Una de las nuevas apuestas de la editorial Seix Barral es la obra de Carson McCullers… Y aquí te explicamos por qué va a ser tu autora favorita.
Con motivo del centésimo aniversario de su nacimiento, la editorial Seix Barral ha tomado la iniciativa de reeditar toda la obra de la escritora norteamericana Carson McCullers al completo. Siendo estudiante de literatura, tiene bastante lógica que se me propusiera escribir un artículo que explicara por qué incluso a día de hoy habría que leer a esta autora, por qué cien años parecen no haber pasado cuando nos enfrentamos a las grandes obras de la literatura. El problema es que yo no he leído a Carson McCullers. Pensaba hacerlo antes de atacar estas líneas pero, mientras subía las escaleras hacia el quinto piso de la Biblioteca de Letras de la Universidad de Barcelona (sí, ese cuyo suelo se compone de una mera rejilla poco apta para quienes sufren vértigo o llevan falda) a hacerme con algunas de sus obras para que la intuición de que leer su obra es recomendable pasara a ser más bien una certeza comprobada, he decidido que no voy a leer a Carson McCullers hasta que termine este artículo.
Quienes ya la han leído sabrán por qué Seix Barral se ha tomado las molestias de reeditar toda su obra en castellano tras publicar en 2007 «El Aliento del Cielo«, una recopilación de todos sus cuentos y sus tres novelas cortas (aunque en esta nueva tanda de reediciones se incluirán también sus novelas largas). Un artículo escrito tras leerla habría servido a lo sumo para ver en qué puntos coincidimos o nos llevamos la contraria en opiniones como ávidos lectores y criticones que somos…
Pero lo que me interesa es más bien determinar qué ha hecho que me entren ganas de leer a McCullers al buscar información sobre la autora, esperando que mi caso sea exactamente igual al de cualquiera cuyo grado de conocimiento sobre ella también sea igual o casi igual a cero. De esta forma, quienes no la han leído se encontrarán aquí en la misma posición inicial de quien escribe, y espero que también en la misma posición final: tres libros suyos entre las manos y muchas ganas de llegar al punto final de este artículo para poder dedicarse de pleno a ellos.
1. POR SUS RETRATOS DE SOLEDAD. La primera novela de McCullers, publicada en 1940 bajo el título de “The Heart is a Lonely Hunter” narra la historia de John Singer, un sordomudo a quien toda la gente aislada y sola de un diminuto pueblo sureño acude a explicarle sus cosas en busca de consuelo. Desahogarte con alguien que no puede ya no contestarte, sino ni siquiera oírte, me parece una metáfora desgarradora sobre la imposibilidad de comunicarse del ser humano: todos estamos unidos por nuestro aislamiento (no solo racial, de clase o sexual, sino también intrínseco a toda existencia humana) y, sin embargo, estamos totalmente incapacitados para comprendernos los unos entre los otros.
Es también el caso de Frankie Adams, una adolescente que, en “The Member of the Wedding”, intenta luchar contra su aislamiento y el completo desarraigo que siente hacia el mundo inmiscuyéndose en la boda de su hermano: un frustrado intento de construir un “nosotros” donde apenas hay ya un “tú” o un “yo”. Incluso es el caso de “Así”, el relato de una niña que se resiste a cambiar hormonalmente y entrar en el mundo adulto.
En un breve artículo titulado “La soledad, esa enfermedad americana” (he pecado, y este texto sí lo he leído), escribe McCullers que la principal característica de esta enfermedad es la búsqueda de identidad. Sus personajes, con sus conflictos de identidad tanto externos como internos, parecen por lo tanto reflejar las violentas contradicciones de un país como Estados Unidos en los años 40 -un país en busca de su lugar e identidad entre las hegemonías mundiales mediante el despliegue militar, a la par que sus ciudadanos aún viven la contradicción del paso de una sociedad agraria a una industrial-, al mismo tiempo que muestran cómo la soledad no deseada es una condición humana universal.
2. PORQUE LA CRÍTICA LA INCLUYE EN DIVERSAS GENEALOGÍAS A LA VEZ QUE SEÑALA QUE FUE UNA ESCRITORA ÚNICA. Leo que McCullers forma parte del “gótico sureño”, aquella corriente literaria de autores como Faulkner, Flannery O’Connor o Tenesse Williams en la que lo extraño, lo siniestro, e incluso lo terrorífico se vuelven herramientas para mostrar la desgarradora laceración social de los individuos del Sur norteamericano hacia su crudo entorno. Leo también que la crítica feminista la posiciona como una de sus grandes madres por eso de ser una de las primeras mujeres que se atreve a sugerir la homosexualidad masculina en sus obras, a deconstruir -mediante sus personajes femeninos siempre fragmentarios, siempre a medio camino entre su mundo y lo que el mundo espera de ellos- las nociones de género y a no esconder sus affaires con otras mujeres.
