¿Has prestado tanta atención al Sónar que el Sónar+D 2017 te ha pasado desapercibido? ¡Error! Suerte que aquí te lo explicamos todo todito todo.
Tengo el gemelo de la pierna derecha pinzado, como cuando hay prórroga en un partido y no puedes más. Menuda jugada la del Sónar 2017, que nos ha vuelto a dejar sin aliento en tantas ocasiones durante estos cinco días de festival que, al final, hemos tenido que pedir el cambio, como si el final de nuestra carrera estuviera a punto de llegar. Pero todo tiene su explicación, y es que el pistoletazo de salida se dio el martes, cuando nos tuvimos que patear toda Barcelona (o, juzgando por el calor, no se si estábamos en alguna ciudad africana que se pareciera mucho…), para poder visitar todas las expos que nos tenían preparadas.
Brian Eno en el Arts Santa Mónica nos enseñó y explicó la NO retrospectiva de su obra. Pudimos disfrutar de algunos de sus trabajos más antiguos, dibujitos de sus libretas y sus renovadas light boxes, pero todo desde una perspectiva actual. La exhibición deja ver a un artista muy activo que, a sus 69 años de edad, sigue en la brecha como el que más. Una exposición a disfrutar con tiempo, y en la que el aire acondicionado a cholón y los sofás y asientos de las diferentes salas os invitarán a permanecer allí hasta Navidad, donde dicen que por fin refrescará un poco.
A destacar la música generativa diseñada especialmente para la sala situada en la planta baja, y producida únicamente por «maquinas amigas» de Eno, quién lo único que hace es escuchar muchas horas, cortar los fragmentos que le parecen interesantes y ensamblar. Si no lo has visto, tienes hasta el 1 de octubre para visitarla, tomar asiento y relajar tus músculos maltrechos.
En el CCCB está Björk, y decimos que está porque literalmente está en tu cara todo el rato. El problema de la realidad virtual es que, si no la utilizas con cabeza, no sirve de nada; y a Björk se le va la olla queriéndose aproximar al espectador hasta casi violarlo. Para explicar sus penurias de separación con su ex no hacia falta un primer plano suyo en 6 VRs iguales sin nada mas que ella, ella y ella. Una vez con flores, otra sin maquillaje, otra de lucecitas…. Aaaaaah. Me piro. Bueno no, quedémonos un rato aquí sentados, que también hay aire acondicionado y veo gente en la calle desde aquí ardiendo en llamas. Por suerte, más tarde nos reconciliamos con ella en la charla y en su dj set, donde vino a dar la nota pero bien. Nos hizo reír sin parar con sus chistes de niña de ocho años, sus disfraces de chica con brotes psicóticos y su selección musical de los dibujos de Willy Fog. Así, sí.
Una de las grandes decepciones del festival ha sido el nuevo espacio de realidad virtual, donde si no reservabas hora antes de las 16:00h, te quedabas sin plazas. Y, claro, no nos dio tiempo ninguno de los días porque solo los guiris comen a las 12 y no necesitan siesta para sobrevivir a la nocturnidad. Señores, la gentrificación ha llegado al Sónar, y se está apoderando de él. Ya me veo de aquí poco con sangría a veinte euros en el menú… Mano en la frente.
Y un poco fríos también nos dejo (no literalmente, porque ni aquí tiraba lo suficiente el aire acondicionado) el MarketLab. Sin grandes novedades ni muchas propuestas de interés, vimos cómo aumentaba el número de propuestas cacharreras (aparatos de producción musical); pero si estos vienen de las grandes marcas como Pioneer, Roland, Novation o similares, la verdad que no nos interesa, porque nos vamos al Microfusa y allí las tenemos igual.
Lo que sí que nos interesó fueron propuestas más cuquis como Dato, quien proponía un pequeño sintetizador que incitaba a producir en pareja. Viva el amor. Por otro lado, también vimos muchos sensores de movimiento y aplicaciones con luz y láser que nos recordaron al SonarPLANTA (del que hablaremos más tarde), pero a pequeña escala.
Pero vamos con las cosas buenas, no seamos gruñones, que las hay. Y es de lo que mas nos gusta hablar. Por lo que el podio de este año se va para las siguientes propuestas…
BRONCE: TECH SHOWS. Porque estas propuestas no se producen en el Village, sino en el Complex o en el Hall, escenarios acondicionados para la nueva realidad de cambio climático. Propuestas que pueden catapultarte a cualquier otro sitio sin necesidad de moverte de tu sillón o de tu posición privilegiada sin aglomeraciones. Estos shows te proporcionan un tiro seguro, ya que si andas perdido por el calor, píllate el programa oficial y busca ese pequeño simbolito azul «+D«… ¡Fliparás en colores! Como con los que nos dejó cegados Evian Christ, obligándonos a darle la espalda en más de una ocasión, pero dejándonos con el mono de más en cada cambio de beat que nos ofrecía. O el viaje cósmico de Nonotak, quien nos hizo volar de lo lindo en la nave espacial en la que se convirtió el Complex. Pero lo mejor fue lo de Nosaj Thing junto a Daito Manabe, quienes, bajo una línea de música de baile excelente, se marcaron unas proyecciones escaneadas en 3D en directo que fueron puros efectos especiales.
PLATA: SÓNAR 360º. Esta propuesta nos parecía atractiva de entrada, pero al probarla nos llegó a lo más hondo de nuestra retina. Un espacio donde te puedes tumbar en el suelo, relajarte con tus amigos y disfrutar juntos de una inmersión ocular conjunta nos parece de lo más adecuado para un festival como el Sónar 2017.
Además, sin necesidad de reservar: tenías la oportunidad de ver cantidad de obras diferentes en cualquier momento del día. Parece que la realidad virtual está perdiendo «punch» respecto a las experiencias conjuntas, donde poder compartir la vivencia con los demás es lo que nos la hará recordarla.
ORO: SONARPLANTA. Y es que Daito Manabe ya se ha llevado el bronce con su Tech Show junto a Nosaj Thing, pero lo del juego de luces en el SonarPLANTA fue apoteósico. Doble medalla para el creador de esta obra que, en primera instancia, nos permitía jugar con ella mediante unas bolas de luz, las cuales eran el centro de atención de todos los focos, y por consiguiente, nosotros los dioses del universo. Aunque el plato fuerte vino con las bailarinas de ELEVENPLAY… Primero nos encandilaron con sus movimientos, pero cuando una de ellas se quedó sola sobre el escenario y empezó el juego como si de «Ghost in the Shell» se tratase, tuvimos que parpadear cuatro veces. Entonces nos dimos cuenta que la luz se había transformado en sombra y seguía con una sincronía perfecta sus movimientos, sin necesidad de gafas ni mentiras tecnológicas. Solo luz. Era la princesa Leia en persona. Estoy seguro de que la mayoría de los asistentes al festival no pudieron presenciar el espectáculo debido a sus pocos pases durante el día y a la necesidad de conseguir una buena posición en las filas delanteras para focalizar el milagro. Pero desde aquí os aconsejo que para las próximas ocasiones no dudéis en adentraros en este SonarPLANTA que cada año nos deja mejor sabor de boca.
Así fue el año pasado, cuando Earthworks en el mismo SonarPLANTA nos vaticinó que andáramos con ojo, que la tierra está cambiando. Como ANOHNI nos advirtió también que nuestro cuerpo está cambiando y que son solo cuatro grados. Tal vez por eso Sónar es un festival avanzado: porque te cuenta el año anterior lo que se te viene encima, y a mí mis piernas ya no me aguantan el trote del festival con este calor… ¡Cambio, míster! [Antonio Caballero]