Este año juntamos lo internacional y lo nacional… Pero de lo que puedes estar seguro es de que estos 10 EPs son básicamente los mejores de 2017.
Lo habréis notado: las listas de lo mejor del año de Fantastic Mag ya no son lo que eran. Básicamente, hemos optado por la contracción, por compactarlas, por hacerlas más cortas… ¿Y por qué? Porque las listas pueden servir para dos cosas: para mostrar todo lo que ha ocurrido en el año o para seleccionar solo lo imprescindible. Este año, nosotros estamos optando por lo segundo: por currar diez veces más y depurar todas las listas hasta un mínimo de entradas, asegurándonos que lo que llega a la selección final sea, por otra parte, lo realmente histórico.
En esa línea, nuestras habituales listas de EPs (internacionales por un lado y nacionales por el otro) se han venido a unir en una única selección de diez trabajos que son imprescindibles independientemente del lugar del mundo en el que se hayan producido. Como siempre, nos complace mirar los primeros puestos y ver representados en ellos todos los palos que tocamos en nuestra web… Pero no avanzamos ningún acontecimiento y os dejamos que seáis vosotros los que lo descubráis por vosotros mismos. Porque lo que viene a continuación es todo cremita de la buena.
10. WE CAN DIE HAPPY / Tennis. El álbum «Yours Conditionally«, editado en la primera mitad de este mismo año 2017, hizo que tanto la crítica como el público en general hablara de algo así como «el regreso de los mejores Tennis«. Y es que hay que reconocer que, tras su deslumbrante debut con «Cape Dory«, la estrella de Alaina Moore y Patrick Riley pareció irse apagando poquito a poco hasta llegar a unos mínimos preocupantes en su anterior trabajo, «Ritual in Repeat«. Pero repito: «Yours Conditionally» les devolvió la elocuencia musical de sus inicios… Y ellos, conocedores de su estado de gracia, han decidido publicar otro trabajo en el mismo año: «We Can Die Happy«, un EP en el que ya no queda absolutamente nada de barcos y océanos pero en el que la revisión del pop americano post-Fleetwood Mac vuelve a revisarse de la forma más gloriosa posible. Advertencia final: si «I Miss That Feeling» no te rompe el corazón inmediatamente, será porque es que no tienes corazón. [Raül De Tena]
9. RINA, de Rina Sawayama. El debut de la japonesa Rina Sawayama es un EP, hablemos claro, raro de cojones. Ocho canciones (siete y un interludio para ser exactos) que, conceptualmente, estudian los entramados emocionales interpersonales e intrapersonales en la sociedad actual pero que no parecen encontrar un claro hilo musical conductor, algo que la emparenta de algún modo con Sky Ferreira, otra cantante-autora-modelo, y su EP de casi debut “Ghost”. Sawayama crea aquí una masterclass sobre la música popular de los últimos treinta años, abrazando un pop que coquetea con el mainstream propuesto por la Britney Spears de “Oops! I Did It Again” en “Take Me As I Am”, homenajeando a la idol local Ayumi Hamasaki y su “Rock ‘n’ Roll Circus” en “Alterlife” y desbordando con la r&b epic ballad “Cyber Stockholm Syndrome”. Dios sabe qué será de la carrera musical de Rina Sawayama en el futuro, pero este “Rina”, esquizofrénico y poderoso, queda ya como un precioso anacronismo en la historia del pop de este siglo. [David Martínez de la Haza]
8. RAMA, de Rama. Revitalizar el ukelele, instrumento cursi por antonomasia, no es tarea fácil. Hacerlo, además, sin que tu grupo suene a nada de lo que se suele asociar con los ukeleles (Russian Red, versiones horribles que la gente sube a YouTube creyendo que lo hace bien y grabadas con una calidad aún peor si cabe, chavalinas de Tumblr en 2012…) era un logro que solo podían ostentar las Hardcute Ukelele. Ahora, se les suman Rama. Ukelele, voz filtrada, bases a lo Helen Love, dinosaurios deprimidos y hasta una versión que hace buena una canción de Costa de 2012 son algunos de los palos tocados por el que es ya uno de los mejores grupos que han salido este año. Mención especial para los videoclips. [Patri di Filippo]
[/nextpage][nextpage title=»Del 7 al 4″ ]7. EP2, de Yaeji. Yaeji propone en su “EP2” una dicotomía entre luz y oscuridad al aunar en sus cinco composiciones una tendencia: la creación de bases de techno profundísimo (“after that” o “raingurl”) y unos particulares vocales superpuestos, que oscilan entre el susurro y la atonalidad, con trazos melódicos inesperados y preciosos, como en esa “passionfruit” que cierra gozosa el disco con un pop electrónico vaporoso y elegante. Apuntalando los cimientos presentados en su debut, con “EP2” la neoyorquina Yaeji se consolida en el grupúsculo de artistas de vanguardia capaces de seguir emocionándonos mediante texturas electrónicas al servicio de la música popular, como ocurre por ejemplo en esa atípica muestra de dancehall hipnótico que es “drink i’m sippin on”. La carrera de Kathy Yaeji Lee asciende fulgurante y lo que yo siento, en fin, se llama obsesión. [David Martínez de la Haza]
