia por la aparición de un personaje encarnado por un soberbio y desquiciante Barry Keoghan, un joven que exige un “ojo por ojo” bastante particular al padre de la familia. Mediante este punto de partida, Lanthimos acaba convirtiéndonos, contra nuestra voluntad, en partícipes de aquella atrocidad. No hay favoritos en una familia cuyos miembros son de hecho bastante odiosos, no podríamos elegir solamente a uno y, sin embargo, llegado el momento, tenemos que hacerlo. [leer más]
9. YOUR NAME (Makoto Shinkai). “Your Name“, de Makoto Shinkai, consigue algo tan difícil como concretar en imágenes esta sensación etérea, el significado real de aquello que cantaba John Paul Young: “Love Is In The Air“. Algo que flota en el ambiente, escurridizo y volátil, pero a la espera de ser cazado. Y lo hace a base de capas y máscaras, mediante un hábil disfraz de inocencia naïf y pasión adolescente. Una vestimenta oropelada que no es pose estética, sino un hábil catalizador, un enganche llevadero para transportarnos hacia asuntos mucho más complejos como lo espiritual, como el amor entendido como concepto puro y único. [leer más]
8. BLADE RUNNER 2049 (Denis Villeneuve). “Blade Runner 2049” es una película notable, y eso es gracias y a pesar de su predecesora: el planteamiento filosófico y moral de la primera entrega es un filón de oro para hacer una continuación de la trama que no se ha sabido explotar en su totalidad. El argumento va a satisfacer a los fans, es lenta pero entretenida, con un reparto digno y unas imágenes de gran belleza. A Villeneuve le ha quedado una película correcta, pero a la que le falta poesía. A muchos les echará para atrás el metraje de 2 horas y 43 minuts. Pero ni eso, ni Ryan Gosling, ni personajes un poco planos, ni pocas novedades técnicas, ni algún pufo de guión son, en realidad, el problema del largo de Villeneuve. [leer más]
7. LE FILS DE JOSEPH (Eugène Green). El ascetismo compositivo de Eugène Green continúa proporcionando obras de gran belleza y calado tanto estético como moral. En su última cinta, “Le Fils de Joseph”, el cineasta francoamericano plantea una parábola bíblica a propósito del encuentro de un joven, criado exclusivamente por su madre, con dos figuras masculinas. No hay sorpresas en el planteamiento formal de la obra para quien esté familiarizado con la filmografía previa de su autor, que reincide en la desdramatización de los diálogos y en la pausa en la mirada sobre la acción de la película. Es este un estudio colosal sobre el perdón, la culpa y la familia pero, también y más interesante si cabe, un luminoso y esperanzador análisis sobre la sinergia en las miradas de la juventud-madurez, algo que la entronca con parte de “La Religiosa Portuguesa” y con “La Sapienza”, las imprescindibles obras anteriores de Green. [David Martínez de la Haza]
6. MOONLIGHT (Barry Jenkins). Lo impactante de “Moonlight” no es el relato homosexual per sé, sino más bien todo el discurso en torno a la identidad sobre el que se erige. O puede que, al fin y al cabo, lo impactante sea aquí ese brío que sacude al relato homosexual mil veces trillado una vez este se trenza con el discurso en torno a la identidad. Tanto monta, monta tanto, pero lo que está claro es que, por mucho que cualquiera pueda pensar que la exploración del concepto de identidad debería ir ligado a cualquier ficción homosexual, resulta que no: las ficciones homosexuales suelen explorar la identidad homosexual en concreto y en exclusiva, pero no la identidad en general. Y recordemos que, si algo nos ha dejado claro cualquier rastro de cultura con el “post” delante de su nombre, es que la identidad en general es más que probablemente el gran tema del cambio de siglo. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ]5. ESTIU 1993 (Carla Simón). Podría parecer que «Estiu 1993» es una película tramposa porque, al fin y al cabo, cuanto más te identifiques con la situación de la protagonista del film de Carla Simón (una colosal Laia Artigas), más vas a sentir en tus propias carnes sus dramas y sus alegrías. Todos fuimos niños, pero si lo fuiste a principios de los 90, súmale un par de puntos más. Si creciste en Catalunya, más puntos; y, si pasabas tus veranos o fines de semana en algún pueblecito rural en el que vivían tus abuelos, más puntos todavía. Si la preocupación por el Sida es un telón de fondo que existió en tu infancia, suma unos cuantos puntos más. Y, si hubo algún caso de Sida en tu familia, prepárate a acabar con el corazón destrozado… Pero, ojo, porque la especificidad no es lo que convierte a «Estiu 1993» en un film vibrante y apasionante, candoroso y emocionate, sino más bien su capacidad (muy Nouvelle Vague) de apresar entre sus manos el escurridizo monstruo de una infancia marcada por un trauma que nunca se verbaliza en voz alta, sino que se filtra en el agua de forma invisible envenenándola y hay que rastrearlo en el comportamiento extraño de los peces. Por lo menos hasta ese final desarmante de exorcismo de demonios que te hace llorar, claro, pero también te indica que todo irá bien. [Raül De Tena]
