Lo que viene siendo «perfect timing»: Me and The Bees regresan con un nuevo disco, «Menos Mal», repleto de esas emociones que burbujean en cuanto llega la primavera.
MENOS MAL / Me And The Bees. Existe un tópico que afirma que la primavera es la época ideal para que florezcan discos repletos de canciones soleadas y alegres, como si durante el resto del año (excepto en verano, lógicamente) sus efectos revitalizadores no fuesen los mismos o perdiesen fuerza. Tal circunstancia se cumple año tras año gracias a grupos como Me and The Bees, empeñados en convertir esa suposición en un dogma que marca no sólo la manera de encarar la creación musical, sino también el modo en que se observa la existencia. Los barceloneses ya lo sugirieron con brillantez en su segundo álbum, “Mundo Fatal” (La Castanya, 2014), un festín de resplandeciente indie-pop. Y lo vuelven a demostrar en su continuación, “Menos Mal” (La Castanya, 2017).
Aquí no hay trampa ni cartón. Esther Margarit, Carlos Leoz, Verónica Alonso y Guille Caballero como colaborador regular ponen sus cartas estilísticas (pop guitarrero centelleante de melodías adhesivas y estribillos perfectos) boca arriba sobre la mesa para dejar clara una vez más su capacidad de hacer fácil lo difícil: componer canciones redondas y 100% disfrutables. Condición que se asocia irremediablemente al pop (en su concepción clásica) pero que no siempre se materializa con el acierto que exhiben Me and The Bees en “Menos Mal” (producido por Joan Colomo y Dalmau Boada), un álbum que funciona como un burbujeante estallido de optimismo activado por la inicial “Feel Good”, de intenciones diáfanas como expresa su título y con un desarrollo que combina teclados vintage, armonías vocales, coros, ritmo efusivo, luz y color, ingredientes fundamentales del álbum.
Al mismo tiempo, la electricidad cálida y vibrante que atraviesa de cabo a rabo “Menos Mal” se mueve a la velocidad que dictan los pildorazos que forman su repertorio, breves y urgentes pero que dejan tras de sí positivas secuelas de larga duración (sirvan como magníficos ejemplos las contagiosas “21, 32, 45, 69” y “Spinnin’”). Da igual que Me and The Bees viajen imaginariamente a California y se encuentren con los primeros Weezer en “True Bypass”, “On Fire” e “If You” (uno de los cortes más exultantes del lote), añadan a su plantilla power-pop trazas twee en “The Only One”, den lustre con encanto a sus influencias sesenteras en “Pink” y “Stop” o parezcan The Primitives (cambiando la pizpireta voz de Tracy Tracy por la más recia de Esther) en “I Do What I Wanna Do”: consiguen que cada tema entre en el cuerpo y recorra las venas como un chute de endorfinas.
Menos mal que Me and The Bees han vuelto para exprimir todas las felices sensaciones que trae la primavera y, de paso, iluminar nuestras (a veces) grises vidas.
Más información en el Facebook de Me and The Bees. Escucha «Menos Mal» en Apple Music y en Spotify.
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Habrá quien piense que «Els Afores» de Renaldo & Clara habla de la periferia de la gran ciudad… Pero, la verdad, parece más sensato pensar en otro tipo de periferias.
ELS AFORES / Renaldo & Clara. El primer disco de Renaldo & Clara se titulaba «Els Fruits del teu Bosc» (Bankrobber, 2014), y resultaba francamente imposible no entenderlo a partir de ese mismo título que ofrecía las dos claves básicas para aprehender la música de los inicios de Clara Viñals: «fruta» y «bosque» apuntaban hacia una visión de la música imbricada en el sosiego de la naturaleza, mientras que al puntualizar «tu» delante de «bosque» se seguía matizando el ejercicio de intimidad, recogimiento e introspección. Además, con aquellas canciones que parecían susurradas en tu oído solo para ti, ¿cómo no querer perderse para siempre en el bosque de Renaldo & Clara?
De la misma forma, resulta totalmente elocuente entender el segundo disco de la banda de Clara Viñals a partir de su propio título: «Els Afores» (Bankrobber, 2017) se traduce como «las afueras»… Pero, ojo, quieto, no te embales, porque lo primero que habrás hecho es pensar en las afueras de una gran ciudad, en la periferia, en los márgenes de lo urbano. Y no. Francamente, no. Si alguien me pregunta a mi, diré que Renaldo & Clara están explorando «Els Afores» no de una ciudad, sino de aquel bosque tuyo en el que crecía la fruta a la que le cantaron en su primer disco.
Y es que habrá que agradecer que, a la hora de crecer y evolucionar, Renaldo & Clara no hayan optado por llevar su música hacia lo urbanita, que es precisamente lo que hubiera sido más fácil, sino que simple y llanamente han salido de paseo por la periferia del bosque, allá donde la naturaleza apacible empieza a perderse y mezclarse con… otras cosas. Cosas diversas. Lo más sencillo sería decir que «Els Afores» juega a subir el ritmo y la velocidad de las canciones de Renaldo & Clara, pero esto sería quedarse en un reduccionismo totalmente absurdo: aquí hay una amplitud de miras que va más allá, que a veces es más pop y otras más folk desnudo, pero que siempre se distingue por su mirada decidida hacia el horizonte. Hacia diferentes horizontes.
