«Tú, Yo y Mi Avatar» es el nuevo programa / locura presentado por Luján Argüelles… Pero, entonces, ¿por qué no ha sido un éxito y lo han acabado por cancelar?
Tengo que reconocer que he visto los dos únicos programas que existen de «Tú, Yo y Mi Avatar» del tirón, seguiditos y con una avidez sedienta. Como en los buenos tiempos de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«, vamos. Y eso que le di al play al primer episodio con bastante reticencia, no porque crea que las últimas temporadas de los programas presentados por Luján Argüelles hayan bajado su nivel (al fin y al cabo, creo precisamente lo contrario y siempre estoy dispuesto a entrar en trifulca para defender las últimas temporadas de «¿QQCCMH?» o «Un Príncipe Para Tres Princesas«), sino porque no entendía demasiado bien de qué iba todo este tinglado.
Y es que voy a decirlo pronto y mal, pero allá vamos: todavía no sé si el concepto de «Tú, Yo y Mi Avatar» es embarullado y complejo o, por el contrario, sofisticado y refinado, pero hay que reconocer que no es algo fácil de explicar a tus colegas. Yo mismo me he visto en esa tesitura y, pese a ello, voy a intentarlo de nuevo. Va por vosotros. La cuestión es que cada protagonista de «Tú, Yo y Mi Avatar» tiene un protagonista principal, chico o chica, y sus respectivos tres pretendientes. Hasta aquí, bien. Pero resulta que el/la protagonista nunca ve directamente a los pretendientes, sino que interactúa con ellos a través de sendos avatares, que son actores y actrices a los que los pretendientes van dando órdenes a través de un pinganillo, como un Cirano postmoderno. Hasta aquí, menos bien pero todavía asimilable, ¿verdad?
Lo complejo viene cuando te dicen que los avatares no son robots y que, por lo tanto, hay veces que directamente sudan de hacer lo que los pretendientes les ordenan y van un poco por libre, lo que añade un buen ratio de confusión a la fórmula. Y si a eso sumamos que en cada programa suele haber por un lado avatares especialitos (ha habido uno presuntamente siberiano que, por lo tanto, cuando le daba la real gana se ponía a hablar en ruso sin que la protagonista entendiera ni jota) y por el otro avatares especiales (es decir, famosos como Patricia Conde y Adrián Rodríguez… o los que estén por llegar), la cosa se pone especialmente chunga. Al fin y al cabo, si ya es suficientemente complejo que los protagonistas tengan que interactuar con avatares pensando que no son la persona con la que interactúan realmente, imagina tener que interactuar con la fóquin Patricia Conde pensando que, haya quien haya detrás, no te va a gustar tanto como ella.
¿Es esto último un nivel más de confusión a añadir a «Tú, Yo y Mi Avatar«? ¿O es más bien una nueva capa de complejidad sutil y jodidamente divertida? Por el tono que estoy empleando se habrá notado que soy más bien de la segunda opinión. Repito: me he chupado los dos capítulos que existen del programa a una velocidad de vértigo, y eso sólo puede ser una buena señal. Más todavía si tenemos en cuenta que el nuevo programa de Luján se ha estrenado un poco de tapadillo y, si alguien me pregunta a mi, incluso un poco maltratado por parte de Cuatro. ¿Todavía no han aprendido en esta cadena que cualquier cosa que haga la Argüelles (y su equipo) debería ser estrenado dando mucho bombo y platillo, con el mayor de los honores?
¿O es que, al contrario de lo que opino yo, en Cuatro piensan que este tinglado es más confuso que complejo? Ni idea. Pero no me entraría en la cabeza tal cosa cuando, ya en estos dos primeros capítulos, se han acumulado muchas de las virtudes que han convertido a «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» en puro icono de nuestra generación: la chispeante presencia y la elocuente -pero afilada- lengua de la presentadora, el montaje de sonido, los efectos visuales tronchantes y, sobre todo y por encima de todas las cosas, el casting pluscuamperfecto. En serio, el equipo de casting que suele trabajar en los programas de la Luján es merecedor de que se les erija un monumento, porque no es para nada normal lo suyo a la hora de dar con personajes memorables de esos que, por mucho que te rías, siguen provocándote más ternurita que otra cosa.
Por «Tú, Yo y Mi Avatar» ya ha pasado un hipster rural obsesionado con su barba (¿se puede ser más cabrón a la hora de hacer leña del árbol caído de la hipsteria colectiva barbuda?) y una china chola que habla como Ylenia y que se va acabando las copas de vino que van dejando los avatares a su paso. Esos han sido los dos protagonistas, pero es que los pretendientes no se quedan atrás, ya sea la típica súper pija que en verdad tiene su gracia, la choni de barrio con buen corazón, el obseso de las sesiones de UVA o el musculitos de gimnasio que no sabe hablar de otra cosa. Y, sorprendentemente, los avatares han acabado acaparando parte de las luces y erigiéndose como verdaderos hallazgos del programa, sobre todo la maravillosa loca del primer programa que no paraba de gritar «¡GOOOOOOOOOL!» por mucho que su pretendiente le dijera continuamente que se callara la boca.
Así que, con semejantes elementos tan bien dispuestos sobre el tablero, ¿cómo es que «Tú, Yo y Mi Avatar» ha sido cancelado después de su segundo programa? ¿No podría ser un grower y de aquí a un par de meses estaremos todos locos con el programa? ¿Lo han cancelado porque resulta que nadie lo ha entendido? Porque eso tampoco se puede negar: no veo a mis tías y a mi madre comentando este programa en su café compartida cada mañana. Y no porque sea complejo, sino un poco porque es demasiado avanzado en su concepto, con todo ese rollo de lo virtual y los avatares y todo el discurso de encontrar el amor obviando la estética ubicua que rige las vidas de nuestras generaciones.
Ahora bien, la cancelación de «Tú, Yo y Mi Avatar» es una pena. Una pena muy grande que viene a demostrar que somos un país imbecilizado que prefiere seguir anestesiándose con mierdas tan grandes como «Fast Date» (que vendría a ser la versión menos compleja y más clásica del nuevo programa de la Luján y que, no nos vamos a engañar, empezó bien pero ha acabado por convertirse en un peñazo sobreactuado y excesivamente guionizado que resulta francamente difícil de tragar). No permitamos que sea una pena, chiquis. En serio. Todavía tengo esperanza y quiero pensar que, si vemos «Tú, Yo y Mi Avatar» en masa a través de su web oficial, a lo mejor deciden devolvérnoslo, ¿no? [Más información en la web de «Tú, Yo y Mi Avatar»]