¿Sigues preguntándote si merece la pena hacerte con el nuevo iPad? Puede que estas cinco cosas que puedes hacer con él te ayuden a encontrar la respuesta.
Lo que voy a admitir a continuación es algo que muchos no creerán… Pero, en serio, juro y perjuro que es pura #truestory. Ahí vamos: ¡nunca he tenido un iPad! De hecho, nunca he tenido tablet de ningún tipo ni marca. Lo más cerca que he estado de este aparato es un iPad de segunda generación que regalé a mi pareja pero en el que entré tan solo un par de veces (para preservar su intimidad, ¿eh? ¡A ver si aprendemos con estas cosas en pareja!). Si estáis buscando el por qué de este desapego, no lo vais a encontrar: no fue ni desinterés ni desidia, fue simple y llanamente que siempre había ido tirando con el iPhone y con el portátil.
Para trabajar uso un Macbook Air y, como diría aquel anuncio, para todo lo demás, iPhone. Un iPhone 7 Plus, para ser más específicos. Y si estoy dejando esto muy claro es porque, internamente, siempre pensé que todo lo que podía hacer con un iPad ya lo estaba haciendo o con el portátil o con el móvil… ¡Vaya error, chaval! Hace un mes cayó en mis manos el nuevo iPad, y tengo que reconocer que, de repente, me toca un poco la pera si me pongo a recapitular todo lo que me he perdido estos años sin uno de estos aparatos en mi vida.
Vaya por delante que, si lo que estás buscando es una review al uso del iPad que Apple acaba de lanzar en este año 2017, este no es tu artículo. De hecho, en Fantastic Mag ya publicamos en su momento este otro texto que analizaba el nuevo iPad en profundidad y que, sobre todo, intentaba responder a una pregunta básica: ¿merece la pena hacerse con el nuevo modelo? En aquel artículo la respuesta llegaba a partir del análisis puramente técnico… Y, ahora, sin embargo, lo que yo pretendo hace es algo mucho más íntimo y personal.
Te soy totalmente sincero: no tengo ni repajolera idea de si deberías hacerte o no con el nuevo modelo de iPad. Cada persona es un mundo y, a la vez, supongo que cada persona tendrá su propia relación con este aparato. Lo único que puedo (y voy a) hacer es hablarte de cinco cosas que siempre había querido hacer con una tablet y que por fin he podido hacer con el nuevo iPad. A partir de ahí, que cada uno saque sus propias conclusiones.
VIAJAR SIN PESO EXTRA. Debido a una de esas maravillosas coincidencias de la vida, una de las primeras cosas que hice con el nuevo iPad fue, básicamente, llevármelo de viaje. Bueno, no, realmente lo primero que hice fue más bien descargarme trillones de apps que me han tenido bastante ocupado desde entonces… Pero, a continuación, me lo llevé de fin de semana. Y una cosa tengo que decir: soy de esas personas que siempre se llevan el portátil a todos los viajes «por si acaso», por si cae alguna urgencia de curro que solo puede resolverse con un aparato medianamente potente. ¿Qué significa eso? Que me he acostumbrado a viajar con una mochila enorme en la que poder acomodar mi Macbook Air y toda la mandanga de cables que le acompaña siempre.
Dicho esto, ¡no tenéis ni idea del alivio que supone viajar con el iPad! Para empezar, un alivio de peso. Y, además y sobre todo, un alivio de conciencia: tuve que solucionar un problema de unos posts y su difusión en redes sociales y en tres minutos lo tenía hecho. No solo eso: en ese mismo viaje pude consultar el mail de forma confortable, escuchar música en la habitación del hotel a toda pastilla, procrastinar en Facebook, ver Netflix mientras me echaba una siesta y consultar las noticias por la mañana en una pantalla de un tamaño mucho más que considerable. Y, ahora, evidentemente, ¿cómo podría volver a viajar con el Macbook y sin el iPad? No lo sé. No podría.
