¿Cómo puede ser que tú te acabes de enamorar del disco de Cigarettes After Sex… pero tus amigos digan que son fans desde hace siglos?
El mundo moderno es una mierda. Tal cual. En serio, este rollo de que todos vivamos en nuestras propias burbujas de la información hace que, al final, tengamos que reconocer que hemos perdido por completo el contacto con la realidad… Y eso, cuando eres periodista, es algo bastante jodido, la verdad. En los últimos tiempos, me he descubierto admitiendo ante determinados interlocutores que no tengo ni puta idea: conciertos de artistas que yo pensaba que no vendían más de cien tíquets hacen sold out. Y a la inversa. Discos que yo pienso que están siendo un éxito absoluto resulta que no los conoce ni su madre. Y a la inversa también.
No solo eso. Hace un tiempo, podía vanagloriarme de ver los hypes venir. No era difícil: si sabías dónde mirar y leías bien las señales, el «juego» de la música tenía siempre unos ganadores claros que habían empezado la carrera a la cabeza. Pero, a día de hoy, ¿qué quieres que te diga? ¡Pues que no tengo ni repajolera idea! De repente, escucho un disco que me flipa de un grupo nuevo y, cuando se lo digo a mis colegas, resulta que todos son fans desde el año 1998. Desde antes de que naciera la banda. Desde antes de que nacieran los miembros de la banda.
Esto es lo que me ha pasado con Cigarettes After Sex. Bueno, esto exactamente no. Me explico… Creo que la primera vez que supe de esta banda fue porque, en su crónica del Paredes de Coura 2017, Jose A. Martínez escribió que Cigarettes After Sex habían sido «protagonistas de uno de los momentos más extraños del Paredes de Coura 2016. ¿Es posible conseguir un lleno absoluto pasadas las diez de la noche cuando el cuerpo pide marcha mediante un pop lánguido (demasiado, casi somnífero), sensual y tocado a cámara lenta? Sí, lo demostraron los texanos con una sorprendente cantidad de testigos obnubilados por unas evocadoras y refinadas canciones cuyos efectos en el respetable hicieron honor al nombre de la banda«. Ya en aquel momento, extraje dos conclusiones: 1. Vaya nombre más jodidamente feo para una banda, chacho; y 2. ¿Quiénes coño son estos que no me suenan de nada pero que hacen un llenazo absoluto en el Paredes?
Preguntas sin respuestas… Que casi un año después recordé cuando vi que Cigarettes After Sex actuarían el martes del Primavera Sound 2017 como parte de las previas del festival. Como suele ser habitual, el lunes me pilló currando hasta las mil y, cuando decidí salir de casa, varios colegas me dijeron que ni lo intentara, que el concierto ya estaba a reventar y mucha gente se había quedado fuera. A lo que volvía a entonar la pregunta número 2 del párrafo anterior. No me hagáis repetirla, porfi.
Lo mejor de todo es que, una semana después de aquel concierto en el Primavera, el debut de Cigarettes After Sex se filtraba y, ante semejantes precedentes, no dudé ni un segundo a la hora de darle al «download»… A partir de aquí, ocurrió lo que tenía que ocurrir: que nació el amor. Un amor absoluto y rendido. Un amor de esos que quieres compartir continuamente y que, en mi caso, me llevó a recomendarle «Cigarettes After Sex» (Partisan, 2017) a absolutamente todos mis colegas. La reacción de muchos de ellos fue puro #ApplyColdWaterToThatBurn: simple y llanamente, me dijeron que iba tarde y que ya eran ultra fans de la banda desde hacía tiempo.
Que, a ver, ¿quién no ha hecho esto alguna vez? Él lo ha hecho. Tú lo has hecho. Yo lo he hecho al ridiculizar las ilusiones de un amigo ante una banda nueva diciéndole que ya la conocía desde hacía tiempo… Cuando ese «tiempo» a lo mejor eran más bien «tres días». Lo que sea por mantener el estatus de trendsetter, amiga. Lo que ocurre es que, en el caso de Cigarettes After Sex, puede que toda esa gente que dice que los conoce desde hace «tiempo» resulte que realmente los conocen desde hace «años».
