Los «Ensayos Íntimos» de Melissa Broder presentan una tristeza diferente a la de su cuenta de Twitter, So Sad Today… Pero son imprescindibles.
A nadie le gusta la tristeza. Si la vida fuera una fiesta de gente guapa y enrollada, la tristeza sería aquella persona inmóvil en un rincón con la que nadie quiere hablar y que nadie sabe quién ha invitado. Es más, si la vida fuera el capítulo de la boda de Andy y April en «Parks & Recreation» (3×09), la tristeza sería el siniestro Orin: allí estás tú pasándotelo en grande y, súbitamente, sientes una extraña y ominosa presencia a tus espaldas. Es Orin, quien, con la piel pálida y los ojos fijos en los tuyos, te pregunta si sabes cómo vas a morir. Da igual que te vuelvas a bailar a la pista, la tristeza ya ha prendido en tu cabeza la idea de que toda diversión es banal frente a la toma de consciencia de que todos y cada uno de los allí presentes vais a morir algún día (probablemente solos y sin duda sufriendo mucho, además, porque morir durante el sueño es poco más que un recurso narrativo en la ficción para suavizar una horrible realidad). Entonces puedes dar la noche por perdida.
A nadie le gusta la tristeza por la sencilla razón de que no es divertida. Podemos disfrutar de canciones tristes, de películas tristes, de poemas tristes -e incluso regodearnos en ello, leyendo, viendo o escuchando en bucle esas tristezas- porque no es nuestra tristeza. Y porque ni siquiera es exactamente la tristeza del autor de dicha pieza: no son más que tristes ficciones de otros que hacemos nuestras mediante la imaginación y el placer estético. Pero nadie escogería por iniciativa propia escuchar a otra persona hablar incesantemente de lo triste que se siente a menos que le paguen por ello.
Me atrevería a decir que hay más tabú hacia el hablar en público de la tristeza que del cagar, y es que la tristeza es un tema de conversación infinitamente más desagradable. Cierto es que no huele mal, pero te recuerda que, además de inevitablemente mortal, eres vulnerable: bajo el “qué coñazo, sólo habla de lo mal que se siente” no hay más que un “por favor, yo también sufro a veces, pero necesito olvidarme de ello de vez en cuando para sobrevivir y te odio por recordármelo”. Si tengo que ser sincera, ahora mismo me da menos vergüenza admitir que ayer, esperando al autobús, tuve que coger un taxi a casa debido a los retortijones urgentes que tenía en la tripa que admitir que por la noche estuve un buen rato llorando por —— (no sé muy bien por qué estuve llorando y he pensado ya en al menos cinco razones diferentes; supongo que no quiero ni admitírmelo a mí misma, imagina admitirlo en público. Si no me gusta que me recuerden que soy vulnerable, mucho menos me gusta confesar a los demás que lo soy. Me da mucha vergüenza).
A nadie le gusta la tristeza, pero la cuenta @sosadtoday tiene 460.000 seguidores en Twitter. Y “So Sad Today: Personal Essays”, la versión sin límite de caracteres firmada por Melissa Broder -la persona tras la pantalla de tuiter-, ya ha pasado por las manos de otras tres editoriales de nacionalidades diferentes desde que Grand Central Publishing la publicara por primera vez hace poco más de un año. En España, los ensayos han visto recientemente la luz gracias a la editorial Alba y a la traducción a cargo de Manu Berástegui, papel importante a recalcar pues no hay que olvidar que no es en absoluto tarea fácil traducir a otra lengua un lenguaje tan influido por la semántica coloquial de Internet como el de Broder.
Sin embargo, cabe apuntar que, en su riguroso y preciso intento de trasladar el uso de la lengua del original al castellano sin que se pierda su significado, la traducción se recarga a veces demasiado: leemos en repetidas ocasiones “mensaje de texto”, cuando probablemente “mensaje” hubiera sido suficiente; se escoge traducir “omg” por “odm”, “fiy” por el inexistente “pqls”, “IRL” por “LVR” y así sucesivamente, en vez de explicar el significado de la primera y más difundida acepción en una nota, etc… Aun así no deja de ser un curioso detalle que otros acrónimos del inglés, como “lol”, no se traduzcan y pensar de qué manera se instauran los coloquialismos de internet en diferentes lenguas. Pero esto es otra historia.