24/7 WORK PEOPLE. Ya lo he dicho un poco más arriba: el iPad me solucionó la papeleta de una urgencia de curro mientras estaba de vacaciones. Pero no solo eso, chiquis. A ver, supongo que si tienes que hacer edición de video o de foto o cualquier otro trabajo que implique una gran potencia técnica, nada como un ordenador de sobremesa. Pero, al fin y al cabo, el trabajo de la mayor parte de nosotros se hace con editores (de texto, de cualquier otro tipo o de WordPress, en mi caso) y correo electrónico. Y ese tipo de trabajo, señores y señoras, te lo puedes llevar a cualquier sitio con el nuevo iPad.
Yo no solo me lo he llevado de vacaciones, sino también a cafeterías y bares (te miran menos mal si vas con una tablet, y más si es tan fardona estéticamente como el nuevo iPad), a casa de un colega para trabajar conjuntamente, en largos viajes de tren… Y en todos esos lugares he podido trabajar sin ningún problema, respondiendo mails con la app Mail de Apple y trabajando con la de WordPress. Porque esa es otra: uno de mis grandes miedos era escribir en el teclado del iPad con mis «dedos cachiporra». Y, mira, ¡nada más cómodo en el mundo!
SIEMPRE QUE VUELVES A CASA ME PILLAS EN LA COCINA… CON LAS MANOS EN EL IPAD. Leyendo todo lo que he escrito hasta este punto, cualquiera podría pensar que lo único que hago en mi puñetera vida es trabajar… Y no. Ni mucho menos. Uno de mis grandes placeres es cocinar. Siempre había pensado, sin embargo, que no existe nada en este mundo como la maravillosa sensación de trastear un libro en la cocina, pasando páginas, tomando anotaciones a lápiz, manchándolo de salsas exóticas y todas esas cosas románticas que la era digital se está llevando por delante. Pero, mirad, ¡es que no hay color!
Entre los trillones de apps que me descargué justo después de abrir el nuevo iPad se encontraban muchas de cocina. Y hay que reconocer que algunas de ellas convierten la experiencia de la cocina en algo menos engorroso. Entre mis preferidas están utilidades como MultiTimer (para tener diferentes temporizadores corriendo a la vez) o Bring! (la lista de la compra pluscuamperfecta), y apps de cocina tradicional como Epicurious o Kitchen Stories. La palma, sin embargo, se la llevan las Recipes de Jamie Oliver (con una opción pro muy tremenda), en la que cada paso de la receta es una imagen a pantalla completa que puedes ir pasando con un golpe de dedo. Vale, no es tan romántico como un libro manchado de salsa… Pero es mucho más útil.
LEER EN LOS SITIOS MÁS INESPERADOS. De la misma manera que siempre he sido un romántico con los libros en la cocina, siempre he pensado también que donde se ponga un libro de papel, que se quite lo digital. No hay nada como el olor de un libro, su peso en tus manos, la sensación de avanzar físicamente en la lectura… Y todas esas mandangas que ya has escuchado mil veces. Ahora bien, esta creencia que creía tan arraigada en mi interior ha empezado a resquebrajarse. Porque una cosa os voy a decir: adoro los libros, pero es una verdadera mierda eso de estar en la bici estática del gimnasio sudando a mares, intentando pasar las páginas de una novela cogida de forma que roza el contorsionismo, viendo cómo el sudor va cayendo sobre el libro quieras o no. ¿Solución? Abrirte la app iBooks, bajarte lo que te dé la gana, poner el iPad en el panel de la bici estática y olvidarte de sudores y contorsionismos. A mi me ha cambiado la vida.
VICIARTE A DETERMINADOS JUEGOS (QUE NO ES LO MISMO QUE JUGAR A DETERMINADOS JUEGOS). Aquí va otra revelación personal (y prometo que es la última): me encanta jugar con mis videoconsolas, pero nunca le he acabado por pillar el punto a jugar con el móvil. Bueno, sí, hay ciertos juegos casuales que podría jugarlos perfectamente en la pantalla de un microondas. Pero últimamente hay juegos tan buenos y complejos para iOS que el iPhone se me ha quedado pequeño… Me estoy refiriendo a juegazos como «Reins«, el incombustible «Monument Valley«, el locurón nipón de «Final Fantasy Brave Exvius» o el reciente «Old Man’s Journey«. Estos juegos no entienden de partidas casuales, sino de vicio puro y duro. Y, mirad, desde que tengo el iPad, he de reconocer que juego menos a la PS4. #sorrynotsorry [Más información en la web del nuevo iPad]