6. ISLAMABAD + READY PA MORIR/ Los Planetas + Yung Beef. “Insólito”. “Marciano”. “El sueño de todo logopeda”. “Tan mierda como lo de Kendrick Lamar con U2”. “La obra musical más icónica de todos los tiempos”. Esas fueron algunas de las reacciones que suscitó el split editado por Acuarela a principios de año. En una cara, el indie. En la otra, el trap. En una cara, “Islamabad” de Los Planetas. En la otra “Ready pa Morir” de Yung Beef. En última instancia, en una cara la materia y en otra la antimateria. Y ya se sabe lo que pasa cuando la materia choca con la antimateria: ba-da-bum. El Apocalipsis. O así lo vivieron muchos: como un verdadero Día del Juicio Final, como el fin del mundo como lo conocíamos, con la única diferencia que los infernales jinetes no marchaban ya al son de estremecedoras trompetas, sino sobre bases de Steve Lean. En el lado diametralmente opuesto al de los apocalípticos, cómo no, se posicionaron los integrados. Los que opinaron que era la perfecta manera de cerrar un círculo, el encuentro entre dos generaciones unidas por la misma tristeza (o vacío y pose).
La terminología no es casual: este debate es tan viejo como el mundo, y es el mismo que ya abordó Umberto Eco en “Apocalípticos e Integrados”. El italiano no hablaba de trap e indie, sino de los nuevos medios de comunicación, pero la conclusión es la misma: “la fórmula indica dos vertientes de un mismo problema, […] apocalípticos e integrados«. No plantearía la oposición entre dos actitudes (y ambos términos no tendrían valor substantivo), sino la predicación de dos adjetivos complementarios, adaptables a los mismos productores de una «crítica popular de la cultura popular«. Vamos, que Señores Mayores del Indie y Mundo del Trap no fueron más que dos caras de la misma moneda. Sea como sea, es un debate ya pasadísimo. Creo que el único que sigue ahí encallado es, para sorpresa de nadie, Lenore. Comprensible: cuando tu supervivencia depende de defender una postura (y, en los medios, o tienes una opinión-personaje que se sale de la opinión de la masa, o cenas Aneto en polvo) no te vas ni con lejía.
Pero lo que sí que queda para la posteridad son las dos cancionazas que componen este split. Una, la mejor canción de los últimos tiempos. Tan inolvidable como desgarradora. Una letra que bien podría estudiarse en las facultades de Filología, una “mestoy cayendo parriba” que convierte a todas las demás palabras pronunciadas a lo largo de la Historia en nada más que silencio. La otra, la mejor canción de Los Planetas en mucho tiempo. Una canción que, por un lado crece y crece, expandiéndose hacia el Infinito, hacia el mismo Universo; y, por otro, que desciende de lo absoluto a lo particular, de Dios al barrio. La música y la letra van en direcciones diametralmente opuestas, pero, de alguna manera, consiguen unirse en un solo Todo. Vamos, que Acuarela se la sacó. [Patri di Filippo]
5. MYTHS 002, de Ariel Pink & Weyes Blood. Ariel Pink y Weyes Blood son amigos y colegas de profesión que trabajaron en el pasado la una con el otro (en la canción “Early Birds Of Babylon”, perteneciente al álbum del californiano “Mature Themes” -4AD, 2012-) y ambos con grupos afines como Mild High Club o Drugdealer. Pero faltaba que fueran más allá de asociaciones puntuales y aunaran fuerzas para elaborar un disco conjunto. Y algo parecido a eso fue lo que consiguieron a través de una residencia artística en Marfa (Texas), en la que dieron forma a “Myths 002” (Mexican Summer, 2017), encuadrado en una serie de EPs colaborativos del sello Mexican Summer. Sus cuatro cortes resumen su extraño imaginario sonoro (cuyas raíces se explican en parte con las versiones de “Daddy, Give A Little Time To Me” y “On Another Day”, del girl group sesentero The Sisters y la banda gótica ochentera Sad Lovers And Giants, respectivamente) y, a la vez, establecen una perfecta relación simbiótica entre el psych-pop de Ariel y el folk espiritual de Natalie. El punto culminante de dicha conexión se produce en “Tears On Fire”, una autoparodia a medio camino entre el folk medieval y el arrebato hard-metal con aires operísticos. Sí, parece una locura, pero bienvenida sea si es el resultado de la unión de las dos mentes más preclaras y sorprendentes de la actual psicodelia californiana. [Jose A. Martínez]
