¿Qué pasaría si el tiempo se detuviera cada vez que tuvieras un orgasmo? Ese es el punto de partida de «Sex Criminals», un cómic imprescindible.
Hace unos días veía «Friends from College«, una serie de Netflix en la que un escritor de ficción adulta adorado por la crítica pero totalmente ignorado por el público es instado por su editor a probar suerte con la ficción para jóvenes adultos. Ayudados por una gurú del tema, no tardan en establecer cuáles son las bases que necesitan para crear una obra (y, con suerte, una saga) de éxito: coger un monstruo del imaginario clásico que todavía no haya usado nadie más y traerlo al presente para contraponerlo a una chica que pueda interactuar con él a base de anhelos sexuales.
Suena a broma, pero el chascarrillo tiene mucho de cierto. Y, sobre todo, contiene una semillitia que me obligó a reflexionar de forma más profunda todavía… Al fin y al cabo, lo primero que hacen los personajes de «Friends from College» es una lista con los monstruos clásicos y escogen el menos usado. A lo que yo pongo sobre la mesa la siguiente pregunta: ¿por qué no crear un monstruo nuevo? Hubo alguien que pensé en algún momento en el chupasangres o en el licántropo y le dio forma como cápsula de ficción que contuviera un terror o inquietud de su propia época. Una inquietud que, con el tiempo, se ha demostrado vigente por imperecedera.
Es difícil. Pero no debería ser imposible… Así que, como lectores, ¿no deberíamos anteponer la originalidad ante todo? Puede que los creadores haga tiempo que se han dejado llevar por aquello de que está todo inventado. Pero, lo siento, no, no todo está inventado. Y cómics como el primer tomo recopilatorio de los «Sex Criminals» (con el subtítulo de «Un Truco Sucio» y editado en nuestro país de la mano de Astiberri) de Matt Fraction y Chip Zdarsky así lo prueban.
El punto de partida de «Sex Criminals» no podría ser más original… Cuando es una niña, Suzie descubre que tiene un poder realmente único: sus orgasmos detienen el tiempo y hacen entrar el mundo a su alrededor en lo que ella llama La Calma, un estado de quietud absoluta (representada en bellísimas brumas multicolores surgidas del pincel digital de Zdarsky) que durante un tiempo indeterminado le permite vagar por su entorno mientras personas y lugares están completamente inmóviles. Sorprendentemente, Suzie acaba por encontrar alguien que comparte su «poder» (o algo así): Jon, un tipo que no solo detiene el tiempo con sus orgasmos, sino que puede calcular cuánto va a durar La Calma (que él denomina Lefalandia por motivos más que divertidos que no pienso revelar en este texto) porque, básicamente, su pene emite un brillo que va apagándose poco a poco en el habitual «período de refracción».
Lo dicho: el punto de partida de «Sex Criminals» es algo nunca visto, algo que realmente apasiona desde la primera página y que, inevitablemente, engancha cosa mala. Ahora bien, la verdadera maestría del guión de Fraction consiste en llevar este punto de partida más allá… Y ha de constar en acta que no me refiero a la dimensión alegórica de este argumento. A la ficción de género siempre le ha gustado funcionar de forma alegórica, y el caso de «Sex Criminals» no es diferente: el orgasmo como pico de intensidad capaz de detener el tiempo es algo que hemos sentido todos. Pero también hemos sentido todos su capacidad para hacer cambiar el mundo por completo, para hacernos sentir alguien completamente diferentes y desconectados del mundo a nuestro alrededor y de la persona todavía conectada a nuestro miembro. Magia envenenada. Magia negra. El descubrimiento del sexo como un secreto que no podemos compartir con nadie.
Y ahí está también la alegoría de encontrar a alguien cuyos orgasmos se solapan con los tuyos, cuyo clímax tiene los mismos pasillos laberínticos e intrincados que el tuyo. Si alguna vez has sentido algo similar, sabes de lo que estoy hablando… Pero repito: lo magistral de «Sex Criminals» está en que la analogía va un poco más allá y se trenza, tal y como el título del cómic indica, con una trama de puro thriller. Ampliando más todavía esta analogía de la que venimos hablando, Suzie y Jon no son los únicos que pueden entrar en La Calma, sino que hay todo un cuerpo de Policia del Sexo destinado a velar porque los que tienen este poder lo usen de forma «correcta». ¿Qué es «lo correcto»? ¿Pueden haber diferentes versiones? Ahí lo dejo, porque, como en toda analogía, su belleza está en que puede y debe ser interpretada de forma diferente por cada lector.
Lo que será interpretado de forma inequívoca en «Sex Criminals» por todos los lectores es la trama criminal en la que se ven involucrados Suzie y Jon: ella quiere salvar una biblioteca, él le propone aprovechar La Calma para robar un banco… Y todo se complica. Eso sí, todo se complica de forma deliciosa: cada capítulo de los cinco primeros que componen este «Un Truco Sucio» se estructura en un doble tiempo paralelo en el que el presente (el atraco) avanza lentamente mientras Suzie y Jon explican sus historias respectivas, y se las explican el uno al otro a base de flashbacks. El ritmo del guión de Fraction es vertiginoso e impecable, impulsado principalmente por unos pinceles fascinantes con los que Zdarsky se permite juegos visuales y trucos realmente elocuentes.
No es de extrañar que «Sex Criminals» se llevara los premios Eisner y Harvey a la mejor serie de cómic en el año 2014: los autores equilibran todos sus elementos de forma más que ponderada y, en consecuencia, consiguen interesar al lector desde múltiples flancos. ¿La dimensión alegórica del guión? Está ahí. ¿La adrenalítica trama criminal? Impecable. ¿Logros estéticos inauditos como La Calma (o el rollito Emma Frost de la Policía del Sexo)? A tope. ¿Personajes complejos y profundos (Suzie se ve perseguida por la muerte de su padre y por una madre ausente, mientras que Jon es un niño cebolla que va deshaciéndose poco a poco de capas inquietantes como la de su «trastorno negativista desafiante»)? Sin dudarlo. ¿Chorreo de sanísimo humor de base sexual (¿Hola? ¿Se puede molar más que el personaje que se introduce en La Calma haciendo ejercicios Kegel con su vagina… con todo lo que dice de un personaje -control freakismo, soledad- el hecho de que controle tanto los ejercicios Kegel?)? Como si no hubiera un mañana.
Pero, por encima de todas las cosas: ¿un punto de partida original y una voluntad de base de crear algo completamente nuevo, algo que el lector nunca hay visto? Por encima de todas las cosas. Y es por eso que «Sex Criminals» debería convertirse en uno de los cómics más importantes de su generación. [Más información en la web de Astiberri]