Motorama tenían que ofrecer una esperadísima actuación en Vigo… Y llegaron desde Rusia con amor (pero también con mucha emoción y melancolía).
Antes de acudir a un concierto de Motorama, se recomienda prepararse emocionalmente para no sucumbir ante el efecto de una música y unas palabras que pueden despertar numerosos recuerdos y pensamientos que hacen que la mente se estremezca. Si en disco las canciones del grupo ruso componen la banda sonora ideal para oscuras noches vividas en soledad e interminables días de infinitas tribulaciones románticas, en directo el torrente de sensaciones que transmiten se condensa en un repertorio selecto que, en cuanto adquiere tono, rompe la coraza del ser menos sensible. Este hecho y el consejo ofrecido unas líneas más arriba lo conocen de sobra todos aquellos que han situado a Motorama en su pedestal particular para rendirles culto desde la aparición de su ópera prima, “Alps” (2010), por su especial concepción del post-punk primigenio, al que insuflan emotividad sin rebajar su veloz pulso.
Por todo lo expuesto, no debería extrañar a estas alturas (y con tres álbumes más en su discografía) que Motorama se hayan erigido en todo un fenómeno que germinó en la lejana y fría ciudad de Rostov del Don y traspasó las fronteras rusas para expandirse hacia diversos rincones del mundo (sobre todo Europa occidental y Latinoamérica). De ahí que el miércoles 22 de marzo en La Fábrica de Chocolate se creara cierta expectación (pese a la inclemente lluvia) ante su llegada a Vigo, bajo un ambiente en el que se mezclaban curiosidad y gran interés por ver sus prestaciones en vivo.
Con nuevo LP publicado no demasiados meses atrás, “Dialogues” (Talitres, 2016), el actual trío se basó en su contenido para desplegar su surtido de melodías afligidas y ritmos milimétricos, una combinación que exhibe una de las extrañas pero irresistibles virtudes de Motorama: pese a su aparente frialdad y parquedad, representada por la figura de su cantante y multi-instrumentista, Vladislav Parshin, son capaces de trasladar el sentimiento de sus composiciones con absoluta naturalidad, sin filtros ni aditivos.
En ese sentido, “Dialogues” -como el resto de discos del grupo- va sobrado de canciones con las que dejarse abrazar y sentir su calidez una vez que esta atraviesa su calculada estructura perfectamente ejecutada. Por ejemplo, las que Motorama interpretaron en Vigo, desde la suave “Hard Times” y la penetrante “I See You” hasta las aceleradas (con golpes motorik) “Sign” y «Someone Is Missed”, pasando por sus dos singles más reconocibles, “Tell Me” y “Above The Clouds”, que ya forman parte del imaginario del grupo.
Guiados por los ágiles rasgueos guitarreros y la voz cavernosa (en permanente deuda con Ian Curtis) de Parshin, y reforzados por el omnipresente (mini)sintetizador y un bajo gomoso, Motorama fueron creando una atmósfera hipnótica en la que no faltó el movimiento corporal; pero en los momentos que mejor cuajó fue cuando el trío soltó todas las amarras sensitivas y desempolvó algunos de sus clásicos imbatibles: imposible no rendirse ante “Wind In Her Hair”, “Alps” y “To The South” (rematada con eléctrica vehemencia) y que no se hiciera un nudo en la garganta.
De hecho, toda la velada se puede resumir como un proceso de exorcismo emocional salpicado de arrebatos melancólicos y alta tensión post-punk. Y eso que Motorama decidieron guardarse para otra ocasión dos de sus temas más emblemáticos, “Warm Eyelids” y “Ghosts”… Menos mal, porque poco faltó para que alma, corazón y alguna que otra lágrima que quedaran allí tirados a sus pies. [Más información en la web de Motorama]