Donde «Els Fruits del teu Bosc» era un disco introspectivo, «Els Afores» resulta ser un disco extrovertido, deseoso de salir y correr y jugar y bailar y vivir. Allá, Renaldo & Clara miraban hacia dentro; pero aquí miran hacia fuera… Es de suponer que este ejercicio puede y debe justificarse en el hecho de que, desde el primer álbum, Renaldo & Clara han ido aumentando su formación y recibiendo nuevos miembros. Pero, de nuevo, no seamos reduccionistas, porque lo que ocurre aquí es mucho más sencillo: Clara Viñals está creciendo y evolucionando como artista. Y la cosa se ha puesto muy pero que muy seria.
Más información en el Facebook de Renaldo & Clara. Escucha «Els Afores» en Apple Music y en Spotify.
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La potencia sin control no sirve de absolutamente nada… Esta es una lección que Fighter Pillow tienen más que aprendidísima en «Seized Up», su segundo disco.
SEIZED UP / Fighter Pillow. Fighter Pillow irrumpieron en escena en 2014 armados con un indie-rock de raíz anglosajona, vigoroso y pétreo que volcaron sin compasión en su LP de estreno, “Fighter Pillow” (Hang The Dj! Records, 2014). Tan ardiente fue aquella descarga -de poderoso influjo noventero que recordaba a nombres emblemáticos como The Breeders, L7, Belly o Veruca Salt, aunque igualmente se enriquecía con una pizca de power-pop y otra de pop sesentero- que vimos en sus canciones un buen combustible para creer en aquella época que, más tarde o más temprano, sería posible cambiar el mundo a base de riffs guitarreros y chorreos eléctricos. Por desgracia, aún estamos esperando a que ese viraje se produzca, pero no así a que vea la luz el segundo trabajo de Fighter Pillow, ya que este se hizo realidad bajo el título de “Seized Up” (Nervio Records, 2017).
Sin desviarse de la dirección abierta en su homónimo estreno, Fighter Pillow aumentan con “Seized Up” su apuesta al abrillantar el envoltorio de su sonido hasta situarlo en la categoría de rock de alta fidelidad, tan adrenalínico rítmicamente como elaborado melódicamente. Esta es precisamente una de las principales bazas del álbum: la habilidad de Eli Molina, Armando Laplana, Rubén Martínez y Alfonso Méndez (con acompañamiento a los coros de Esther Margarit y Verónica Alonso -de Me and The Bees-, Javi Adrover y Eric Fuentes) para conjugar contundencia y melodía, ya sea fortaleciendo el primer factor (“Green Light”, la veloz “B-Zone”, “Fuzz U”) o acentuando el segundo de ellos (la resplandeciente “Food For A Dragon”, la pegadiza “GTA”, “Head In A Bottle”).
Ese dominio de la electricidad permite también que Fighter Pillow salten al punk-pop derivado de tótems de la talla de Buzzcocks o The Undertones y entreguen un par de gemas tan enérgicas como cegadoras: “After Your Call” y “Rat Summer”, cortes que impulsan en su segunda parte un disco dinámico y ágil que abre en todo momento rendijas para que el sol se cuele en su interior y alumbre cada canción.
A pesar de su impetuoso cierre, “Trick Of Bubbles”, “Seized Up” es una nueva prueba de que la potencia, sin control, no sirve de nada. Una actitud que Fighter Pillow practican desde sus inicios y que aquí han concretado confirmando todas las virtudes esbozadas en su ópera prima.
Más información en el Facebook de Fighter Pillow. Escucha «Seized Up» en Bandcamp.
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Puede que la mayor parte de gente escuche música para no pensar y para escapar… Ante «’89» de Orange Broek, sin embargo, lo sentimos: no te va a quedar otra que reflexionar.
’89 / Orange Broek. En el reparto de tareas de las diferentes artes, parece que a algunas les tocó la posibilidad y necesidad de apelar a la actualidad, de mirarla de frente y de incluso lanzar miradas desafiantes a la sociedad y a la política del momento… Mientras que a la música le tocó la china de servir de escapismo puro y duro. Lo que significa que, si eres artista musical, oye, casi que mejor que te callas la boca sobre tus opiniones políticas, porque a nadie le interesan. De hecho, es más que probable que, además de no interesarle a nadie, acaben rechazándote por intentar forzar la reflexión sobre un conjunto social que, básicamente, no quiere reflexionar. No quiere pensar. Quiere bailar y olvidar.
Es por eso mismo que, en los tiempos que corren, resulta más necesaria que nunca la existencia de un disco como «’89» (Orange Broek, 2017) de Orange Broek: un disco que, ya desde su primer tema, opta por llevar la contraria y decir las cosas bien claritas. «Millor ser obedient i fer cas del que et digui la televisió» («mejor ser obediente y hacer caso de lo que te diga la televisión«), canta el estribillo de «Obedient«. Y este es solo uno de los múltiples pildorazos que pueblan este disco que hay escuchar en dos tiempos: un tiempo para las letras, que necesitan ser reflexionadas e interiorizadas; y otro tiempo para la música, que también presenta pliegues suficientes como para invitar a perderse placenteramente dentro de ellos.
