¿Cómo sobrevive uno a su primero Orgullo Gay en Madrid coincidiendo con el World Pride? Pues aquí va una crónica a lo bruto (y algo bruta) al respecto.
Era mi primer Orgullo en Madrid y mi primer Orgullo en general.
Era viernes y el cuerpo lo sabía, tenía más ganas de beber que de vivir y la primera parada fue el concierto de Baccara en la Puerta de Alcalá. Ellas dos solo podían actuar delante de un monumento que tuviera su edad. Mayte Mateos, una de ellas, es de La Rioja y por eso que empaticé con su música, aunque ella se declara más madrileña que un bocadillo de calamares. El único museo dónde podrás encontrarlas es en el del Jamón. Con su look black and white, una complementa a la otra del mismo modo que el hombre complementa a la mujer, mujer a hombre en el sentido inverso… (y esta frase de Miss que me cautiva.)
El playback era descomunal, pero nos las sudaba y sudábamos mucho. Queríamos ver sus coreografías, su entrega al público, su inglés, sus ingles y su francés Las coreografías las firmaba Poti, se reconocía esa estela en las transiciones de «¡Mira Quién Baila!«. Esos golpes secos de cadera que bien repite su amigo David Bustamante. Y luego hubo un momento a capella desgarrando la voz y con bien de vibrato rasgando a lo Mariah Carey.
Todos los que estábamos allá solo nos sabíamos «Sorry I Am A Lady» o «Boogie«, pero ellas insistían en que nos conocíamos toda su discografía… Y no, nena, no. (Aquí se podría hacer alguna referencia a su Eurovisión, pero tampoco.) A mí una de ellas me recordaba a una de las virtudes.
Y luego vale que el orgullo es un momento de protesta. Pero protesta a favor del colectivo LGTBIQ, no a favor de las PYMEs, que para eso yo me leo Expansión o ABC. No entendí ese momento «Je Suis Pro-PYME«, con el pequeño y mediano comercio.
Sea como sea, detrás de Baccara vinieron OBK. Y, por favor, OBK al BBK. Yo firmaría un CHANGE.org para que fueran invitados al Sónar del año que viene. OBK es de la época en la que la ruta del bacalao se estaba desalando, de esas mañanas de «Música Sí» con Dj Neil y Ainhoa Arbizu.
Después fuimos a Chueca y entramos al que creo que era el cuarto oscuro más grande de Madrid. Yo diría que los laberintos de «El Internado» se grabaron ahí.
El sábado fue el día de las carrozas y la caspa política al frente, con mensajes de denuncia que habían leído en la SuperPop. Albert Rivera con gafas de sol, miedo me darían las pupilas del mecenas de la coca. Luego vinieron los super-trucks con sus majestades (o más bien magaystades) influencers reales y cuerpos jroña que jroña. Yo quería subirme a todas y no paraba de venirme a la cabeza la imagen de Priscila Reina del Desierto y esa destella plateada que sale de un tacón por encima de una Volkswagen más pasadita que una sesión de popper. Dulceida bien pedo se bajo del camión en marcha.
Después estuvimos en Sol de noche. El carnaval gay de Maspalomas actuaba en el kilómetro 0 y, como siempre, Canarias con su hora de retraso. Y luego a botar a Boite con Roi Porto… A lo que yo digo que este chico deje de pinchar y se pinche los labios si quiere, porque nos puso tres veces a Fangoria. Cerró el telón de una noche diez Juan Paparazzi, que él sí que sí se entregaba a su público y sabía lo que queríamos.
Para cerrar, como concepto de este Orgullo me quedo con lo que acabé por denominar como “las popper paradas”, que eran grupos de tíos demasiado guapos que estaban parados en medio de la calle en zonas muy concurridas única y exclusivamente para que les vieran y que nos quisiéramos hacer con ellos. Catch Them All!