4. CRUDO (Julia Ducournau). “Crudo” es un coming of age de manual. Todos los tópicos evolutivos, todas las transiciones, metáforas, dudas y resolución están ahí. ¿Resta interés todo esto a la película? Ni un ápice. Hecho. Lo importante en la ópera prima de Julia Ducournau no es tanto lo que se nos cuenta sino los resortes formales utilizados, la potencia de sus imágenes y de su capacidad de mostrar las partes más oscuras del crecimiento personal sin complejo alguno, de hacer, en definitiva, una película libre, salvaje, de puro instinto animal. Todo ello con el gatillo disparador del canibalismo, una temática que convierte automáticamente lo que es un drama juvenil en una película de género. No se trata, sin embargo, de una elección gratuita ni de una forma de convertir la película en una orgía de sangre y vísceras sin más… No. [leer más]
3. PERSONAL SHOPPER (Olivier Assayas). “Personal Shopper“ es un relato pluscuamperfecto de la mente humana desfigurada por la acción / erosión del siglo 21. Solo Assayas, siempre atento a las psiques más laberínticas (“Sils Maria“) y a la tecnología como demiurgo de la psique humana (“Demonlover“), podía firmar la película definitiva a este respecto y plantar en su epicentro a la actriz ideal que sirva de espejo para toda una generación. Una película, como esta, que hable de cómo el móvil nos arroja a una alienación galopante (ya sea esperando el mensaje de tu hermano muerto o esperando que esa tía que te gusta haga swipe right en Tinder) y, sobre todo, que lo haga con el lenguaje nativo del móvil. ¿Alguna vez en tu vida pensaste que el intercambio de mensajes de una conversación en la pantalla de un móvil pudiera llevarte a un nivel de tensión totalmente explosivo (¿o más bien implosivo?)? Pues eso es precisamente lo que ocurre en cierta concatenación de escenas de “Personal Shopper” que, por derecho propio, debería ser estudiada en las universidades como historia viva del cine. [leer más]
2. LA LA LAND (Damien Chazelle). “La La Land” es una película urgentemente necesaria. Porque, aunque seguimos necesitando las toallitas desmaquillantes que nos recuerden que la realidad es una mierda, también necesitamos chutazos de magia que nos recuerden que nunca hay que dejar de soñar. Que, por mucho que seamos conscientes de la realidad, por mucho que sepamos que la historia de amor nunca acabará bien, nos dejemos embargar por la magia de los sueños que aporten color a nuestra vida.“La La Land” no es una película escapista porque, al fin y al cabo, no podría ser más realista en su retrato de una relación amorosa. Es más bien un recordatorio de que, cuando vives con la mierda hasta las rodillas, nunca está de más permitirte cierta magia que te dé fuerzas para pensar que algún día tendrás los pies limpios. O no. Pero si sólo piensas en la mierda que te llega hasta las rodillas, pronto te llegará hasta la cintura. Y, cuando te llegue a la nariz, ya no habrá vuelta atrás. [leer más]
1. A GHOST STORY (David Lowery). Con “A Ghost Story“, David Lowery (que vuelve a contar con Rooney Mara) nos introduce de lleno en el sentimiento de pérdida, en el paso del tiempo, en lo difícil que es dejar ir, pero también en lo difícil que es irse. Lo hace partiendo de la historia de una pareja cuya vida en común se ve truncada por el mayor mal de todos: el de la muerte. Es justo a partir de este momento, en el que el fantasma de él (Casey Affleck) se levanta de la camilla de la morgue y comienza a caminar con su sábana blanca por encima de su ya etéreo cuerpo (sí, han leído bien), cuando entramos de lleno en la intimidad más absoluta de la casa de la pareja, en sus paredes, en su tristeza, en sus pertenencias y, al fin y al cabo, en su historia. [leer más]
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