Y es que el dúo formado por Pere Jurado y Arnau Freixas puede que despuntara en sus inicios por su visión del synth más retro, pero hay que reconocer que en «’89» se han esforzado por ampliar sus miras hacia nuevos horizontes que, al final, ofrecen un panorama de su imaginario mucho más que coherente. Aquí hay synth, evidentemente, y cuanto más oscurillo sea, mejor; pero también hay pop ochentero con gloriosas líneas melódicas a lo The Cure, toques de electrónica e incluso canciones que se atreven con un formato de canción cercano al pop rock más formal. Todo ello cantado en catalán, castellano e inglés, y con aportaciones más que sugerentes por partes de voces como las de Rory Foy o Santi Capote (responsable de la producción del disco junto a Jurado y Freixas).
Hay que rendirse a la evidencia: Orange Broek no están haciendo la música que les aportará más fama, que les conducirá hacia el absurdamente rutilante estrellato reservado para los concursantes de «La Voz«… Pero, ¿quién quiere fama de dos días cuando sabes que tu mensaje es mucho más que necesario?
Más información en el Facebook de Orange Broek. Escucha «’89» en Apple Music y en Spotify.
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Es oficial: «Voyeur Amateur» significa el regreso de Nudozurdo hacia sus orígenes… Pero cuidado, porque esta afirmación tiene muchos pero que muchos matices.
VOYEUR AMATEUR / Nudozurdo. “Rojo es Peligro” (Everlasting, 2015) abrió un paréntesis en el habitual estilo de Nudozurdo: el rock multiforme (con trazas post-rock y post-punk) e intenso, que había alcanzado su cumbre en el anterior LP “Tara Motor Hembra” (Everlasting, 2011). De ahí que “Rojo es Peligro” se observara como un experimento que ofrecía muy buenos momentos (como el single “El Grito”) pero cuya esencia, basada en el synthpop de diversas texturas, probablemente resultaba difícil de encajar en el catálogo de la banda madrileña. De hecho, parecía pertenecer con mayor naturalidad al proyecto paralelo en solitario de Leo Mateos, Acuario, alias bajo el que había publicado previamente el disco “Cassette Para los Niños” (Marxophone, 2014).
Sin embargo, gracias precisamente a las peculiaridades formales (no tanto a las líneas argumentales, que mantenían su acostumbrado tono entre críptico y oscurantista) de su penúltimo álbum, Nudozurdo demostraban su capacidad para ejecutar con sentido cualquier mutación sonora. Así que la gran duda se centraba en qué camino seguirían los siguientes movimientos del grupo, asentado con Meta (bajo) y Ricky Lavado (batería) junto a Mateos. ¿Prolongarían sus exploraciones sintéticas y dejarían otra vez en segundo plano las guitarras? Que quede clara la respuesta por adelantado: no. Porque “Voyeur Amateur” (Mushroom Pillow, 2017) se califica como un retorno a sus raíces eléctricas. Aunque no se debe simplificar ese hecho: su nuevo trabajo funciona como una especie de compendio del sonido que ha definido la trayectoria de Nudozurdo, quienes vuelcan en él su amplia y particular visión del rock, tan directa e implacable como elegante y depurada.
Con esta premisa como base, “Voyeur Amateur” presenta dos mitades perfectamente diferenciadas pero complementarias. “Bondage Belcanto” introduce el primer segmento con la voz sinuosa de Mateos penetrando su sólido a la par que límpido armazón en una muestra de indie-rock magmático relleno de una lírica enigmática y polisémica, que en la titular “Voyeur Amateur” se torna ácida y crítica como reflejo de la decadente realidad apoyado en guitarras pesadas y cortantes. Aunque la gran explosión llega con “Jaula de Oro”, atravesada por una melodía marcadamente pop que la convierte en uno de los golpes más directos del disco.
A partir de aquí, la atmósfera de “Voyeur Amateur” multiplica sus claroscuros, su poso sensible y emocional e incluso su carácter asfixiante mediante el refinamiento de las estructuras, que tanto se enfocan hacia el shoegaze (“Bronca Zafiro”) como al slow-rock embellecido por arreglos de cuerda que adornan punteos de guitarra crepusculares y evocadores (la dolorosa “Úrsula Hay Nieve en Casa”).
En cierta manera, Nudozurdo recuperan la profundidad de “Tara Motor Hembra”, que se replica en “Genocida Bilingüe” y “La Ruta de los Balcanes” -dos arrebatos de extenso desarrollo y efectos hipnóticos- y en la sugestiva “Adaptación Coral”, que pone el broche a un álbum que consagra a Nudozurdo como grandes canalizadores de la angustia vital plenamente conscientes de que el lamento, expresado con la misma proporción de vehemencia que de delicadeza, sólo puede conducir a la redención.
Más información en el Facebook de Nudozurdo. Escucha «Voyeur Amateur» en Apple Music y en Spotify.
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