El verano ya está aquí, ya llegó. Completamente instalado entre nosotros, es el mejor momento del año para que lo sonidos más cálidos, armoniosos, nostálgicos y evocadores de otras épocas y lugares atraviesen dulcemente nuestros oídos y se claven plácidamente en nuestras neuronas mientras el sol se oculta en el horizonte, el aire se impregna del aroma del salitre marino y la brisa costera se introduce por cada poro de nuestra piel. Uno de los estilos que encajan a la perfección en esa bella estampa sonora es el chill wave, glo-fi, pop hipnagógico o como lo quieran llamar… Una etiqueta tan usada los últimos tiempos y relacionada continuamente con otras corrientes musicales afines que prácticamente ha perdido su significado primigenio. No así lo más importante: el fondo y, sobre todo, la forma de las canciones y discos que la han ido definiendo desde que a la prensa anglosajona del gremio se le ocurrió bautizarla de tal manera.
En su discurrir, algunos de los artistas que comenzaron sus carreras enarbolando su bandera se han ido distanciando de ella, como ha hecho recientemente Chaz Bundick y su proyecto Toro Y Moi, pero otros continúan demostrando que se encuentran muy cómodos en su papel de adalides del género. Es el caso de tres de sus principales nombres: Memory Tapes (más adelante se comprobará que rechaza cada vez más ese rol), Com Truise y Washed Out, los cuales lanzarán sus nuevos trabajos en las próximas semanas casi consecutivamente, como queriendo dejar claro que, por mucho que se sigan desfigurando sus coordenadas, el denostado chill wave mantiene su vigencia. Por ello comenzaremos un pequeño serial por entregas para, a través de ese trío de álbumes, palpar su estado actual. Pudimos haberlo iniciado hace unos días a propósito de nuestra reseña del “We Must Become The Pitiless Censors Of Ourselves” (Upset The Rhythm, 2011) de John Maus, pero el de Austin (Minnesota) es uno de esos ejemplos de creador que, asociado una y otra vez a la ola noctívaga, realmente la observa desde un nivel diferente. Así que será Dayve Hawk vía Memory Tapes el que arranque este particular repaso.
Post Chill Wave. Parte I. El alias más reconocido de Dayve Hawk, Memory Tapes (los otros son Memory Cassette y Weird Tapes), siempre se ha incluido en la escena más etérea del dream-pop, pero la coincidencia de la publicación de su debut, “Seek Magic” (Something In Construction, 2009), con la consolidación del chill wave como categoría autónoma provocó que inmediatamente entrara a formar parte de ella por su pátina ensoñadora y su proceso de filtrado de sonidos del pasado (particularmente de los 80) por el colador de la abstracción cósmica. Pero, si bien es cierto que existían motivos para llegar a esa conclusión (melancolía sintética o arreglos electrónicos emotivos y sensibles), el mayor diamante de ese LP, “Bicycle”, presuponía que la senda por la que caminaba Hawk se encontraba entre los parámetros del pop clásico y no tanto en los de un synth-pop ochentero encapsulado en cassettes tostados al sol. Esta teoría se certifica sólo dos años después gracias a su continuación, “Player Piano” (Carpark / Green Ufos, 2011), en la que su corpus bellamente engalanado con ropajes psicodélicos intenta abandonar los anclajes físicos en su empeño por aunar pop blanco sedoso y bases electrónicas empíreas.
Es posible que Hawk hubiera esbozado esa receta cuando se consumó su fichaje por Carpark Records, hogar en el que también se alojan Beach House, Young Magic y, atención, Toro Y Moi. Estas referencias, sobre todo la de Chaz Bundick, ayudan a entender los motivos por los cuales se empieza a excluir (ahora más que antes) a Memory Tapes de la esfera hipnagógica: apertura de miras estilísticas más allá de la influencia ochentera y utilización de instrumentos musicales clásicos (sin abusar tanto de la programación digital) para obtener un resultado más orgánico y natural. De este modo, Hawk conserva las bondades que encumbraron a “Seek Magic” como uno de los largos más reveladores de 2009 (como la forma en la que su peculiar voz eleva cada una de las canciones) y se introduce con mayor firmeza en el universo del pop celestial y gaseoso. Sin embargo, en “Player Piano” no se descubren las sorpresas que su antecesor proporcionaba en forma de melodías epatantes. Por decirlo de otra manera: en su tracklist no hay otro single del calado de “Bicycle”. Esto no significa que algunas de las piezas que lo conforman salgan derrotadas dolorosamente de la comparación. Por ejemplo, “Wait In The Dark”, “Today Is Our Life” y “Sun Hits” muestran un tempo más acelerado (culminado en la, por unos segundos, desatada “Trance Sisters”) que el acostumbrado en Memory Tapes y dan todo el protagonismo a la batería, a los teclados y a los punteos de guitarra para dotar de mayor ritmo y nervio al conjunto. A la vez, la espiritualidad que suele envolver cada composición de Hawk se despliega con suavidad en “Yes I Know”, “Offers” y “Worries” (próxima a la psicodelia sesentera), aunque cuando pretende adquirir verdadera trascendencia a través de los varios interludios que invitan a la reflexión taciturna incluidos en “Player Piano” se diluye innecesariamente. Quizá, si el repertorio se hubiese reducido a sus temas más redondos, calcando la intensa brevedad (ocho cortes) de “Seek Magic”, la sensación final no habría parecido tan irregular.
Con todo, hay que valorar muy positivamente el esfuerzo de Memory Tapes por ampliar su campo de acción y no limitar su discurso a la reproducción en serie de los elementos que delimitan el chill wave y similares. El propio Dayve Hawk debió de pensar que, si a Toro Y Moi el cambio le sentó de maravilla, a él también tendría que sucederle. Si todavía no en este segundo intento, seguro que sí en el tercero.