«D4VE» no es uno de esos cómics que quieren seducirte a base de referencias a los 80… Es un cómic construido tal y como se hacía en aquella década.
Qué curiosa es la reflexión a la que obliga un cómic como este «D4VE» de Ryan Ferrier y Valentin Ramon (editado en nuestro país recientemente de la mano de Sapristi). Y digo que es una reflexión curiosa porque, al fin y al cabo, en los últimos tiempos no dejamos de hablar de productos culturales que se están dedicando a seducir al público estrechando con él poderosos lazos de melancolía (o retromanía, si queremos hablar con propiedad, ya que la retromanía es esa la melancolía que añora un pasado que no es lo suficientemente lejano en el tiempo como para ser añorado).
La treta es fácilmente reconocible: disemina en tu cómic, película, libro o lo-que-te-dé-la-real-gana todo un conjunto de referencias hacia cómics, películas, libros o lo-que-te-dé-la-real-gana de los 80… y ya te puedes sentar y esperar a que el público venga corra ti como los osos hacia la miel. Así de sencillo. El problema, como siempre ocurre con todo lo que es excesivamente sencillo, estriba en que la repetición de la fórmula la ha acabado por desgastar a marchas forzadas y, de repente, lo que antes seducía irremisiblemente está empezando a provocar una reacción adversa.
Primero, la sospecha. Luego, la desconfianza. Al final, el desapego.
Este no es el caso de «D4VE«… Por mucho que su lectura apele directamente a la década de oro de los 80. ¿Cómo puede ocurrir tal cosa? Porque, al fin y al cabo, Ferrier y Ramon construyen su cómic no a la manera de un edificio cuyos cimientos son unas poderosas referencias ochenteras que sustentan una construcción del siglo 21, sino que, directamente, los autores construyen un edificio al modo de los 80, como se hacía entonces, usando los materiales de construcción y las tendencias arquitectónicas de aquel momento concreto.
Para que nos entendamos: «D4VE» no es uno de esos ejercicios de sci-fi post-moderna enmascarado en una forma que recuerda a los 80, sino que es un cómic que directamente apela al chaval que éramos en aquella década y que, de hecho, nos pide que lo leamos (y lo adoremos) con la mirada limpia que perdimos en algún punto oscuro de los 90. Algo que no es demasiado difícil cuando te topas con un estilo gráfico que directamente está al nivel del panteón más glorioso de los 80, cuando el cómic bebía de aquel estilo de ilustración en el que podían verse las pinturas fluir de forma orgánica sobre la hoja (un estilo que la frialdad del entintado por ordenador se acabaría llevando por delante).
La apariencia de «D4VE» es realmente sublime y, desde un primer vistazo, te atrae de forma hipnótica hacia este Planeta Tierra en el que los robots acabaron no solo por aniquilar a la humanidad, sino a la mayoría de las especies del cosmos para así poder vivir en paz y tranquilidad… De hecho, demasiada paz y tranquilidad, lo que solo podía derivar en un mundo en el que los ciborgs han perdido la capacidad de supervivencia ante agentes invasores y situaciones de guerra. Y esto está bien hasta que aparece un predador más fuerte, evidentemente. ¿Te suena la mandanga?
Claro que, por otra parte, el cómic de Ferrier y Ramon no solo funciona a este nivel argumental del tipo «crisis de la humanidad» (o de la nación robótica), sino que también apela a otra crisis más íntima y personal: la de la mediana edad. El D4VE del título es un antiguo soldado de élite que vive sumido en la miseria del recuerdo de sus tiempos de gloria. La nueva invasión, evidentemente, hará que su antiguo yo se abra paso hacia la superficie y se disponga a repartir cañita brava en compañía de su nuevo hijo adoptado, su mujer y su cuñada… Algo que, al final, acaba quedando en un plano demasiado simple, sin la profundidad de campo que reclamamos en cualquier obra de ficción del siglo 21.
Pero, claro, recordemos: nos encontramos ante un cómic que está realizado a la manera de las obras de los 80. Y eso implica que «D4VE» esté plagado de proclamas heroicas y comentarios malsonantes típicas del «tipo duro» de corte más clásico que no desentonarían para nada en una película de los 80 protagonizada por Silvester Stallone o cualquiera de aquellos «héroes de acción» que luego vinieron a reunirse en «The Expendables«. Por otra parte, los personajes se relacionan entre ellos en la superficie, siempre a remolque de la acción tal y como ocurría con el cine de aventuras más puramente ochentero. Nunca mejor dicho: Deus ex machina.
Esto era lo que nos robaba el corazón cuando éramos unos chavales: esta acción frenética que «D4VE» exuda por cada poro de su piel acompañado de diálogos poco relevantes pero altamente fardones. Y una cosa os digo: si lo abordas con la mirada limpia a la que me refería al principio de este texto, la obra de Ferrier y Ramon no solo es altamente efectiva… sino que es jodidamente divertida y con un potencial icónico que engatusa cosa seria. [Más información en la web de Sapristi]