Nine Stories y Alondra Bentley acaban de regresar de su gira por China… Y comparten con nosotros cinco lecciones vitales que han aprendido en este tour.
Hace un par de meses, Nine Stories y Alondra Bentley se embarcaron en una aventura de verano tan singular como excitante: una gira por China para presentar sus respectivas canciones. Con todo, no era la primera vez que Nacho Ruiz y Alondra pisaban el suelo del gigante asiático, ya que en 2014 ya habían realizado otro tour compartido por aquellas lejanas tierras.
Así que, dada esa experiencia anterior, en Fantastic no nos pudimos resistir a la posibilidad de conocer a través de sus palabras cómo se vive un viaje de tales características, siempre observado desde nuestra perspectiva occidental con curiosidad por resultar algo llamativo y, en cierto modo, exótico. Por eso les pedimos a Alondra y Nacho que nos relatasen su periplo en un diario de gira hecho a cuatro ojos y cuatro manos que prometía toda clase de interesantes situaciones y profundos pensamientos.
Sin embargo, no lo olvidemos: estamos hablando de China, un país que posee enormes virtudes y defectos. Entre estos, el obsesivo empeño de las autoridades locales por controlar dos componentes básicos de cualquier sociedad libre y democrática: la cultura e Internet. Y, justamente, Alondra y Nacho sufrieron las consecuencias de ese férreo intervencionismo: se llevaron la desagradable sorpresa de que el gobierno chino les prohibía tocar allí, incluso bajo amenaza de cárcel si no obedecían la orden. Por suerte, la diplomacia solucionó el embrollo y sus conciertos salieron adelante.
No así la idea de contarnos los detalles de su recorrido, ya que el acceso a la red se encontraba restringido. Pero, en su lugar, Nacho confeccionó para Fantastic Mag un resumen de las lecciones extraídas de una travesía en la que, aunque suene a tópico, la música superó cualquier obstáculo…
5 COSAS QUE APRENDES GIRANDO POR CHINA
En julio, Nine Stories (mi proyecto musical) y Alondra Bentley estuvimos de gira por China. Dimos cinco conciertos en los que yo tocaba primero y después acompañaba a Alondra al piano y a la guitarra. Era la segunda vez que girábamos por el país asiático, por lo que ya teníamos cierta experiencia sobre qué nos íbamos a encontrar. Aun así, nunca se termina de aprender de un lugar tan extraño, diferente y maravilloso como es China.
Aquí van cinco cosas que nos trajimos de vuelta a España y que apuntaremos convenientemente de cara a la próxima vez que vayamos a Asia (que la habrá, seguro)…
1. POR POCO EQUIPAJE QUE LLEVES, SIEMPRE SERÁ DEMASIADO. Las distancias en China son gigantes. No sólo en la distancia entre los dos puntos, sino en todo: las calles son anchísimas y cruzar las avenidas es una travesía. Las estaciones de tren son gigantes y arrastrar maletas e instrumentos es la pera. No siempre hay escaleras mecánicas y acabas muerto sOlo con ir del taxi al andén. Mi imagen cargando con un teclado al que bautizamos como ‘el ataúd’ no creo que la olvide pronto.
2. APRENDE UNAS PALABRAS EN CHINO. Este es un consejo que parece obvio, pero nunca se insistirá lo suficiente. Hay muy poca gente que sepa inglés. Por supuesto, ningún taxista conoce ni una sola palabra más allá de ‘thank you’. En las salas de conciertos, los técnicos suelen saber un poquito más, pero contar con unas cuantas frases aprendidas fonéticamente te abre puertas (a veces literalmente) y siempre quedas bien. Una cosa divertida es que los chinos, cuando no entienden al extranjero, se quedan sonriendo. Es de peli de risa total: un diálogo de besugos en el que dos personas no se enteran de nada y que terminan por partirse de risa.
3. NO TE VAYAS AL CAMERINO TRAS TERMINAR EL CONCIERTO. Al público chino -increíblemente amable y educado- le encanta charlar y hacerse fotos con los músicos. Mientras que en España suele ser un acto bastante informal (sales, hablas, firmas unos discos), en China supone un protocolo bastante estricto. A los artistas se les sienta en una mesa preparada específicamente para la ocasión, el público hace una fila rigurosa como en la Feria del Libro de Madrid y puedes estar tranquilamente una hora con las firmas y la foto. Como decía antes, la gente es muy cálida y agradece muchísimo que viajes para tocar ante ellos. Tiene una relación muy naif con la música -en el mejor sentido-. Da la sensación de que es un genuino acontecimiento ir a un concierto, es muy guay. De hecho, no es raro que te traigan regalos. Otro detalle: las chicas suelen decirle a la sección femenina que son muy guapas. Los chicos lo hacen con la sección masculina.
4. ASEGÚRATE DE QUE SABES DÓNDE VAS A TOCAR. Al margen de que las ciudades chinas son grandísimas -ciudades que puedes pensar que son de segundo nivel no bajan de los siete millones de habitantes-, suelen tener salas unas pegadas a las otras. En Shenzhen, por ejemplo, Alondra y yo fuimos en un taxi (nuestra tour manager en otro, un poco por detrás) y nos dejó en la dirección en la que se supone que estaba el garito. Entramos y, para asombro nuestro, la gente del local nos decía “no, gracias, no necesitamos músicos para esta noche” -en un inglés rústico-. Nosotros flipamos, claro… Hasta que descubrimos que la sala era la de al lado.
5. EL TEMA DE LOS APLAUSOS. En la educación extrema que hay en conciertos de indie-pop (por llamarlo de alguna manera), el público chino mantiene un silencio casi sepulcral. Lo que es maravilloso, obviamente. Pero es tan exagerado -en comparación con Europa, y específicamente, con España- que puede resultar incluso raro: hasta que no se ha tocado la última nota de la canción, la gente no va a empezar a aplaudir. Sólo cuando uno ha terminado, se empieza con el ruido que, entonces sí, puede ser contundente. Pasa parecido con el tema de los bises: ellos esperan que lo hagas y nadie se mueve de la sala, pero no pienses que se van a poner a berrear. Ellos esperan tranquilamente y, cuando te ven aparecer, empiezan a mover las manos. [TEXTO: Nacho Ruiz] [Más información en el Facebook de Nine Stories y en el de Alondra Bentley]