Y, al mismo tiempo, leo que “aplicarle un criterio canónico a la ficción de McCullers es un procedimiento problemático hasta para el más generoso de los críticos, se encuentre, él o ella, entre los más informados estudiantes de literatura norteamericana moderna”. Que esto último sea dicho por Harold Bloom, canonólogo por excelencia y rastreador angustioso de influencias, le lleva uno a como mínimo querer preguntarse por la manera en la que Carson McCullers se insiere o escapa de la tradición, a lo que solo puede responderse con la experiencia personal de la lectura de su obra.
3. PORQUE SE SUELE HABLAR DE SU BIOGRAFÍA Y SU OBRA COMO INTRÍNSECAMENTE RELACIONADAS. Y esto siempre me hace torcer el morro. Como firme defensora de que no hace falta matar al autor porque ya está muerto en cuanto nace el texto, siempre he sentido cierta reticencia hacia ese tipo de crítica que busca en las vivencias de un autor un reflejo de las motivaciones de su obra y viceversa. Pero, en el caso de McCullers, esto va incluso más allá, y a veces el interés por su vida eclipsa -o, como mínimo, se adelanta- al interés por su obra con una morbosidad que no comparto en absoluto. Por poner un ejemplo, “Páginas Regadas con Alcohol” es el titulillo que escoge el diario El Mundo en una retrospectiva sobre la autora. Alcohólica, bisexual, con fuertes problemas de salud, esposa tiránica de un matrimonio que terminó con el suicidio de su esposo… Así, sin medias tintas y con poco más que una etiqueta es como se hace del sufrimiento de McCullers una característica chic y bohemia y se obtiene un reclamo comercial perfecto.
Sin embargo, sí me interesa su vida en relación a su obra. Pero no por escabrosa y llena de detalles de una personalidad oscura en la que pueda regodearme -pues no soy yo la que se mancha-, sino por sus mismas palabras acerca de esta relación, las únicas con las que, aunque sean ficción, hago el pacto de tomarlas por verdad: “Todo lo que he escrito me ha sucedido o me sucederá”. Esto no se trata de buscar correspondencias entre su vida y sus obras, buscando en sus personajes reflejos de acontecimientos por ella sufridos y con ello justificar su existencia en la página. Se trata más bien de la descripción que la prima de Carson hace de esta, recogida por Carlos L. Dews en su introducción a “Iluminación y Fulgor Nocturno” (Seix Barral, 2001), la autobiografía inacabada de McCullers: “Carson amaba atrapar la verdad con los dientes y correr con ella, costumbre que jamás abandonó.”
Esto significa que McCullers tendía a mezclar voluntariamente realidad y ficción tanto en el relato de la realidad como en los relatos de la ficción: su vida (siempre si se lee mediante sus palabras) es simplemente otro relato de ficción más; o, si se quiere, sus relatos de ficción son simplemente otros relatos más de su vida.
4. POR SU MÉTODO DE ESCRITURA, QUE ELLA DEFINÍA COMO «ILUMINACIONES». Encuentro en un artículo sobre McCullers una cita, presumo sacada de su autobiografía, que reza: “Mi comprensión es solo fragmentaria. Comprendo a los personajes, pero la novela en sí permanece en un estado de indefinición. La clave aparece a veces como por azar, en esos instantes que nadie, menos el autor, puede comprender. Instantes que, en mi caso, se dan generalmente tras un gran esfuerzo. Revelaciones que son la bendición del trabajo. Toda mi obra se ha escrito así.”
Supongo que esto me parece sorprendente porque creo que los que leemos y no escribimos tendemos a no concederle ni un respiro al azar en el acto creativo. La forma es la idea y ni siquiera las iluminaciones de Rimabud son fruto de un golpe de dados. Así que me parece muy intrigante ver cómo McCullers consigue casar en sus obras una coherencia y minuciosidad en el trabajo de la escritura con el componente del azar.
5. PORQUE SU EXPERIENCIA COMO ESCRITORA REFLEJA LA VIDA DE UNA MUJER Y ARTISTA SUREÑA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX Y SU LUCHA CON LA ANGUSTIA INHERENTE A UN PERÍODO DE AGITACIÓN MUNDIAL, SOCIAL Y POLÍTICA. Sería muy ingenuo seguir creyendo que escribir siendo mujer es lo mismo que escribir siendo un hombre. Y intuyo que la vida y la obra de McCullers pueden ser un buen punto de partida para repensar críticamente cómo el género influye en nuestras producciones artísticas: sería precioso creerse que el sujeto que escribe nace en el momento en el que empieza a escribir, que no está condicionado por nada externo, que es completamente libre y autónomo y su escritura no refleja ninguna posición previa en el mundo, pero no es tan simple ni para un escritor ni para una escritora.
¿Qué consecuencias tenía convertirse en autora de éxito a los 23 años siendo del sur en los Estados Unidos de los años 40? ¿Significa algo haber tenido más éxito que tu marido, también escritor? ¿De qué manera la crítica social presente en la narrativa de McCullers responde, o no responde en absoluto, a su condición de género? Ahora es el momento de dejar a un lado las preguntas y, simplemente, entrar finalmente en el peculiar universo narrativo de la autora que, cincuenta años después de su muerte, es tan fresco como entonces gracias al minucioso trabajo de Seix Barral. [Más información en la web de Seix Barral]