¿Se puede tener todo a la hora de elegir un lugar en el que comer en el centro de Barcelona? Si es en Kokka y Palosanto, ¡claro que se puede!
Una de las cosas que aprendes a medida que te vas haciendo más y más adulto es que, básicamente, en esta vida no se puede tener todo… ¿O sí que se puede? Porque, a ver, pongamos por ejemplo ese maravilloso oximoron que resulta ser algo tan sencillo como comer en el centro de Barcelona. ¿Qué es lo que queremos (y, de hecho, también lo que no queremos) en este caso? Enumeremos: 1. Queremos comer bien, 2. No queremos sentirnos unos turistas del montón, 3. Queremos que la comida no sea «lo de siempre», sino que nos sorprenda un mínimo y, por último, 4. No queremos que nos pidan un ojo de la cara por la comida.
Y, mirad, si esta pregunta me la hubierais hecho hace dos meses, hubiera tenido que responder que sois unos flipados. Pero, oye, si ahora alguien me pregunta «¿se puede tener todo a la hora de elegir un lugar en el que comer en el centro de Barcelona?» tendré que responder: ¡claro que sí! ¡El Kokka! ¡Y el Palosanto! Porque, ojo, no me estoy refiriendo a dos lugares diferentes… Sino a un mismo local que alberga dos propuestas diferenciadas pero paralelas. Y este, por cierto, es uno de los motivos por los que puedes tenerlo todo si vas a comer a este seductor espacio en el número 30 del Carrer Avinyò, en pleno centro del Barrio Gótico (a mitad de camino entre Las Ramblas y Plaça Sant Jaume).
Al fin y al cabo, ¿en qué otro lugar vas a poder elegir entre dos propuestas tan sugerentes una (Palosanto) en la planta principal, con un ambiente distendido y divertido; y la otra (Kokka) en una plana inferior íntima, acogedora y elegante? A la hora de escoger, puedes guiarte por el ambiente que prefieras: ¿comida con colegas? Opta por Palosanto. ¿Cenita recogidita? Nada mejor que el Kokka. Pero, claro, también puedes guiarte por el estómago… Y aquí es cuando empieza lo bueno en este lugar realmente mágico.
Vayamos por partes. Y empecemos por Palosanto… ¿Qué puedes esperar si decides hacer parada en esta taberna de tapas (o en su maravillosa terraza que da a la Plaza George Orwell)? Pues eso mismo: tapas. Ahora bien, lo que en otros lugares del centro de la Ciudad Condal se solventa a base de freidora rancia y salsa brava de baratillo, aquí se lleva a un nivel de alta cocina con creativos toques mediterraneos y peruanos. No te puedes ir de Palosanto sin gozar básicos enloquecedores como su versión de la bravas, las Ostras Gouthier nº3, la tortilla de patatas trufada a la minute con cebolla confitada, el ceviche de corvina, los guisantes con sepionetas, coco y un toque de anís… Y dos locurones muy bestias que hay que mencionar por separado, tal y como merecen. Por un lado, la gran especialidad de Palosanto: la carrillera de cerdo cocinada 36 horas con puré trufado, que es una preparación que se quedará en la memoria de tu paladar para siempre. Y un nuevo must: el carpaccio de ternera con salsa anticuchera Kokka.
Y con esto pasamos, evidentemente, al Kokka. Y es que los nuevos toques peruanos que desde hace poquito tiempo están introduciéndose en la carta del Palosanto provienen precisamente de esta barra que viene a explorar algo realmente novedoso en Barcelona: el nikkei. Ya sabes: la mezcla de la gastronomía japonesa y la peruana. Esto significa que en la carta del Kokka vas a encontrar motivos para la sorpresa tan elocuentes como los ceviches (ya sea el clásico de corvina al aji amarillo con perlas de aji o el nikkei de corvina al rocoto y dashi), los tiraditos, los makis de pollo con mayonesa anticuchera, los nigiris de anguila con sansho o el temaki de spicy tuna con cebollino, pepino y germinado de sakura.
Así que repasemos de nuevo la pregunta y las respuestas al principio de este artículo… ¿Qué es lo que queremos (y, de hecho, también lo que no queremos) en este caso? 1. Queremos comer bien, y espero que la boca se os haya hecho agua solo con leer los platos que podéis comer en estos dos restaurantes. 2. No queremos sentirnos unos turistas del montón, algo que os aseguro que no os pasará en estos dos espacios en los que siempre encontraréis clientela más bien selecta. 3. Queremos que la comida no sea «lo de siempre», sino que nos sorprenda un mínimo… ¿Qué mínimo que los toques nikkei y la creatividad de los propios platos? Y, por último, 4. No queremos que nos pidan un ojo de la cara por la comida. Y esto, señoras y señores, lo he dejado para el final porque, en serio, cuando veáis los precios de Kokka y Palosanto, también de sus menús de mediodía, os vais a quedar de piedra. ¿En serio se puede conseguir una cocina de este nivel con esos precios tan competentes? No me preguntéis como lo hacen, pero lo hacen.
Así que, oye, ¿se puede o no se puede tener todo en esta vida? Yo creo que en estos dos restaurante la respuesta es sencilla: Yes we can! [Más información en la web de Palosanto y en la de Kokka]