4. 1UL, de Danny L Harle. Huge Danny. Así como otros del colectivo PC Music (como, por ejemplo, su compi AG Cook) son más propensos a columpiarse con algún remix terrible de vez en cuando (y luego vacilarse mutuamente en los comentarios de SoundCloud), Danny L Harle suele ser apuesta fija, por lo que su nuevo EP era de lo más esperado. Y madre mía que si cumple… Este año, nos ha #blesseado con cuatro bopazos que nada tienen que envidiar a las listas de las mejores canciones del año. «1UL» («One You Love«) solo podía salir de un genio que comprende a la perfección los códigos de la música de pistas de baile y las explota como le da la santa gana salvando el nombre del <<POP>> de tantos y tantos discos mediocres que han salido en el 2017. [Ainhoa Marzol]
[/nextpage][nextpage title=»Del 3 al 1″ ]3. TERRITORY / The Blaze. Voy a sincerarme: «Territory» es el EP que me pongo siempre (pero es que os lo juro: SIEMPRE) que me estoy duchando y vistiendo antes de salir de fiesta. ¿Por qué? Primero, porque tiene la duración pluscuamperfecta para tales menesteres: seis canciones, veinte minutos. Pero, sobre todo, porque esas seis canciones describen una parábola ascendente maravillosa que empieza suave, pega un subidón, baja un poquito, pega otro subidón, relaja la raja y, cuando te das cuenta, estás un poco como Las Grecas sin necesidad de haber tomado ningún tipo de estupefaciente. Ah, claro, y luego están las referencias, porque es escuchar temones como «Territory«, «Virile» o «Juvenile» y pensar inmediatamente en unos The Knife con menos pretensiones artísticas pero con muchas más pretensiones de baile puro y duro. Lo que, por otra parte, son fundamentalmente palabras mayores. [Raül De Tena]
2. MEDALLA DE ORO, de Manu Ferrón. Letrista, traductor de canciones y, por supuesto, cara visible junto a J de Grupo de Expertos Solynieve. Por todo ello se conoce a Manu Ferrón. Pero, ¿qué hay de la producción musical bajo su propio nombre? No se puede decir que sea precisamente prolífica, aunque sí fructífera, ya que sus tres referencias editadas hasta el momento valen su peso en oro. Siempre en formato corto, a Ferrón no le ha hecho falta tirar de minutaje de relleno con el fin de alumbrar composiciones redondas y brillantes como el sol. Una condición que ha mantenido a rajatabla en el mini-LP “Medalla de Otro” (Acuarela, 2017), acompañado de Miguel Martín (guitarras), Chema Mercado (guitarras) y voces), Daniel Díaz (bajo), Daniel Guirado (batería y voces) y Raúl Bernal (teclados). En él, exhibe otra vez su destreza para convertir la combinación de melodías bien cinceladas, estribillos rematados a la escuadra y letras enriquecidas en un arte mayor al alcance de muy pocos. Es posible que a la cabeza vengan ecos de The Byrds en “Con la Primavera a Cuestas”, de Guided By Voices en “No es el Fin” o de Los Planetas en “Lo Rápido o lo Lento”, aunque al final cualquier comparación se difumina entre la poderosa luz que irradia su apellido, sinónimo de pop lúcido y lucido. [Jose A. Martínez]
1. SOON I WON’T SEE YOU AT ALL, de Hannah Diamond. La princesa de PC Music lleva anunciando que va a sacar su prometido «Reflections» desde hace años. Cada vez hay más coñas (y memes, que estamos en 2017) al respecto: que si AG Cook ha abandonado a Hannah por Charli XCX, que si está secuestrada en el sótano de AG (la que se liaba cada vez que Hannah aparecía en un Instagram stories de AG Cook). A mitades de diciembre, AG produce «Unlock It» de Charli XCX como adelanto a su mixtape, y la comunidad pecemusiquera se queda de piedra y empiezan las especulaciones: no solo tiene los samples de moneditas cayendo típicos de la época en la que producía con Hannah, sino que directamente mete el audio de «Beautiful» (cantado por Hannah) en medio de la canción. A los dos días, sin previo aviso, Hannah Diamond suelta este “Soon I Won’t See You At All”: tres canciones con un sonido mucho más pulido que en anteriores trabajos (producido por AG), sin dejar su distintiva melancolía hiperpop, que llegan a rozar las cantaditas de la ruta del bakalao con aire angelical y una producción pasadísima de rosca (en el mejor de los sentidos): lo que debe sonar mientras entras en el cielo del pop y saludas a Prince. Y lo mejor, la sensación de que AG Cook y Hannah Diamond siguen siendo, ante todo, dos personas con ganas de hacer lo que les salga del nabo y pasárselo bien metidos en un sótano. Y es que casi tres años secuestrada en el sótano de AG Cook dan para mucho. [Ainhoa Marzol]
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