Actuaciones como la de The Magnetic Fields y The Radio Dept. demuestran que lo que lo está petando en este Primavera Sound 2017 es el pequeño formato.
La cancelación de Frank Ocean para la segunda jornada del Primavera Sound 2017 fue como un terremoto de magnitud como para remover, si no los cimientos, al menos todos los cuadros y los vasos de cristal del festival: no sólo tuvo como consecuencia la devolución de unas cuantas entradas de día y la reventa de unos cuantos abonos para el festival más, sino que reestructuró todos los horarios del viernes. Y, disculpen el cinismo y la falta de consideración a los afectados, pero a servidora no le pudieron hacer favor más grande, pues con el cambio de horarios ya no teníamos que vernos en la situación de a-quién-salvarías-primero-en-un-terremoto-a-mamá-o-a-papá, donde mamá y papá son nada más y nada menos que The Magnetic Fields y The Radio Dept.
Resulta llamativo que, hasta la fecha, dos de los mejores conciertos de esta edición justo tuvieran lugar justo en unos emplaces que nada tienen que ver con el formato de escenario tradicional de un festival. Aunque claro, luego te vas al supermegaescenario tocho a ver a Run The Jewels y se les revienta el sonido y tus preferencias por los escenarios pequeños y a cubierto se ven automáticamente sustentadas por la más pura lógica, sintiéndote un poco menos snob.
A la salida del concierto (conciertazo) que ofrecieron The Radio Dept. en el Hidden Stage, una amiga me comentaba que le sabía mal que casi no hubieran tocado canciones antiguas y que no habían cumplido para nada sus expectativas. A lo que yo le dije dos cosas: 1. si todavía tienes expectativas de algún tipo en 2017 estás pasadísima de moda; 2. seguir un setlist que mostrara la vertiente más electrónica del grupo -incluso en la selección de las pocas canciones de sus primeros años como una «Heaven’s on Fire» que subió instantanéamente el nivel de endorfina en la sala- me pareció una elección mucho mas coherente con el formato del concierto y el mismo viraje artístico del grupo. Con unas bases que podían haber sonado perfectamente a las cuatro de la mañana y sin despeinarse en los escenarios del Primavera Bits, The Radio Dept. se adaptaron al medio en el que tocaban: un parking de coches destartalado reconvertido en sala de conciertos fugazmente iluminada. Una apoteósica «Occupied» fue la encargada de cerrar por todo lo alto los cuarenta y pico minutos de set y de transmitirnos la energía necesaria para sobrevivir a una mortal resaca. Paso firme y marchante, y de cabeza al Auditori para ver a The Magnetic Fields.
Sobre el formato del concierto de The Magnetic Fields también había mantenido alguna que otra diatriba: que si qué pereza que toquen el último disco solo, que si se va a hacer eterno, que sentados es un coñazo… En estas conversaciones, yo solía tomar el rol que se me ha indirectamente asignado, el de fan acérrima que confía en su grupo favorito y sus elecciones, aunque debo confesar que muy muy en el fondo yo también tenía mis dudas. Pero Stephin me las arrancó de cuajo al primer rasgado de ukelele. Con una puesta en escena cuidada tan hasta el último detalle que cualquier otro escenario diferente al Auditori no hubiera sido digno de recibir, unos Magnetic reconvertidos en algo a medio camino entre una orquestra de música clásica y una de músicos ambulantes y circenses repasaron pues con mimo y dedicación los primeros 25 años de la vida de Merritt. Fue un placer descubrir aún más detalles de la composición del disco y ver desfilar instrumentos de todo tipo y clase, desde un violín a una especie de globo-pedorreta. No todos los días una tiene la oportunidad de ser espectadora de un trabajo tan especial, a menos que estés en el Primavera Sound y The Magnetic Fields toquen dos días seguidos. Estoy escribiendo estas líneas que faltan diez minutos para que empiecen con la segunda sesión del set y, aún a sabiendas desde hace horas que me iba a ser imposible asistir, lo estoy pasando regular. Yo creía que en los conciertos ya no iba a ser capaz de llorar nunca, pero ayer Merritt y los nuevos suyos (no se vió a Claudia Gonson ni a Sam Davol en lado) me tocaron el corazoncito bien hondo. Nada igual.
Del pop noventero americano los noventas británicos de unos esperadísimos Arab Strap en el Ray-Ban. Me moría de ganas de verles, y eso que no supe de su existencia hasta hace cosa de dos semanas, así que no puedo ni imaginarme la gente que llevaba diez años esperándoles. Los escoceses estuvieron a la altura de las expectativas y ofrecieron un concierto que se hizo brevísimo. Sonaron canciones más recientes, más antiguas, e imperdibles como «Girls of Summer» y «New Birds«, y uno no podía dejar de preguntarse cómo una música tan intimista y sosegada podía tener tanta fuerza sobre un escenario. El cierre se lleva el premio a mejor cierre de concierto que he podido presenciar en años, y es que pocas cosas tan emocionantes como gritar brazos en alto lo de «went out for the weekend and lasted forever, high with your friends it’s officially summer» en el microcosmos de felicidad y amistad en el que se convierte el Fòrum en esta época del año. No me hubiera perdido este final por nada en el mundo y mucho menos por los sosainas de The xx. Si alguien espera algún comentario al respecto del concierto de los londinenses, no lo encontrará en esta crónica: pasamos olímpicamente de ir, y por lo que se escuchaba guardando sitio para Run The Jewels en el escenario de enfrente, tampoco nos perdimos mucho.
A la cuarta canción, El-P y Killer Mike fueron víctimas de la misma incompetencia técnica mala suerte que sufrieron Tame Impala en el mismo escenario un año antes: un apagón de varios minutos. Una pena, porque lo que había empezado como una atronadora y enérgica puesta en escena, se desinfló a un nivel de sonido bastante más bajo con consecuencias nefastas para la actuación del dúo. Un setlist impecable, una estupenda interacción con el público y una conexión palpable entre los dos raperos no fueron suficientes para cumplir con las expectativas de lo que debería haber sido. El único problema es que sonaban bajito, pero es que eso en un concierto lo es casi todo.
A continuación, Jamie xx estuvo a la altura de su grupo, es decir, resultó igual de coñazo -pero esto no lo esperábamos- aunque, por suerte, unos escenarios más al fondo estaba listo Flying Lotus para recoger el testigo y hacernos bailar hasta el amanecer. Terrorífica vuelta a casa entre autobuses a velocidad de internos en un geriátrico y desperdigados reductos humanos de la noche como nosotros, un poco de descanso, ducha, y todo listo para cerrar esta edición por todo lo alto.