El éxito de SoSadToday formato tuiter no me parece ningún secreto: todos amamos una pizca de ironía inteligente, amarga, breve y anónima sobre lo jodido que resulta a veces existir. Es entretenido y a todos nos gusta reírnos. Pero creo que «So Sad Today: Ensayos íntimos» pone en marcha unos mecanismos muchísimo más trabajosos y trabajados tanto para el lector como para su autora, empezando por el hecho de que llevan nombre propio. «Mi temor con respecto a la gente es que me vayan a juzgar por revelar lo que pasa en mi interior«, escribe Melissa Broder en el ensayo en el que cuenta cómo nació su cuenta de tuiter, que se mantuvo anónima durante tres años antes de revelar su identidad en esta entrevista para Rolling Stone. «Me da miedo que los demás descubran no solo que soy imperfecta, sino que ni siquiera soy normal. Me da miedo que sea verdad que no soy normal.»
Así que, ¿por qué firmar ahora con nombre proprio unos ensayos en los que se confiesan décadas de adicciones a drogas, una infinitud de relaciones personales tóxicas, la cara más dura de trastornos como depresión, ansiedad generalizada o dimorfismo y hasta un estelar fetiche sexual con el vómito? Mi cinismo me lleva a contestar que el morbo vende y que, a partir de ahora, cualquier otra obra que publique Melissa Broder -que ya había editado, aunque sin tanta repercusión, varios libros de poemas- podrá utilizar como reclamo el éxito de «So Sad Today«, pero la satisfactoria experiencia lectora que he sacado del libro me incita a pensar que no es tan sencillo.
Como decía antes, a nadie le gusta encontrarse cara a cara con un océano de tristeza, como define Broder su estado de ánimo en uno de los ensayos más conseguidos del libro: «Debajo de la ansiedad hay tristeza, pero quién querría bajar tanto«. Podemos hablar en términos de atracción por lo morboso cuando nos movemos en el campo de la ficción, pero dudo que nadie en su pleno y sano juicio disfrute leyendo el sufrimiento de otra persona. Es cierto que toda escritura supone por su misma esencia un grado de ficcionalización (una vez, un profesor dijo que «no es lo mismo llorar que llorar en endecasílabos«, y me parece una sentencia muy acertada sobre la dualidad experiencia / creación) y también es cierto que Broder recurre a ella en numerosas ocasiones -pero igualmente cierto es que es justo cuando enuncia sus reflexiones y sentimientos con mayor carga retórica cuando cae en clichés y el libro pierde gran parte de su interés («Ayúdame a no ser un humano«, «Hangout en Google con mi yo superior«, «Lo de no superar mi fantasía contigo está yendo bien» o el cliché de primero de nihilismo de yo-no-pedí-nacer-mimimi en «Cómo no estar nunca satisfecha«).
Aun así, la recurrencia de ciertos temas en diferentes formas y motivos a lo largo de todos los ensayos -que, recordemos, están escritos durante varios años (algunos ya habían aparecido en Vice) y por lo tanto no siguen una estructura uniforme planeada previamente a su escritura- creo que denota que hay un elevado grado de honestidad en la escritura de «So Sad Today«. Se ha remarcado que uno de los puntos fuertes del estilo de Broder es su afilado humor negro -que, sin duda, tiene-, pero creo que donde más brilla como escritora es cuando se quita la máscara de cínica (escribe en «A los amigos hay que tenerlos cerca, pero a la ansiedad aún más«, otro de los ensayos más conseguidos del libro: «La sensación de vergüenza que siento por mi condición crea en mí el impulso de compensar y hacer más que los demás para no parecer nunca vulnerable […] Por eso desvío mi vulnerabilidad hacia el humor o las banalidades ingeniosas«.) @Sosadtoday es el ingenio, el humor, es alguien que está jodido pero que aún tiene bastante el control como para reírse de ello; pero «So Sad Today: Ensayos íntimos» es la cara más amarga del sufrimiento de una persona: no es fácil admitir (y admitirse, porque no olvidemos que todo ensayo tiene parte de confesión para con uno mismo) que a veces se es débil.