Al fin y al cabo, más que una banda, este es un colectivo de músicos intercambiables que van girando en torno al alma absoluta de Cigarettes After Sex: Greg Gonzalez. Fue él quien, mientras vivía en El Paso en el año 2008, empezó a grabar bajo este nombre experimentando con los ecos y sonidos espaciosos de una escalera de cuatro pisos de la Universidad de Texas. Y, ojito, porque aquellas experimentaciones siguen teniendo mucho que ver con el sonido de esta banda cuyas canciones parecen todas grabadas en espacios de letargo, en limbos sexuales en los que el deseo yace suspendido en el tiempo y en el espacio. Pero centrémonos, que me voy del tema: la cuestión es que, tras aquellos inicios, Gonzalez se mudó a Brooklyn y, siempre rodeado de músicos, empezó a publicar diferentes singles y EPs.
Aquí llegamos al meollo de la cuestión: además de singles y EPs, Cigarettes After Sex pueden vangaloriarse de estar viviendo en el año 2017 mucho antes que otras bandas más -presuntamente- punteras. Y es que Gonzalez y compañía tienen en su haber todo un conjunto de videoclips que lo han petado muy pero que muy fuerte en YouTube (entre los que destaca, por cierto, esta impresionante versión del «Keep On Loving Your» de REO Speedwagon). Toda la industria empeñada en vender discos, y Cigarettes After Sex sabían que la forma de hacerte famoso aquí y ahora era YouTube… Así que, por una vez, seamos bien pensados y confiemos en que todos esos amigos que nos dicen que hace siglos que los conocían están siendo sinceros y no nos la están intentando dar con queso.
Al fin y al cabo, mirad, es que me la pela si me la están dando con queso. El descubrimiento de «Cigarettes After Sex» es tan sumamente excitante, vibrante y desarmante que me da igual reconocer que descubrí a la banda de Greg Gonzalez el mes pasado. Desde entonces, el debut en largo de Cigarettes After Sex (¡una década después de aquellas fantasmáticas grabaciones en Texas!) se ha convertido en uno de esos discos poliédricos capaz de acompañarte en muy diferentes ocasiones… Es evidente, de entrada, que este es un álbum pensado no para follar, sino para esos momentos de recogimiento postcoital bajo las sábanas repletos de caricias lacias, besos a medio cocer y una intimidad ficticia pero intensa forzada por los fluidos compartidos todavía calientes y húmedos sobre el colchón.
Pero no solo eso: «Cigarettes After Sex» es un álbum ideal para ponértelo de banda sonora mientras te desperezas por la mañana, mientras curras, mientas lees, mientras respondes mails repletos de gifs animados cachondos, mientras cocinas, mientras miras videos de gatetes en el iPad, mientras estás tirado en el sofá sobeteándote con quien sea… Es un disco ideal para cualquier momento porque resulta que es uno de esos trabajos destinados a ser tachados (por los más desalmados) de excesivamente homogéneos, en los que las canciones parecen solaparse unas sobre las otras, buscando una atmósfera común más que un rasgo de identidad que las haga únicas. Pero, espera, ¿por qué habría de ser eso algo negativo? En la era del «préstame tu atención durante tres segundos», Gonzalez apuesta por un disco que, para ser entendido (y admirado y adorado), hay que escuchar como un conjunto que dura 50 minutos.
Casi una hora que sabe a gloria porque, mira, lo de Cigarettes After Sex es puro sadcore: es fácil reconocer en las canciones de este álbum los ecos de Mazzy Star, Cocteau Twins, Slowdive, Mojave 3 e incluso bandas más contemporáneas como The xx (sí, The xx) y Beach House (sí, Beach House también). Aquí hay barra libre de guitarras en líquido amniótico, percusión minimalista a modo de espina dorsal y, por encima de todas las cosas, la voz de Greg Gonzalez desgranando sus aventuras de alcoba para el siglo 21. Las letras de «Cigarettes After Sex» rebosan sexo, pero es un sexo que ha visto extirpado el que creíamos que era su principal rasgo de identidad: la excitación, la respiración entrecortada, los estremecimientos al tocar la piel ajena por vez primera, las palpitaciones frenéticas en la entrepierna.
«Cigarettes Ater Sex» es sexo en la era de Tinder, cuando la repetición y la abundancia hacen que cada polvo no sea un polvorín, sino una balsa de aguas tranquilas en las que no solo disfrutar con tu otra persona, sino en las que mirar tu propio reflejo. Y cantarle. Cantarle a tu reflejo aceptando que el sexo siempre ha sido hedonista, pero también ególatra y egotista. [Más información en la web de Cigarettes After Sex] [Escucha «Cigarettes After Sex» en Apple Music y en Spotify] [Cigarettes After Sex actúan el 27 de noviembre en Madrid (El Sol) y el 29 en Barcelona (La [2] de Apolo)]