¿Para qué negarlo? A todos nos viene bien reconciliarnos con la vida… Para ello, nada mejor que «45 Cerebros y Un Corazón» de Maria Arnal y Marcel Bagès.
Cuando cae en mis manos el disco de Maria Arnal i Marcel Bagès, veo que hay que rasgar para poder ver su título. Sí, como una de esas cartillas, un “rasca y gana”… Y nunca mejor dicho, porque este boleto viene con premio: detrás del título, “45 Cerebros y Un Corazón” (Fina Estampa, 2017), se esconde un disco inmenso donde hay mucho que rascar con tal de ir traspasando sus múltiples capas de forma y significado.
Detrás de la portada, el Niño de Elche hace de maestro de ceremonias y nos abre la puerta con un prólogo a modo de presentación de lo que nos espera: sus palabras son una declaración de intenciones en toda regla, y esa no es más (ni menos) que una manera de estar en el mundo. Este proyecto entiende la música de una manera muy similar a la de otros similares en la escena reciente catalana: el binomio chico-chica, como ya ha ocurrido con el caso de Sílvia Pérez Cruz y Rosalía con Refree a la guitarra. Todos ellos toman el imaginario popular, el folclore, la tradición, y los hacen suyos con libertad, sin miedo a romper códigos o alejarse de géneros establecidos.
Conceptualmente hablando, el álbum gira en torno a la memoria, al olvido o desmemoria, como ellos lo llaman. Hablamos de posverdad, ese término tan en boga, tan orwelliano y que no es más que otro eufemismo de la mentira para evitar llamar a las cosas por su nombre. Maria Arnal i Marcel Bagès rescatan canciones, las recomponen en un ejercicio casi arqueológico, mezclan versiones y poemas con creaciones propias, recurren a lo telúrico, comunican emoción y sabiduría ancestrales. Sus letras se pueblan de nuestra historia, fosas, milicianos, exilio, poesía, distorsión y emoción a borbotones. Te hablan desde un lugar profundo, oscuro y cercano, del que venimos, del que nunca nos hemos ido. Se componen de un ADN único, que se erige como un canto al futuro conformado de pasado que remueve el presente.
La canción que da título al disco se compuso a raíz de una noticia aparecida en el diario Público el 26 de agosto de 2016 en la que se informaba del hallazgo de 45 cerebros y un corazón prácticamente intactos en una fosa de la Guerra Civil en La Pedraja (Burgos). A Maria y Marcel les impactó tanto que decidieron componer una canción. En ella, Arnal se pregunta “¿quién se olvida, quién se acuerda?” y susurra “silencio” con un hilo de voz que parece quebrarse, pero que no se rompe, y lo que dice y cómo lo dice es tan verdad que escuece.
Francisco Rico decía que “las cualidades que logran convertir en clásico un poema son (…) conseguir formulaciones cuyos términos no puedan alterarse ni reemplazarse y que por eso mismo se resistan al olvido”. Y eso es lo que convierte a “Tú Que Vienes A Rondarme” en un clásico instantáneo (y en canción del año desde ya… Sí, los siento por “Islamabad” de Los Planetas). La canción orquesta y combina con tal perfección lo cósmico, la magia, el cuerpo, la sonda espacial Voyager, el agua, el vino, ese “rondarme” tan Lorca, que es poesía pura. La voz de Maria lo inunda todo y se eleva, y la canción se ensancha y te sume en una danza que no te suelta en los 3:35 minutos que dura, sometiéndote de tal manera que tienes que escucharla en bucle porque desearías que no se acabara nunca. Pero se acaba y, cuando te bajas de semejante viaje, comprendes que estás ante una canción enorme, más grande que ella misma, con la medida justa de cerebro y corazón.
“45 Cerebros y Un Corazón” está lleno de sorpresas como, por ejemplo, el segundo bombazo: “Canción Total”, versión de “Las Víctimas Civiles”. El hit que en directo pone en pie al público a corear ese “civili-li-li-li-li”, o “A La Vida” de Ovidi Montllor, y que una vez escuchas ya no puedes volver a la original, ni siquiera a la que ya aparecía en el EP “Verbena” (Fina Estampa, 2016), porque es demasiado lenta y se ha quedado pequeña en comparación. O “Bienes” (en la que mezclan catalán y castellano), “Jo No Canto Per La Veu”(según ellos, su canción de verbena) o “El Ball del Vetllatori” (que llora la muerte de un niñito). Y luego está la canción trance del repertorio, “La Gent”, adaptación del poema de Joan Brossa, y que Maria repite como un mantra acompañada de la rabia en los dedos de Marcel. Todas ellas muestran las dos caras de una misma moneda: vida y muerte. Antagónicas y complementarias.
En el directo de Maria Arnal i Marcel Bagès en la sala Apolo el pasado 25 de abril, además de escucharse “vivas” a la República, coincidió con el Día de los Claveles de Portugal, así que el público se arrancó a cantar espontáneamente “Grándola, Villa Morena”. Todo muy reivindicativo, como si de un concierto de Maria del Mar Bonet de los 70 se tratara… Aunque, a la vez, nada más lejos de lo panfletario, porque el disco que nos ocupa tiene un mensaje tan sólido y potente que la política no le resta un ápice de poética.
Maria ha venido con su torrente de voz para transmitir un mensaje, una verdad que todos conocemos, pero que permanece callada. “45 Cerebros y Un Corazón” no solo despierta emociones y remueve conciencias, sino que nos reconecta con lo que somos, nos reprograma como esas nanas que conforman nuestro imaginario personal y colectivo, que te recuerdan que eres parte de algo, que la lucha se puede hacer cantando y que vale la pena. Y eso, a pesar de la muerte, nos reconcilia con la vida. [Más información en el Facebook de Maria Arnal i Marcel Bagès. Escucha «45 Cerebros y Un Corazón» en Apple Music y en Spotify]