El estilo sencillo y directo pero a la vez ingenioso mediante el que Broder se narra funciona porque va al grano, sin rodeos. El problema es que, cuando hablamos de trastornos, el grano es un lugar bastante incómodo y desagradable. Y durante la lectura me sentí incómoda en no pocas ocasiones. Me sentí incómoda por reconocerme en bastante de sus reflexiones y experiencias (en plan: joder, esta tía lleva unos 20 años en tratamiento psiquiátrico, ¿terminaremos por compartir destino?). Me sentí incómoda por sentirme aliviada por no reconocerme en otras tantas reflexiones y experiencias, porque creo que tomar el sufrimiento de otra persona como medidor de tu equilibrio mental es asquerosamente ególatra. Me sentí incómoda por llevarme Melissa a reflexionar sobre cosas que preferiría no haber tocado (por ejemplo: bajo todas sus manifestaciones de ansiedad hay pánico por la muerte, y hasta la fecha no me había querido plantear qué hay realmente debajo de las mías, y supongo que prefiero no decidir si es por el miedo a la muerte pero me parece una actitud cobarde y por consecuencia de persona fallida). Creo que nada en el mundo es «necesario» -pese a que funcione mucho como frase hecha («una película necesaria», «un libro necesario», «un artículo necesario»…)-, pero algo que te ponga cara a cara con tus miedos y mierdas se le acerca mucho. Porque valoro mucho la honestidad, y creo que uno no puede ser honesto con los demás hasta que no es honesto consigo mismo.
Hay un párrafo del libro que creo que ilustra bastante bien esta necesidad de honestidad que busca «So Sad Today» que me gustaría citar, de «Quiero ser una persona completa, pero muy delgada«. En referencia al ver incompatible la imposibilidad de amar su cuerpo y el de otras mujeres con ser una buena feminista, escribe Broder: «Pero soy una comedora que tal vez sea buena feminista, porque ahora estoy siendo sincera con vosotros. Os estoy contando la verdad: que todavía no he desmontado los múltiples patrones retorcidos que definen mi forma de ver mi cuerpo y el de otras mujeres. Os estoy dando permiso para que digáis la verdad sobre el punto en que os encontráis en el proceso de desmontaje de vuestros modelos retorcidos. No os estoy atosigando para que desmontéis nada. Lo que estoy diciendo es que hagamos esto juntas, desmontando y aceptando sencillamente que aquí es donde estamos. Vamos a querernos en este mismo punto en que nos encontramos, aunque mientras nos comparemos las unas con las otras. Lo que estoy diciendo es: sí, cariño, sé que es difícil.»
Finalmente, me gustaría terminar citando la respuesta de Melissa a un mail en el que le plantean si, al fin y al cabo, lo único que está haciendo no es infundirle glamour a la depresión y a la ansiedad (aquí el artículo entero) a través de su cuenta de tuiter: «I’m not glamorizing depression and anxiety, I’m staying alive. Here’s how I see it: They’re my depression and anxiety. So I get to do what I want with them. Also, can you imagine if I did manage to glamorize depression and anxiety? That would be amazing. I would love for people with mental illnesses to feel like they have something that everyone wants, rather than feeling ashamed. I would love for us to be the cool kids. If glamorizing depression and anxiety means a few normcore sheep pretend they have it too; or, like, Abercrombie makes a perfume called Neurotransmitter, I think it’s worth it. Anxiety for president«.
Estoy de acuerdo con ella. Hacer público el propio sufrimiento, o hacer humor del propio dolor, no es una banalización, una llamada de atención o la búsqueda de compasión: es una manera de sentir que aún tienes un poco de control. Creo que lo que Melissa quiere decir es que no hay nada de bueno en tener ansiedad o depresión o cualquier trastorno. Es una puta mierda y ya. Pero, si aún entre tanto sufrimiento consigues reírte de ello, o controlarlo al sacarlo de tu cabeza aún sin el mecanismo defensivo del humor encima, estás ganando un poco. Y ese poco puede que sea lo único que aún te mantenga vivo, así que bienvenido sea. [Más información en el Twitter de SoSadToday y en la web de Alba]